Y relacionado (indirectamente) con el tema del móvil:
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JORDI ÉVOLE TRATA HOY EN “SALVADOS” EL TEMA DE LOS MÓVILES Y LA NOMOFOBIA
Esta entrada contiene la sinopsis del programa “CONECTADOS” de Jordi Évole, fragmentos del artículo de Manuel de Luna publicado el sábado en EL PERIÓDICO de Cataluña y otro escrito breve de su equipo de redacción. Al final hay enlaces que amplían la información y hablan tanto de la “NOMOFOBIA” como del “SÍNDROME FOMO” (fear of missing out). Como véis, es una entrada muy completa.
Para ver el programa “CONECTADOS” clicad aquí:
SINOPSIS: Salvados se fija en cómo nos relacionamos con un objeto que nos cabe en el bolsillo y que nos ha cambiado la vida: el móvil. Solo han pasado 10 años desde que Steve Jobs presentó el primer iPhone. Sin embargo, la llegada del smartphone significó una revolución que nos ha convertido en personas conectadas 24 horas al día.
El espacio incluye una entrevista inédita al filósofo Zygmunt Bauman, fallecido el pasado mes de enero, que reflexiona sobre cómo los smartphones hacen que estemos siempre disponibles, siempre conectados. Y para Bauman es precisamente esta conexión permanente la que nos convierte en seres solitarios en realidad: “Somos solitarios en contacto permanente”.
Salvados sigue durante un día a Belén Sensat, una joven que no deja el móvil ni cuando está en clase, sobre todo pendiente de la red Instagram. Belén piensa que vivir enganchada al móvil es algo normal y que no tiene solución. Hablamos también con su madre, que nos cuenta las normas que ha tenido que poner en casa para poner límites al uso del móvil.
Jordi Évole asiste a una terapia de jóvenes enganchados al móvil. Marc Masip, el terapeuta de este grupo de trabajo, cuenta a Évole los síntomas que nos pueden indicar que la dependencia que tenemos del smartphone nos debería preocupar.
Évole entrevista también a Gonzalo Entrala, que abrió la cuenta de twitter del Papa Benedicto XVI y acabó enganchado a las redes sociales. Admite que entró en una espiral de narcisismo y exhibicionismo que hacía que estuviera más pendiente de su vida en las redes que de la vida real.
¿Somos conscientes de las horas que pasamos conectados al móvil cada día? ¿A qué edad se le puede dar un móvil a nuestros hijos? ¿Cuántas cosas hacemos cada día antes de encender o consultar el móvil? ¿Podríamos salir de casa sin el móvil?. Título: Conectados
“Las reuniones de trabajo del equipo de ‘Salvados’ cada vez eran más complicadas, porque todos estábamos continuamente mirando y toqueteando los teléfonos móviles, y cuando nos dimos cuenta de que esta situación es común en todos los ámbitos de la sociedad, decidimos hacer un programa para analizarlo”. Así explica Jordi Évole cómo nació el primer reportaje con el que este domingo, 19 de febrero, vuelve a La Sexta ‘Salvados’ (21.30 horas), una nueva entrega del conocido programa en el que incidirá en reportajes de carácter social que afectan directamente a los espectadores, y con los que estos se sientan identificados.
(…) De este modo, ‘Salvados’ retoma su andadura con ‘Conectados‘, un programa que efectivamente nos toca a todos, y no siempre para bien, como él mismo Évole reconoce, que también se considera adicto al móvil. “A todos nos salpica esta auténtica adicción a internet, y el reportaje de este domingo ofrece una visión transversal de un nuevo sistema de comunicación que se puede llegar a convertir en un problema”, explica el periodista, quien recomienda esta programa a padres, profesores y también a los jóvenes usuarios, ya que no existen normas de uso social del ‘smartphone‘. Aunque sí ha sido capaz de cambiar cómo nos relacionados e interactuamos con nuestro entorno.
El miedo a salir a la calle sin el teléfono móvil tiene nombre: nomofobia. Y más de la mitad de los españoles sufre este miedo irracional, según el Centro de Estudios de Trastornos de la Ansiedad (CEETA). Este trastorno es solo una manifestación de la creciente adicción a los smartphones, una de las puertas de acceso favoritas a internet.
Nos hemos acostumbrado a ver a la gente caminar por la calle sin levantar la vista de la pantalla de su teléfono móvil, hasta el punto que algunas ciudades han optado por colocar semáforos a ras de suelo. Muchas escuelas e institutos, ante la proliferación de las pantallas (tabletas, ordenadores y teléfonos móviles) en las aulas, se han visto obligadas a realizar jornadas psicoeducativas para que pequeños y jóvenes tomen conciencia del problema que supone el uso inadecuado o excesivo de estas herramientas.
