Nos ha llamado la atención el reportaje de Javier Ricou publicados ayer en LA VANGUARDIA “TELÉFONO EN EL COLEGIO CON BLOQUEO DE EDAD” y de Carina Ferreras “CAMBIOS EN EL PATIO” que tratan sobre un instituto de Lérida en el que han prohibido los móviles a los alumnos de primer ciclo de la ESO desde que acabaron las vacaciones de Navidad.
Se trata del IES Torre Vicens y el año pasado habían acordado justo lo contrario, que podían utilizarlo en clase cuando el profesor lo permitiera, es decir, con fines pedagógicos .
Comenta Chus Castro, la jefa de estudios: “(Los alumnos) se distraían mucho con los aparatos entre clase y clase, sacaban el teléfono a la mínima oportunidad y estaban enganchados a esos aparatos durante la hora del patio, lo que reducía las relaciones entre ellos o su participación en juegos”.
La profesora reconoce abiertamente que la medida ha sido positiva y que no han tenido que “requisar” muchos móviles, que ahora los niños juegan más en el patio y hacen más ejercicio. Hay algunos que los llevan en la mochila, pero no lo sacan.
Al parecer, la junta directiva del centro no se ha planteado que los alumnos de segundo ciclo hagan lo mismo.
Carina Ferreras comienza su artículo haciéndose unas preguntas: “¿Acceso libre? ¿Restringido? ¿Prohibición total? ¿Sólo últimos cursos?” Y a continuación afirma taxativamente: “El uso del móvil en las escuelas es un debate universal que no está resuelto en ningún país. (…) Para esta nueva realidad no existen guías para padres y docentes”.
De una charla con Matalí, responsable de la Unidad de Conductas Adictivas Infanto-Juvenil del hospital de Sant Joan de Déu extrae la idea de que ahora las relaciones entre los alumnos pasan por el móvil y no se fomenta la identidad del grupo como antes en que “no había más remedio que encontrarse con los compañeros”.
Dice Matalí: “En esas circunstancias, es más fácil obviar a los demás, evadirse o excluir a algún compañero. (…) El riesgo mayor de que las relaciones se mediaticen por aplicaciones es el de la superficialidad. En el recreo pierden la oportunidad de hacer amigos reales”.
Sobre el particular apunta que el currículum escolar tendría que incorporar elementos de análisis y de discusión sobre “la calidad de las actividades en que ocupan (los adolescentes) su tiempo y la profundidad de las relaciones que mantienen”.
El reportaje incluye un recuadro que copiamos textualmente por servir a padres y educadores y que se podría debatir en clase si se cumple o no en el seno de la familia y con los amigos:
EDUCAR EN LA GESTIÓN DEL USO
LA ENTREGA. Pactar su uso en cuanto a tiempos y dejar claro los espacios en los que el móvil queda excluido. También hablar sobre el acceso a redes sociales, especialmente en edades tempranas.
ESPACIOS. Decidir limitaciones de uso en diferentes contextos como los deberes, comidas o cenas y actividades familiares
EL EJEMPLO. De nada sirven los discursos si no se practica con el ejemplo. Vale la imagen del padre que amonesta a su hijo por usar el móvil en el restaurante mientras él responde watsaps y llamadas.
SUPERVISIÓN. Estar en las redes sociales de los hijos. Acompañarles en la gestión con indicaciones del tipo de no añadir a nadie que no conozca, bloquear si alguien le hace sentir incómodo y reflexiones sobre si 500 seguidores son realmente amigos.
EL TIEMPO. Incidir si la vorágine social ocupa excesivo tiempo. Dado que la capacidad de análisis y organización de los adolescentes es más limitada que la de los adultos, ayudarles a reflexionar sobre cómo emplear el tiempo con sentido.