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RECONOCE TUS EXITOS: DIAGNOSTICO DEL 2013 por Francisco Almarcha

calnedarioEste año empezó lleno de retos y expectativas de lo que queríamos conseguir.

Ahora, llega el fin de año y es un buen momento para analizar lo que ha ido bien, lo que no ha ido tan bien y en lo que voy a trabajar el próximo año.

Quizá seas de esas personas que piensan que las cosas buenas no son para ti y que el éxito solo puede darse por casualidad, y aun así, buscar la forma en la que quitarle importancia. Esto tiene lugar en nuestras creencias y en nuestra cultura ya que tendemos a fijarnos más en los fallos que en los aciertos y a castigar los errores más a que premiar los logros.

Es por ello que no nos valoramos como nos merecemos, y pensamos que los demás tienen más cualidades que nosotros, por lo que merecen más. Así, nos alejamos de nuestra autoestima, enfundándonos en una falsa humildad que no te reconoce en tu totalidad nuestra valía y te encierra en un circulo de  costumbres (falso confort) en la que es normal no tener éxitos, donde florecen tus defectos y se esconden tus virtudes.

Cada uno de nosotros tiene un valor incalculable, aunque no  le demos importancia siempre conseguimos alguna meta por pequeña que sea. Repasa tu día a día, seguro que hay muchas cosas que te reconfortan. Todas ellas, por insignificantes que te parezcan, son sumamente importantes para tu autoestima y tu felicidad.

A veces, en la vida las cosas simples tienen un profundo impacto. Potencia entonces tus puntos fuertes y trabaja en los más débiles para fortalecerlos. Es la clave para sentirse más confiados.

Ser conscientes de ello nos abre la puerta a nuevas metas, nuevas estrategias, aunque con frecuencia nuestro mayor obstáculo está en nuestra mente, en lo que nos decimos a nosotros mismos o de la forma en que nos vemos.

Te propongo el siguiente ejercicio de reflexión:

Toma una hoja de papel y empieza a escribir una lista de tus logros del año. Piensa en lo que lograste en tu vida personal, tu carrera, tus relaciones y en cualquier otro aspecto importante de tu vida. Incluye también los menos importantes.

Ejemplo:

Empieza por anotar tus logros: ¿Lograste bajar de peso?  Aprobaste los exámenes? ¿Lograste poner el negocio propio que deseabas?  ¿Lograste salir a correr tres veces por semana?  ¿Cuántos libros pudiste leer este año? ¿Cuantos viajes lograste hacer? ¿Lograste darle lo mejor de ti este año? ¿Cambiaste el coche?

Cuando hayas escrito todos los que se te ocurran, es el momento de priorizar y ordenar por orden de importancia.

Cuando los tengas priorizados, reconstruye mentalmente como lo conseguiste. Si te resulta más cómodo, escríbelo, grávatelo… como quieras.

Ahora empieza con esa lista no tan agradable de cosas que no te salieron bien, cosas que te habías propuesto de que de este año no pasaba y a este punto del año no lo has logrado aun. No te sientas mal… Es mejor saber en qué fallé que hacer la vista gorda y perder la confianza en mí mismo.

Aprende de tus errores y recuerda que el fracaso no existe. Míralo como la información de una serie de acciones que hemos tomado con un resultado no deseado.

Ten en cuenta que si cambias la acción, cambiaras el resultado.

Einstein dijo: “De locos es hacer siempre lo mismo y esperar que las cosas cambien.”

Incluye un título (grande y en negritas) para esta página que diga:

Mis cinco logros del 2013 por los que me siento más agradecido(a).

El definir los objetivos y metas es el primer paso para alcanzar aquello que deseamos. Quedará después elaborar estrategias para saber cómo vamos a conseguirlo, desmenuzando el proceso y visualizando los objetivos.

EL PENSAMIENTO VAGABUNDO por Jordi Soler

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Jordi Soler es un escritor mexicano de origen catalán que ha escrito tres novelas sobre el exilio de su abuelo tras la Guerra Civil que son deliciosas (sobre todo la primera). Tuve la suerte de conocerlo (y fotografiarlo) en un premio literario y hablamos de la posibilidad de que viniera al instituto. Hoy en el diario EL PAÍS Jordi Soler ha escrito un artículo sobre un pensador del siglo XVI, MICHEL DE MONTAIGNE, el inventor del género ensayístico (basado en la reflexión). Me gustaría que leyéramos todos algunos fragmentos de su escrito y os prometo que al final os convertiréis un poco de Montaigne, pues produciréis alguna REFLEXIÓN o PENSAMIENTO DE INTERÉS:

“Pierre de Montaigne estaba empeñado en que su hijo (Michel) fuera mejor que él y, para conseguirlo, le dio una estricta, y hermética, educación en latín. (…) A los seis años Michel de Montaigne, sin conocer ni una sola palabra de francés, hablaba y escribía perfectamente en latín, pero más adelante, en cuanto tuvo que ir al colegio para no quedar tan aislado de la sociedad, según sus propias palabras, “su latín degeneró inmediatamente”.