Pero, ¿cómo podemos saber si somos adictos al móvil? A continuación, unas pocas preguntas que te harán reflexionar sobre tu dependencia. A mayor identificación con estas situaciones, mayor grado de dependencia.
1. “Miro la pantalla del móvil regularmente, incluso cuando no he escuchado ninguna notificación”.
2. “Llevo el móvil siempre encima, incluso cuando estoy en casa. Me pueden llamar o escribir en cualquier momento”.
3. “Puedo estar horas y horas con el móvil. Me divierte colgar cosas en mis perfiles, chafardear, comentar…”
4. “Cuando el móvil tiene la batería baja lo paso realmente mal. Me genera algo de ansiedad llevar el móvil al 20%”.
5. “He tenido problemas con mi pareja por usar demasiado el móvil. Intento controlarme cuando estamos juntos, pero cuesta mucho”.
En caso de duda, se puede responder un sencillo cuestionario de 20 preguntas de la Organización de Consumidores Españoles (OCU), una adaptación del cuestionario ‘El uso problemático del teléfono móvil’, elaborado por Merlo, Stone y Bibbey.
Para ampliar la información:
- http://www.muyinteresante.es/curiosidades/preguntas-respuestas/que-es-la-nomofobia-151392813381
- https://psicologiaymente.net/clinica/sindrome-fomo
- https://www.marketingdirecto.com/actualidad/infografias/%C2%BFmiedo-a-quedarse-desconectado-usted-lo-que-padece-es-el-sindrome-fomo (un “viejo” artículo de 2013).
EN DEBATS SER hemos tratado otras veces el tema:
TELÉFONOS EN EL COLEGIO
Nos ha llamado la atención el reportaje de Javier Ricou publicados ayer en LA VANGUARDIA “TELÉFONO EN EL COLEGIO CON BLOQUEO DE EDAD” y de Carina Ferreras “CAMBIOS EN EL PATIO” que tratan sobre un instituto de Lérida en el que han prohibido los móviles a los alumnos de primer ciclo de la ESO desde que acabaron las vacaciones de Navidad.
Se trata del IES Torre Vicens y el año pasado habían acordado justo lo contrario, que podían utilizarlo en clase cuando el profesor lo permitiera, es decir, con fines pedagógicos .
Comenta Chus Castro, la jefa de estudios: “(Los alumnos) se distraían mucho con los aparatos entre clase y clase, sacaban el teléfono a la mínima oportunidad y estaban enganchados a esos aparatos durante la hora del patio, lo que reducía las relaciones entre ellos o su participación en juegos”.
La profesora reconoce abiertamente que la medida ha sido positiva y que no han tenido que “requisar” muchos móviles, que ahora los niños juegan más en el patio y hacen más ejercicio. Hay algunos que los llevan en la mochila, pero no lo sacan.
Al parecer, la junta directiva del centro no se ha planteado que los alumnos de segundo ciclo hagan lo mismo.
Carina Ferreras comienza su artículo haciéndose unas preguntas: “¿Acceso libre? ¿Restringido? ¿Prohibición total? ¿Sólo últimos cursos?” Y a continuación afirma taxativamente: “El uso del móvil en las escuelas es un debate universal que no está resuelto en ningún país. (…) Para esta nueva realidad no existen guías para padres y docentes”.
De una charla con Matalí, responsable de la Unidad de Conductas Adictivas Infanto-Juvenil del hospital de Sant Joan de Déu extrae la idea de que ahora las relaciones entre los alumnos pasan por el móvil y no se fomenta la identidad del grupo como antes en que “no había más remedio que encontrarse con los compañeros”.
Dice Matalí: “En esas circunstancias, es más fácil obviar a los demás, evadirse o excluir a algún compañero. (…) El riesgo mayor de que las relaciones se mediaticen por aplicaciones es el de la superficialidad. En el recreo pierden la oportunidad de hacer amigos reales”.
Sobre el particular apunta que el currículum escolar tendría que incorporar elementos de análisis y de discusión sobre “la calidad de las actividades en que ocupan (los adolescentes) su tiempo y la profundidad de las relaciones que mantienen”.
El reportaje incluye un recuadro que copiamos textualmente por servir a padres y educadores y que se podría debatir en clase si se cumple o no en el seno de la familia y con los amigos:
EDUCAR EN LA GESTIÓN DEL USO
LA ENTREGA. Pactar su uso en cuanto a tiempos y dejar claro los espacios en los que el móvil queda excluido. También hablar sobre el acceso a redes sociales, especialmente en edades tempranas.
