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“DE HIJOS A PADRES”: ¿HABLA EL ÚLTIMO PROGRAMA DE SALVADOS DE VOSOTROS?

De hijos a padres

Como he dicho en la entrada anterior, ayer Jordi Évole se trasladó a un instituto de la provincia de Barcelona, un instituto como el nuestro pues, en el que alumnos, profesores y madres hablaron de los problemas de la educación.


Se dice en la web del programa:

¿Cómo se ve el mundo desde los ojos de nuestros hijos? Salvados propone una reflexión sobre el nivel de exigencia que imponemos a nuestros hijos e hijas tanto desde la educación como de su propio entorno familiar. Salvados visita un instituto de Santa Coloma de Gramenet en Barcelona para asistir a una sesión de tutoría de un grupo de 4º de ESO.

Chicos y chicas de 15 años debaten entre ellos sobre la educación que reciben, la presión que ejercen sobre ellos sus padres y profesores, su relación con los adultos o sus expectativas de futuro. Preguntados por su tutor, los jóvenes opinan sobre la carga de deberes que soportan, los horarios que deben seguir para cumplir con las actividades extraescolares, cómo se imaginan a sí mismos a los 40 años o cómo han vivido la crisis económica: “Si veo que está todo el mundo parado y no hay trabajo, ¿cuál es mi motivación?” se pregunta Nerea, una alumna.

En el mismo instituto, Jordi Évole se sienta con Gabriel y Sergi, dos profesores del centro y con Àngels, Carmen y Rocío, madres de alumnos de 4º de ESO. En la charla se abordan temas como la sobreprotección de los hijos, si los padres de hoy tienen demasiada información, si intentamos que nuestros hijos consigan lo que nosotros no hemos podido lograr o si se ha perdido el respeto por los maestros. Para Rocío “hemos llegado a un nivel de presión que está siendo perjudicial para padres e hijos”.

El psicólogo y educador Jaume Funes lleva más de 40 años dedicado al estudio de los adolescentes. En el programa aporta distintas reflexiones y una definición: “Un adolescente es un explorador reprimido: quiere descubrir el mundo pero tiene detrás a adultos acojonados”.

Título: De hijos a padres


Pero pasemos a verlo tomando nota, eso sí, de algunos de los aspectos que preocupan a unos y otros. Dividid un folio en cuatro partes y poned encima…

ALUMNOS PROFESORES PADRES PSICÓLOGO
 

 

 

 

 

http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-12/capitulo-6-hijos-padres_2016111800679.html


No se trata de que contestéis las preguntas en orden sino que estas cuestiones os sirvan para ordenar vuestros pensamientos y opinar:

  1. ¿Por qué pensáis que Évole, entre tantos temas de actualidad, ha elegido el de la educación? 
  2. ¿Cómo ha estructurado el programa?
  3. ¿El centro es como el Sert? ¿Por qué creéis que ha sido elegido?
  4. ¿Qué dicen los alumnos de vuestra edad? ¿Os sentís identificados o no? ¿Por qué?
  5. Por cierto, ¿se parecen a los de la serie Merlí? ¿Por qué?
  6. En algún momento el profesor de filosofía pregunta a los alumnos cómo se ven a los cuarenta años. ¿Y vosotros?
  7. Y los dos profesores, ¿defendían lo mismo? ¿Son parecidos a los que tenéis?
  8. Y las madres, ¿qué opinaban? ¿Se parecían a las vuestras? ¿En qué sí y en qué no? Por cierto, ¿porque no han salido padres?
  9. ¿Coinciden en mucho o en poco?
  10. ¿Qué temas creéis que no trataron?
  11. ¿Hay alguna otra cuestión del programa que merezca ser criticada?
  12. Mirad también los comentarios que aparecen debajo de la pantalla del vídeo. ¿Estáis de acuerdo con alguno?
  13. Finalmente, dadle una nota a Jordi Évole y sus colaboradores en el programa y justificadla.