(…) Todas las experiencias de Montaigne iban a parar a las páginas de sus ensayos, cualquier cosa que le sucedía provocaba una reflexión, una hipótesis, una sentencia. (…) Como él mismo sentenció, “quien quiere estar en todas partes no está en ninguna”.

Sería ridículo, desde luego, seguir el ejemplo del padre de Montaigne, en este siglo XXI tan poco afecto a la concentración. Para aislar a un niño en otra lengua necesitaríamos vivir en una cueva, en el desierto o en medio de la selva, y probablemente hasta allí se colaría la información que pulula de pantalla en pantalla, y en el caso de que lográramos aislarlo herméticamente, nuestro experimento difícilmente produciría otro Michel de Montaigne; aquello fue una combinación milagrosa del rigor educativo del padre más el talento del hijo. Lo que si podemos es hacer el ejercicio de oponer a aquel niño que solo hablaba latín, que estaba concentrado, sin distracciones, en el cultivo de sí mismo, a los niños contemporáneos que están distraídos por muchas cosas a la vez, por el mundo exterior que entra a saco por una infinidad de terminales.

Mientras Montaigne pasaba en silencio largos tramos del día, que llenaba de pensamientos y reflexiones, nosotros forcejeamos contra el estruendo que sale permanentemente de las pantallas. Concentrado en un solo punto, Montaigne lo abarcaba absolutamente todo, nosotros, concentrados en puntos múltiples, no abarcamos casi nada.

Tanto estímulo exterior nos aleja del arte más grande de todos, que proponía Montaigne: seguir siendo uno mismo, porque para alcanzarlo se necesitan largas horas de reflexión, es decir, pasar mucho tiempo sentado en una silla, o andando si es que se es afecto a los pensamientos caminados que proponía Nietzsche, sin hacer nada más que pensar y esto, en nuestro hiperactivo siglo XXI, constituye un pecado capital.

Se han acabado los periodos de silencio, quien va andando no produce pensamientos caminados, va consumiendo algo que sale de su mp3 y le entra por los oídos, el que viaja en metro aprovecha el trayecto para hablar por teléfono o para responder un e-mail, y cualquier momento libre se rellena con la información ilimitada que produce la pantalla del teléfono o de la tableta. Nadie tiene paciencia ya para sentarse a oír un álbum de música completo, hay tiempo para oír una sola canción, que se vende en iTunes por separado; el disco entero nos roba el tiempo que podríamos aprovechar consumiendo otra cosa.

Lo mismo pasa con el cine, comprometerse durante dos horas eternas con una película parece excesivo, si se tienen las series de televisión que vienen dosificadas en cómodas cápsulas de 45 minutos, cápsulas asépticas como las de la máquina de Nespresso, que nos ahorran el tiempo que nos tomaría el lidiar con la cafetera manual, y el esfuerzo de enfrentarnos con la monserga del café molido. Y con los periódicos empieza a suceder lo mismo, ya no se lee el periódico, se leen dos o tres noticias extirpadas del corpus, troceadas en links, y para los libros cada vez hay más plataformas que ofrecen textos breves, que puedan leerse en la pantalla del teléfono en un trayecto de autobús. Todo el tiempo que se ahorra en no oír discos completos, ni ver películas largas, ni leer libros gruesos, ¿en qué se aplica?: en consumir más fragmentos: una partida de Angry Birds, una noticia extirpada del periódico, un paseo por el timeline de Twitter, etcétera.

Este nuevo mundo vertiginoso, este ir y venir permanentemente de un fragmento a otro, es el único que conocen los niños contemporáneos, que viven en tránsito del iPad a la Playstation y cuando logran escapar de ese bucle, sus padres, convencidos de que la hiperactividad del siglo XXI es una cosa positiva, y aterrorizados ante la posibilidad de que su hijo se aburra, lo llevan a un cursillo de karate, de tenis, a clases de natación, de inglés o chino, a cualquier actividad que impida que el niño esté sin hacer nada.

(…) Frente a este panorama de vértigo, ¿en dónde queda Montaigne, ese señor sentado en una silla, sin hacer nada más que reflexionar?

Tanta hiperactividad debería ser contrapesada con periodos de inactividad, de silencio, de concentración en una sola idea; porque de esos periodos de calma, de aburrimiento incluso, salen las grandes obras, detrás de cada poema, de cada sinfonía o novela, de cada lienzo, hay una persona que ha pasado largos periodos sin hacer nada. Lo mínimo que va a quedarnos de esta era proclive a los fragmentos, llena de niños sobreestimulados, que no tienen espacios para la reflexión y el silencio, es un mundo sin artistas.”

Os pongo algunas preguntas para estimular a que escribáis vuestros comentarios.

  • ¿Os ha parecido interesante el artículo?
  • ¿Con qué idea o pensamiento de Jordi Soler os quedaríais?
  • ¿Habíais pensado alguna ver algo parecido?
  • ¿Pensáis que…?

Pero, ¿qué hago? ¡Si quienes tenéis que haceros preguntas o buscar respuestas sois vosotros!

Escribid entones lo que os parezca.

Si queréis “pescar” en los ensayos de Montaigne, entrad en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne–0/html/