ESPACIOS. Decidir limitaciones de uso en diferentes contextos como los deberes, comidas o cenas y actividades familiares
EL EJEMPLO. De nada sirven los discursos si no se practica con el ejemplo. Vale la imagen del padre que amonesta a su hijo por usar el móvil en el restaurante mientras él responde watsaps y llamadas.
SUPERVISIÓN. Estar en las redes sociales de los hijos. Acompañarles en la gestión con indicaciones del tipo de no añadir a nadie que no conozca, bloquear si alguien le hace sentir incómodo y reflexiones sobre si 500 seguidores son realmente amigos.
EL TIEMPO. Incidir si la vorágine social ocupa excesivo tiempo. Dado que la capacidad de análisis y organización de los adolescentes es más limitada que la de los adultos, ayudarles a reflexionar sobre cómo emplear el tiempo con sentido.
LA CONTRA DE LA VANGUARDIA: “Móviles y ordenadores en las aulas dificultan el aprendizaje” por Lluís Amiguet
(Este artículo “dialoga” con el anterior porque también trata de la “dictadura” de internet, los ordenadores y los móviles y, aunque mantiene posiciones muy intransigentes sobre su uso en educación, puede servir como elemento de debate en clase).
Parados digitales
Ignoro si la tecnología digital ha mejorado la vida social, sentimental o intelectual de nuestros jóvenes, pero está claro que la laboral no. Porque, los veinteañeros de hoy, con todas sus habilidades digitales, tienen menos empleos y peor pagados que a su edad sus padres educados sin ordenadores. Así que la era digital no ha traído más prosperidad, sino vida low cost para todos excepto para los fundadores de las corporaciones tecnológicas que los han hecho billonarios. El doctor Manfred Spitzer añade que, aunque en Alemania hay más empleo juvenil que aquí, también está peor retribuido que cuando todos éramos analógicos y no teníamos 300 amigos en Facebook, sino sólo tres o cuatro para charlar.
Usted habla de “demencia digital”: ¿Lleva móvil, doctor?
Claro, porque soy mayor y sé usarlo lo justo, pero los niños no. Por eso no he dejado a mis hijos que lo tuvieran hasta los 18 años y hoy que tienen 20 me lo agradecen.
Si sus hijos lo hubieran podido usar, ¿no serían hoy mejores profesionales?
Hay evidencias científicas de que no. ¿Sabe por qué Bill Gates o Steve Jobs triunfaron?
¿…?
Porque tuvieron una excelente educación analógica que les preparó para ser innovadores.
¿Con ordenadores en sus aulas, smartphones y iPads no hubieran sido aún mejores?
Al contrario, el uso de esos aparatos retrasa la madurez de niños y adolescentes, y les impide concentrarse y aprender. Lo mejor para enseñar es leer, escribir, tomar notas, trabajar con el profesor: ¡eso es tecnología punta pedagógica!
¿Por qué está tan seguro?
Soy psiquiatra y neurocientífico y no doy opiniones, sino que he recogido pruebas durante años sobre los efectos de la introducción de la tecnología digital en las aulas que demuestran que perjudica al aprendizaje.
¿No permiten dedicar el cerebro a otras tareas al liberarlo de la memoria rutinaria?
El cerebro humano no es un disco duro que tiene una capacidad de almacenar X gigas de datos. No funciona así. Al contrario, si usted habla cinco lenguas, le será mucho más fácil aprender otra que a alguien que sólo sepa una.
Cuanto más sabes, más fácil es aprender.
Porque el cerebro no almacena datos, sino que los procesa. Es un conjunto de redes neuronales que, al conectarse, utilizan la información que está en ellas. Por eso, cuanto más cosas sepa usted, más puntos de conexión tiene la red de su cerebro y más fácil es establecer nuevos.
Y, al contrario: cuanto más vacío está un cerebro, más cuesta llenarlo.
Porque el cerebro funciona al revés que la memoria de un ordenador. Si usted sabe matemáticas, le será más fácil aprender física.
¿Usar Google en el cole dificulta a los niños establecer esa base de aprendizaje?
Si usted graba la clase del profesor directamente en un archivo de ordenador, su mente, se lo aseguro, no aprende nada, porque no establece conexiones. Si los chicos usan Google y lo que encuentran no establece relación con lo que ya sabían, tampoco aprenden nada. Necesitan que alguien vaya estructurando lo que aprenden.
Pues invertimos fortunas en ordenado- res escolares, iPads y tecnología digital.
