Rusia: de Stalin a Putin (Eduard Martínez)

En estos días es noticia la victoria en las elecciones parlamentarias del partido Rusia Unida, al que pertenece Vladimir Putin, actual presidente de Rusia. El resultado de dichas elecciones fue una aplastante victoria de Rusia Unida, que obtuvo el 64 % de los votos, mientras que el PCFR (Partido Comunista de la Federación Rusa), segundo partido más representativo del país, consiguió tan sólo el 11 %. Sin embargo, los opositores al gobierno denuncian irregularidades en el sistema electoral. Se le podría dar el beneficio de la duda a Putin, pero teniendo en cuenta sus antecedentes como presidente del país y los impedimentos que el gobierno ruso ha puesto a la presencia de organizaciones como la ODIHR (Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos), no parece una opción muy lógica.

Putin, ex agente de la ya desaparecida KGB (servicios de inteligencia de la antigua Unión Soviética), parece sentir nostalgia por los viejos tiempos, o por lo menos eso refleja su política, que dista mucho ya no de ser democrática, sino incluso de tener un mínimo respeto por los derechos humanos. Una prueba de esto la encontramos en la actuación del ejército ruso en Chechenia, donde se han producido torturas, asesinatos y más de 3000 desapariciones de ciudadanos chechenos. Tampoco hay que obviar la muerte de periodistas críticos con su política (12 desde que Putin llegó al poder en el año 2000) o la de Alexander Litvinenko, ex agente de la FSB (Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa, organización sucesora de la KGB), que denunció acciones ilegales por parte de esta. Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, y sumando la censura sistemática de las opiniones contrarias a su gobierno y la corrupción de este, parece evidente que Rusia no es lo que generalmente se entiende como un país libre.

Y volviendo al tema de las elecciones en Rusia, Europa y los Estados Unidos han pedido a Putin que investigue y aclare las irregularidades denunciadas por los opositores. Hay que ser muy optimista para creer que tales aclaraciones se producirán.

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