Buenas enseñanzas para la ley de educación por Soledad Gallego Díaz

Por la prensa me he enterado que hoy a las 21:30 horas Jordi Évole presenta en LA SEXTA un programa dedicado a la educación. Casualmente acababa de leer este artículo de Soledad Gallego Díaz:

La formación de los ciudadanos debe basarse en el respeto del derecho de cada uno a buscar su verdad

Albert Camus pensó en dos personas cuando le comunicaron que iba a recibir el Premio Nobel: primero, en su madre, una sirvienta española, y después, en su maestro en la escuela de Argel, el señor Germain. El galardonado, le escribió, “me ofrece la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos”.

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El señor Germain le contestó: “Mi pequeño Albert, (…) si fuera posible abrazaría muy fuerte al gran mocetón en que te has convertido”. Y al terminar la carta, el maestro resumió en pocas líneas cuál había sido su tarea: “Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño, el derecho a buscar su verdad”.

Sería importante que ese consenso no girara solo en torno a los conocimientos técnicos que deben adquirir los alumnos, ni a su formación como ciudadanos, ni tan siquiera en torno a la asignatura de religión.

El maestro del pequeño Camus lo expresó muy bien: se trata de respetar el derecho de cada uno a buscar su verdad y de utilizar la educación como un instrumento poderoso que se les proporciona a los individuos en su infancia para hacer ese camino. Pero son después esos niños y niñas los que deberán decidir cómo usan ese instrumento, sin excluir de sus decisiones el debate moral.

No se trata, pues, de ahormar a unos jóvenes a las necesidades de una sociedad, sino de educarlos para que tomen sus decisiones y para que lo hagan sin desembarazarse de la obligación, o incluso la carga propia de la condición humana, que supone el problema moral. La educación debería hacernos comprender que leer, dominar la técnica o sobresalir en el manejo de Internet no nos hace mejores ciudadanos ni mejores personas.

Finlandia, el país que ofrece la mejor educación del mundo, según multitud de estudios y de expertos, tiene un alto porcentaje de votantes ultraconservadores y xenófobos. Se puede recibir una educación exquisita y utilizarla para ser intolerante o cruel, o para lo contrario. Lo que deberíamos aprender en la escuela es justamente que una cosa u otra dependerá de nuestra propia decisión, individual, y que no está prefijada.

El joven alumno del señor Germain agradeció siempre a su maestro que la escuela le enseñara que hay plagas y hay víctimas y que en la medida de lo posible hay que negarse a estar del lado de la plaga. Porque, como decía Tony Judt, que se sintió alumno “imaginado” de Germain, por mucho que nos digan hoy que la globalización es un paliativo universal, la verdad es que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás. Esa es una buena enseñanza hoy día para cualquier nueva ley de educación, en España o en Finlandia.


No se trata de que contestéis las preguntas en orden sino que estas cuestiones os sirvan para ordenar vuestros pensamientos y opinar:

  1. ¿Quién es Soledad Gallego Díaz y por qué escribe este texto?
  2. ¿Se puede dividir en partes? ¿Cuántas?
  3. ¿Quién fue Albert Camus? ¿Qué es lo que hizo para que sea tan reconocido, no solo en Francia?
  4. ¿A quién el escritor Camus agradecía en una carta sus desvelos ¿Por qué?
  5. ¿Qué le dijo el destinatario?
  6. ¿Qué es una Ley de Educación? Averigua cuántas se han aprobado en España desde la llegada de la democracia en 1977.
  7. ¿Cómo se llama la última? ¿Por qué es polémica?
  8. ¿Qué significa la frase “hará todo lo posible por llegar a un texto consensuado”?
  9. ¿Por qué Soledad Gallego Díaz habla de Finlandia?
  10. En el texto aparece Toni Judt. ¿Quién fue y qué le ocurrió?
  11. Y tú, ¿qué opinas y a qué conclusiones llegas?