No sólo es tirar el dinero, sino que además es contraproducente. Los niños y adolescentes necesitan un buen educador sobre todo; toda esa tecnología sólo les distrae y les retrasa. Es triste ver niños smombies (zombies con smartphone) aislados de todo mirando su pantallita.
Pero veo que usted lleva un ordenador.
Porque soy un adulto y ya tengo una base que me dio una escuela en la que no tenía ordenadores, pero sí cuadernos, bolígrafos, pizarras y, sobre todo, un buen profesor que fue dándome estructuras sobre las que he ido construyendo lo que sé. Ahora sí que un ordenador y un smartphone me ayudan en tareas rutinarias siempre que no abuse de ellos.
¿Veía usted la tele en casa de niño?
No, y con mis hijos tampoco. Y me lo agradecen: mientras crecían leíamos juntos y comentábamos libros; hablábamos de mil cosas; compartíamos experiencias, y nos hemos ahorrado muchas horas de telebasura. La tele causa obesidad, depresión, insomnio…
Hasta ahora sólo decían que estupidez.
También. Mis hijos han crecido más sanos y listos sin televisión y yo, también.
Algún informativo también instruye.
En conjunto, la tele nos quita mucho más de lo que nos da. Le aseguro que en mi familia no la hemos echado de menos.
¿Y la PlayStation?
También hace perder el tiempo a los niños y les aísla de los demás. Lo triste es que en los colegios, las grandes multinacionales tecnológicas han conseguido que esa juguetería digital absurda se confunda con habilidades. Las corporaciones han ganado billones y nuestros jóvenes han perdido neuronas y oportunidades.
Por ahora, esas habilidades digitales no dan a los jóvenes más empleo y sueldo.
Porque en realidad son muy secundarias y sólo sirven por sí solas para trabajos de tercera y mal pagados. Forman consumidores, pero, a la hora de la verdad, las habilidades que sí se requieren en un buen empleo se adquieren interactuando con los demás; aprendiendo juntos: leyendo, escribiendo y trabajando en equipo.
¿A qué edad la tecnología digital cree usted que deja de frenar el aprendizaje?
Mire, un smartphone no es diferente de un automóvil: ¿y verdad que no pone al volante a su hijo de doce años? Pues con un móvil y el acceso a internet, sus hijos también pueden aprender a matar y exponerse a criminales de los cinco continentes. Pero, sobre todo, pueden perder mucho precioso tiempo de formación.
Hoy mis alumnos en la universidad estaban tuiteando. ¿Les dejo o les digo algo?
Yo a los míos los echo de mis clases si sacan el móvil. Si quieren tuitear, que se queden fuera.
¿Y si son estudiantes multitarea?
Hay experimentos sólidos que demuestran que ni siquiera las mujeres son multitarea. Nadie lo es. Con un buen profesor en clase y ganas de aprender, lo demás sobra.
“Exconnectats: Joves urbanites fugen d’internet” per Cristina Sen en LA VANGUARDIA
- Enric Puig analitza en un llibre les repercussions socials de l’ús de les xarxes i alerta del seu caràcter vampíric i alienador.
El mateix dia es va desfer dels seus comptes de Facebook, Twitter i LinkedIn. Poc abans havia fet el mateix amb les aplicacions del mòbil. “Vaig trucar als meus amics de Madrid per avisar-los i va ser agradable tornar a sentir la seva veu, amb alguns feia més d’un any que no parlava”. Aquesta no és la història d’un romàntic o d’un neorural que va decidir fugir del soroll mundanal, sinó la decisió d’Enric Puig Punyet, un urbanita en la trentena, doctor en Filosofia per la UAB i per l’ École Normale Superior de París, professor de la UOC, un nadiu digital que estudia les repercussions socials de l’ús d’internet.
També és l’autor de La gran adicción. ¿ Cómo sobrevivir a internet sin aislarse del mundo? ( ed. Arpa), un llibre en el qual intenta respondre a aquesta pregunta bussejant en històries personals de nadius digitals i urbanites que després de més de quinze anys “connectats” van decidir desfer el camí. Són els exconnectats. Va ser durant aquest procés de creació quan ell també va decidir allunyar-se d’internet, tallar però amb matisos. El seu objectiu és elaborar un contradiscurs, aixecar una consciència crítica sobre l’ús que s’està fent de l’internet actual. Fa deu anys, diu, era una eina de consulta amb la qual primer l’usuari es feia una pregunta, i després hi buscava la resposta. Però avui “s’ha tornat omnipresent en tots els sentits possibles, està actiu sempre i a tot arreu, com que ocupa gran part de la nostra vida deixem de banda moltes obligacions vitals. Ara és internet qui formula les preguntes, robant-li a l’individu la capacitat per generar nous marcs de referència,” indica.
