¿Para qué existimos? ¿Para destruir la obra creada por dios? ¿Y si realmente él quisiera destruir su obra, pero su arma no fuese un diluvio, una lluvia de fuego o plagas insufribles, sino que su arma para destruir su gran obra, la tierra, fuese el orgullo de su creación, el ser humano?
En diversas ocasiones dios ha intentado hacerle un “reset” a la tierra debido a que su creación más preciada (el ser humano) la estaba destruyendo, pero ahora, en los momentos en que destruimos la tierra más que nunca, no sufrimos ningún castigo divino, ningún diluvio universal, ninguna tormenta de fuego, ningún castigo teniendo en cuenta que es en estos momentos en los que la tierra muere de verdad. Pero no es el creador el que destruye la tierra para castigarnos, sino que nosotros mismos somos el arma, no somos azotados con diluvios, con fenómenos meteorológicos imposibles en ciertas zonas geográficas, sino que es la contaminación, la extinción de especies, las guerras, todo contribuye a la destrucción de la tierra y todos esos fenómenos salen directamente de la palma de la mano del hombre.
¿Acaso el creador nos está utilizando para destruirnos a nosotros mismos destrozando nuestro hogar, nuestra tierra, hacer un reset porque hemos escapado de su poder…? ¿O acaso dios nos ha abandonado a nuestra suerte y no hemos sido capaces de auto-gobernarnos llevando nuestro planeta a una muerte segura? ¿Y si hemos hecho desesperar al creador con nuestro egoísmo, nuestras guerras y nuestra falta de fe y ahora es él el que nos da la espalda dejando que nos autodestruyamos?
Los creyentes toman las desgracias y los desastres (naturales o no) como castigos enviados por “el señor”, pero ¿y si nosotros mismos somos el castigo? Quizá no sea un castigo rápido como un tornado, por ejemplo, pero sí un castigo con un poder destructivo superior a centenares de tornados.
Jugamos el papel de un científico secuestrado por un grupo terrorista para crear algo realmente devastador (típico argumento de película), con la diferencia de que el científico sabe que está sembrando destrucción y se negaría si no fuese por las amenazas impuestas por sus secuestradores, nosotros también lo sabemos pero no queremos verlo.
El mundo está siendo asesinado por aquellos que más necesitan que viva, por sus propios moradores.