He recordado que escribí hace tiempo otra entrada sobre Albert Camus: http://blocs.xtec.cat/debatssert/2013/11/16/una-fotografia-de-albert-camus-por-jorge-navarro/

LA CONTRA DE LA VANGUARDIA: “Móviles y ordenadores en las aulas dificultan el aprendizaje” por Lluís Amiguet

(Este artículo “dialoga” con el anterior porque también trata de la “dictadura” de internet, los ordenadores y los móviles y, aunque mantiene posiciones muy intransigentes sobre su uso en educación, puede servir como elemento de debate en clase).


Parados digitales

Ignoro si la tecnología digital ha mejorado la vida social, sentimental o intelectual de nuestros jóvenes, pero está claro que la laboral no. Porque, los veinteañeros de hoy, con todas sus habilidades digitales, tienen menos empleos y peor pagados que a su edad sus padres educados sin ordenadores. Así que la era digital no ha traído más prosperidad, sino vida low cost para todos excepto para los fundadores de las corporaciones tecnológicas que los han hecho billonarios. El doctor Manfred Spitzer añade que, aunque en Alemania hay más empleo juvenil que aquí, también está peor retribuido que cuando todos éramos analógicos y no teníamos 300 amigos en Facebook, sino sólo tres o cuatro para charlar.

“Móviles y ordenadores en las aulas dificultan el aprendizaje”

Usted habla de “demencia digital”: ¿Lleva móvil, doctor?

Claro, porque soy mayor y sé usarlo lo justo, pero los niños no. Por eso no he dejado a mis hijos que lo tuvieran hasta los 18 años y hoy que tienen 20 me lo agradecen.

Si sus hijos lo hubieran podido usar, ¿no serían hoy mejores profesionales?

Hay evidencias científicas de que no. ¿Sabe por qué Bill Gates o Steve Jobs triunfaron?

¿…?

Porque tuvieron una excelente educación analógica que les preparó para ser innovadores.

¿Con ordenadores en sus aulas, smartphones y iPads no hubieran sido aún mejores?

Al contrario, el uso de esos aparatos retrasa la madurez de niños y adolescentes, y les impide concentrarse y aprender. Lo mejor para enseñar es leer, escribir, tomar notas, trabajar con el profesor: ¡eso es tecnología punta pedagógica!

¿Por qué está tan seguro?

Soy psiquiatra y neurocientífico y no doy opiniones, sino que he recogido pruebas durante años sobre los efectos de la introducción de la tecnología digital en las aulas que demuestran que perjudica al aprendizaje.

¿No permiten dedicar el cerebro a otras tareas al liberarlo de la memoria rutinaria?

El cerebro humano no es un disco duro que tiene una capacidad de almacenar X gigas de datos. No funciona así. Al contrario, si usted habla cinco lenguas, le será mucho más fácil aprender otra que a alguien que sólo sepa una.

Cuanto más sabes, más fácil es aprender.

Porque el cerebro no almacena datos, sino que los procesa. Es un conjunto de redes neuronales que, al conectarse, utilizan la información que está en ellas. Por eso, cuanto más cosas sepa usted, más puntos de conexión tiene la red de su cerebro y más fácil es establecer nuevos.

Y, al contrario: cuanto más vacío está un cerebro, más cuesta llenarlo.

Porque el cerebro funciona al revés que la memoria de un ordenador. Si usted sabe matemáticas, le será más fácil aprender física.

¿Usar Google en el cole dificulta a los niños establecer esa base de aprendizaje?

Si usted graba la clase del profesor directamente en un archivo de ordenador, su mente, se lo aseguro, no aprende nada, porque no establece conexiones. Si los chicos usan Google y lo que encuentran no establece relación con lo que ya sabían, tampoco aprenden nada. Necesitan que alguien vaya estructurando lo que aprenden.

Pues invertimos fortunas en ordenado- res escolares, iPads y tecnología digital.

No sólo es tirar el dinero, sino que además es contraproducente. Los niños y adolescentes necesitan un buen educador sobre todo; toda esa tecnología sólo les distrae y les retrasa. Es triste ver niños smombies (zombies con smartphone) aislados de todo mirando su pantallita.

Pero veo que usted lleva un ordenador.

