Sin duda, pocos son los que por propia voluntad realizan actos en contra de sus principios morales, pero menos son los que siguen un pensamiento moral propio antes de actuar, es decir, pocos dedican algún momento a realizar un esfuerzo de pensamiento para discernir entre lo que ellos creen que es correcto o no.
Es cierto que muchas personas no roban, pero la causa por la que no roban no es producto de una moral que les lleva a la conclusión de que robar no es correcto, sino que no lo hacen por otras causas, por costumbre, educación, por miedo a las represalias legales. Causas vacías de moral; sólo son autómatas de una falsa moral que nos dice cómo actuar sin decirnos por qué debemos actuar así o por qué no. Probablemente, dado que somos seres inteligentes, sabríamos deducir por qué no robar es una acción moral, pero poca gente, delante de una situación en la que robar no comporta penalización legal, no roba. Es curioso con que facilidad el hombre se salta la moral.
En ocasiones parece que la moral sólo sirve para que un hombre se traicione a sí mismo. O bien, el hombre que por propia voluntad traiciona su moral lo que ha tenido desde el principio ha sido una falsa moral.