Una broma de mal gusto, broma que tan solo para ellos carece de importancia, pero que nunca y me reafirmo en “nunca”, es algo sin importancia. Una falta de respeto que atenta contra la integridad moral de una persona, una leve insinuación de amenaza fisica o el intento de someter a su voluntad a la otra persona privándola de las libertades fundamentales que, tanto ellos como ellas, deben poseer. Todo ello, junto o por separado, son malos tratos. Bajo ningún concepto debemos permitir que se catalogue bajo el nombre de “broma” una falta de respeto hacia la integridad moral de nadie, ni como “desliz transitorio” una agresion fisica (por leve que puede resultar).
La frontera de los malos tratos nunca se debe traspasar, y hacerlo debe ser castigado con la mayor dureza.

En cuanto a las causas, no existe contexto bajo el cual sea concedible la aceptación, ni tan solo la omisión -“sólo ha sido una vez”, “no volverá a ocurrir”,…- de un mal trato hacia nadie, mujer o hombre. Ninguno.
“Estaba borracho”, “la tensión del trabajo me ha vencido y he explotado”, “te lo has buscado”… ninguna es más que una escusa bana, no permisible y en sí misma incoherente.
Haber sufrido malos tratos es duro, pero no razón válida para realizarlos apoyándote en experiencias pasadas como excusa -“de pequeño lo maltrataron”, “es lo único que conoce”-, haber perdido el control no es razón valida, no exisste razón válida para los malos tratos.
En cuanto a la causa de los malos tratos, tan sólo exisste una: la estúpida y engreída sensación de superioridad que algunos energúmenos creen tener sobre los demás seres vivos. Y, claramente, no es razón para los malos tratos.