Porque soy un adulto y ya tengo una base que me dio una escuela en la que no tenía ordenadores, pero sí cuadernos, bolígrafos, pizarras y, sobre todo, un buen profesor que fue dándome estructuras sobre las que he ido construyendo lo que sé. Ahora sí que un ordenador y un smartphone me ayudan en tareas rutinarias siempre que no abuse de ellos.

¿Veía usted la tele en casa de niño?

No, y con mis hijos tampoco. Y me lo agradecen: mientras crecían leíamos juntos y comentábamos libros; hablábamos de mil cosas; compartíamos experiencias, y nos hemos ahorrado muchas horas de telebasura. La tele causa obesidad, depresión, insomnio…

Hasta ahora sólo decían que estupidez.

También. Mis hijos han crecido más sanos y listos sin televisión y yo, también.

Algún informativo también instruye.

En conjunto, la tele nos quita mucho más de lo que nos da. Le aseguro que en mi familia no la hemos echado de menos.

¿Y la PlayStation?

También hace perder el tiempo a los niños y les aísla de los demás. Lo triste es que en los colegios, las grandes multinacionales tecnológicas han conseguido que esa juguetería digital absurda se confunda con habilidades. Las corporaciones han ganado billones y nuestros jóvenes han perdido neuronas y oportunidades.

Por ahora, esas habilidades digitales no dan a los jóvenes más empleo y sueldo.

Porque en realidad son muy secundarias y sólo sirven por sí solas para trabajos de tercera y mal pagados. Forman consumidores, pero, a la hora de la verdad, las habilidades que sí se requieren en un buen empleo se adquieren interactuando con los demás; aprendiendo juntos: leyendo, escribiendo y trabajando en equipo.

¿A qué edad la tecnología digital cree usted que deja de frenar el aprendizaje?

Mire, un smartphone no es diferente de un automóvil: ¿y verdad que no pone al volante a su hijo de doce años? Pues con un móvil y el acceso a internet, sus hijos también pueden aprender a matar y exponerse a criminales de los cinco continentes. Pero, sobre todo, pueden perder mucho precioso tiempo de formación.

Hoy mis alumnos en la universidad estaban tuiteando. ¿Les dejo o les digo algo?

Yo a los míos los echo de mis clases si sacan el móvil. Si quieren tuitear, que se queden fuera.

¿Y si son estudiantes multitarea?

Hay experimentos sólidos que demuestran que ni siquiera las mujeres son multitarea. Nadie lo es. Con un buen profesor en clase y ganas de aprender, lo demás sobra.

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20161022/411206688578/moviles-y-ordenadores-en-las-aulas-dificultan-el-aprendizaje.html

LOS PADRES Y LA EDUCACIÓN DE SUS HIJOS, ¿A VECES UN PROBLEMA?

Acostumbrados a que se hable de los malos resultados de los informes Pisa, de los índices de fracaso escolar, del calendario escolar con las largas vacaciones de verano y de los puentes, de la gratuidad de los libros de texto, de las largas y extenuantes jornadas a las que se les ha de sumar la sobrecarga de deberes y las actividades extraescolares, el peso de las mochilas…
…nos ha llamado la atención este artículo de LA VANGUARDIA sobre la responsabilidad (o irresponsabilidad) de los padres en la educación de sus hijos
 
¿Tiene o no tiene razón la periodista, los profesores  y los psicopedagogos consultados? ¿Es todo blanco o negro? Quizá valga la pena leer el artículo de Mayte Rius:

Las 10 conductas de los padres que entorpecen la educación de los niños

  • Profesores y psicólogos identifican las actitudes más nocivas de los progenitores a la hora de implicarse en la educación de sus hijos
Las 10 conductas de los padres que entorpecen la educación de los niños
Un padre ayuda a su hijo con los deberes (istockphoto)
 , Barcelona

La mayoría de los padres y madres concede mucha relevancia a los estudios de sus hijos y trata de implicarse en ellos. Pero maestros y psicólogos aseguran que no siempre tienen claro cuál es su papel en el aprendizaje escolar y a veces adoptan actitudes que acaban dañando la educación de los hijos.