En Philippe es va quedar a l’ atur quan tenia 40 anys. Treballava com a comercial de productes informàtics i ràpidament va consultar les ofertes de treball a través d’internet. Va triar un portal referencial francès de recerca de feina i va enviar el currículum a totes les empreses que considerava que encaixaven amb el seu perfil. El seu cas és un dels que descriu Puig al seu llibre, fruit d’una recerca de persones que no són a Google, de tirar dels cercles de familiars, amics i coneguts, d’anar-los a buscar. Van passar els dies, i Philippe no obtenia cap resposta. Va considerar que sense perfil a LinkedIn no podria competir i es va posar a elaborar-lo, el va connectar amb el seu Facebook i Twitter, va demanar referències a excompanys de feina, va enviar sol·licituds d’amistat. Alguns li van respondre, molts no. Va enviar els currículum, i més silenci.
“Va entrar en un estat de vigília, d’expectació permanent davant l’ordinador i el telèfon”, indica l’autor. Passaven les setmanes fins que un dia va rebre un correu electrònic. El va obrir nerviós. Era la seva dona que des de l’habitació del costat li enviava un “t’estimo”. I va veure que era l’única expressió real, humana, que havia compartit amb la seva dona en les últimes setmanes, i amb el món sencer.
Enric Puig porta un telèfon ximple, manté internet a casa ja que és professor de la UOC, però limita el seu ús a aquest aspecte professional. La seva dona també ha decidit viure d’una altra manera. Acumula les consultes que necessita fer, i un dia a la setmana s’hi connecta.

No es tracta de criticar internet per se, sinó d’animar a reflexionar en què s’ha convertit, assenyala Puig, de ser conscients que no ens salvarà la vida i que en moltes ocasions té un caràcter vampíric i parasitari. “No és una eina al servei de la humanitat sinó que posa la humanitat al seu servei, nodrint-se dels seus anhels, els seus gustos, les seves solituds. És més ràpid accedir a la informació que processar-la, generar-la que contrastar-la, crea un clima en el qual és impossible mantenir-se callat encara que no es tingui res a dir”. I són les grans corporacions les que treuen profit econòmic d’aquest gran soroll, on l’únic important és el tràfic de visites que es genera.
Es refereix sobretot a l’internet 2.0 i l’explosió de les xarxes socials en entendre que sota el discurs de la participació, els qui allotgen els continguts són els que s’enriqueixen.
És evident que ningú que necessiti internet per treballar no es desconnectarà, però els joves retratats al llibre s’han desconnectat o n’han limitat l’ús per guanyar qualitat de vida i salut mental. El carrer és una font d’informació, es pot preguntar en una botiga sobre les fruites de temporada, es pot anar a informar-se a una agència de viatges, es pot llegir un diari. Cal evitar, diu Puig, l’imperialisme virtual construït partint de la competència dels seus “usuaris-vassalls”.
És aquesta una nova tendència entre els joves? És difícil que sigui així en aquest món hiperconnectat, però alguns a la seva manera comencen a reflexionar-hi activament. Albert Massó té 20 anys, estudia Enginyeria Química i ell, els seus amics de la facultat i de l’escola desconnecten els mòbils quan queden. “Volem tenir relacions humanes, i no relacions tecnologitzades”, explica. Sortir de festa i veure a tota la gent fent fotos sense parar els va fer reflexionar i van decidir que era el moment de dir prou. “No som precisament quatre gats i encara que no puc dir que sigui una tendència generalitzada sí que observo una reflexió, un plantejament crític sobre la sobreutilització del mòbil i les xarxes socials, una manera de reivindicar que primer som persones”, indica.
Enric Puig està treballant per despertar l’esperit crític, perquè internet no acabi generant una societat alienada, i perquè res deixi d’existir off. Es tracta de fer servir la xarxa sense que tenalli la vida “humana”, i sabent que darrere hi ha estratègies de posicionament perfectament traçades, algoritmes que els qui volen fer-se veure estan obligats a seguir.
Philippe va bloquejar les connexions a internet del seu ordinador i del seu mòbil després de rebre el missatge de la seva dona. Poc després va posar fil a l’agulla, va imprimir el seu currículum i se’n va anar personalment a les empreses a lliurar-lo i demanar una entrevista. Va trobar feina. Potser són casos extrems, diu Puig, però és el camí per arribar a una reflexió més àmplia.