ESTUDIAR CON ELLOS

 Ser padre y maestro a la vez crea conflictos y dependencia

“Llegan los primeros deberes escolares y ahí están papá y mamá al lado; y los deberes son de la criatura, no de la familia; el deber de la familia es velar por que el niño tenga espacio y tiempo para hacer sus tareas y, si son muy pequeños, facilitar la organización del tiempo”, explica María Jesús Comellas, profesora de la UAB en la facultad de Ciencias de la Educación y psicóloga especializada en las relaciones familia-escuela.

Benjamí Montenegro, del Equip Psicològic del Desenvolupament de l’Individu, dice que el papel de los padres es el de auditores: “Han de controlar que el trabajo esté hecho, pero no entrar en el contenido porque se trata de que las tareas las hagan los niños y así trabajar su autonomía”. Eso no significa que si el niño plantea alguna duda no se le den pistas o herramientas para resolverla. Dicen los expertos que hacer de maestros y padres a la vez no trae más que problemas: crea conflictos familiares diarios y dependencia, porque los niños se acostumbran a que haya alguien encima de ellos para trabajar. Y si el crío tiene dificultades de aprendizaje o necesita refuerzo, el consejo es buscar un profesor particular.

RESOLVÉRSELO TODO

Solventar sus descuidos dificulta su maduración

“Los niños han de aprender a organizarse y a solventar sus problemas, a cualquier edad, y no hay que mandar a nadie corriendo a comprar tinta de impresora a última hora de la tarde porque al día siguiente ha de entregar un trabajo ni llevarle a la escuela el libro o el bocadillo olvidados; si los padres les resuelven todo ‘con tal de que estudien’, no maduran, no asumen sus responsabilidades ni aprenden a ser autónomos”, coinciden Comellas y Montenegro.

FOCALIZAR TODO EN EL ESTUDIO

Hacer de la formación el eje de la vida familiar daña la relación

Los educadores aseguran que una frase muy reiterada de los estudiantes es “a mis padres sólo les interesa si estudio, lo demás no les importa nada”. “Cuando focalizas todo en los estudios, cuando lo primero que le preguntas a tu hijo en la puerta de la escuela es qué deberes tienes o qué nota te han puesto en vez de cómo te ha ido el día, o con quién te has relacionado, transmites que te interesa el aprendizaje, no la persona”, dice Comellas. Y agrega que lo mismo ocurre cuando al hijo universitario se le libera de tareas domésticas porque “su trabajo es estudiar”. “Esa persona tiene que vivir, ha de saber organizarse, tener habilidades domésticas y saber relacionarse, y de eso a veces no nos ocupamos, ni nos interesamos por su vida emocional y relacional”, enfatiza la psicóloga.

QUERER GENIOS

Sobreestimular a menudo provoca el efecto contrario

Los maestros explican que una práctica muy habitual en las familias es la de sobreestimular a los niños. “Todos quieren un hijo genio y les llenan la cuna de artilugios, abusan de juegos didácticos, se afanan porque aprendan muchas cosas y cuanto antes mejor, y esa sobreestimulación no sólo no influye en una evolución cognitiva más rápida, sino que a menudo tiene efectos contraproducentes en forma de problemas de atención o de falta de concentración”, explica Joan Domènech, maestro del colegio Fructuós Gelabert de Barcelona.

Esa impaciencia respecto al aprendizaje provoca, según los psicólogos, que los padres se desesperen ante las primeras dificultades en los estudios o vivan como un fracaso los primeros malos resultados, sin tener en cuenta que la educación es un proceso a largo plazo y que lo que los niños necesitan para aprender es paciencia y ánimo. “Los padres no deberían considerar los malos resultados como un fracaso porque ello reduce la autoestima de los hijos e incapacita cada vez más a unos y otros”, advierten.

PREMIAR LAS NOTAS

El estímulo material desvirtúa y puede aumentar la frustración

Las notas ni se han de premiar ni castigar; se han de elogiar y aplaudir, o analizar si es necesario dedicar más tiempo a estudiar, según los expertos. “El mejor estímulo es descubrir cosas nuevas y desarrollar tus intereses, si hace falta un estímulo material, es que algo no funciona”, apunta Domènech.

Montenegro advierte que los premios pueden causar una doble frustración, porque con frecuencia se ofrecen por notas poco realistas y si el chaval no triunfa a pesar de la recompensa prometida su sensación de fracaso y su malestar es doble: además de no alcanzar su meta escolar, se queda sin regalo.

DISFRAZAR LA VAGANCIA

Buscar trastornos detrás de los fracasos retrasa la madurez

Otra conducta recurrente que observan los educadores es la tendencia de los padres a buscar trastornos neurológicos detrás de los fracasos escolares de sus hijos. “Hay muchos niños que son incapaces de esforzarse en hacer los deberes o en estudiar porque son vagos, y eso es inmadurez, no un trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vagancia como intolerancia a la frustración o intolerancia al estrés, cuando lo que tienen es falta de autonomía”, comenta Montenegro. Comellas subraya que esta actitud tiene que ver con la actitud hiperprotectora de muchos padres que buscan la etiqueta del trastorno para el bajo rendimiento de sus hijos “porque en el momento en que se disfraza algo como trastorno se desculpabiliza a todo el mundo”.

EJERCER DE DETECTIVES

El control absoluto de sus tareas suscita desconfianza

Hay padres que rastrean los deberes, trabajos, las fecha de exámenes o los comentarios de sus hijos en clase a través de la agenda escolar, la web del centro, las redes sociales o implicando en sus indagaciones a los padres de otros niños de la clase, con quienes están en permanente contacto por WhatsApp. “Esa conducta provoca un boquete de desconfianza y no resuelve nada”, advierte Montenegro. En vez de ejercer este control absoluto aconseja realizar un acompañamiento lejano, revisar conjuntamente con el chaval la agenda de tareas pero dejándole que sea autónomo para realizarlas. Y para los padres que optan por preguntar la lección para saber si el niño ha preparado un examen, los expertos recomiendan ponerle tres o cuatro preguntas por escrito, porque normalmente no hay exámenes orales y de nada sirve que el niño se sepa la lección hablando si luego se expresa mal por escrito o comete muchas faltas de ortografía.

USAR EL ESTUDIO COMO PEAJE

Las tareas escolares acaban entendiéndose como un castigo

“Castigado a hacer los deberes” o “hasta que no acabes de leer no hay dibujos” son frases que utilizan algunos padres para incitar a sus hijos a hacer las tareas escolares. Pero los expertos aseguran que el tiempo de estudio debería ser siempre un tiempo de tranquilidad y sosiego, no de regañinas. El objetivo, explican, debe ser ayudar a los niños a descubrir el placer de la lectura o del aprendizaje, y eso no se consigue si se plantean las tareas escolares como un castigo o como un peaje necesario para poder disfrutar de actividades placenteras como salir con los amigos, ver la televisión o jugar con la consola.

Y a medida que crecen, han de entender la relación entre esfuerzo, dedicación y resultados, “y asumir que si han de estudiar más porque han tenido malas notas se trata de una inversión, no de un castigo”, indica Comellas.

PROYECTARSE EN LOS HIJOS

Las expectativas no siempre se adecúan a las capacidades

Los psicólogos consideran que en muchas familias pesan más las expectativas que tienen los padres sobre los estudios de los hijos que las preferencias o capacidades de estos, y muchos chavales son orientados a estudiar lo que quieren o les gusta a sus progenitores. “En este país confundimos inteligencia con título, continuamos desprestigiando la formación profesional y no valoramos la creatividad como un medio para vivir”, reflexiona Comelles.

NO RESPETAR LA LÍNEA ESCOLAR

El modelo de los padres no garantiza el éxito hoy

Muchos padres piensan que el modelo y los métodos educativos que les sirvieron a ellos les servirán a sus hijos, pero la escuela ha cambiado mucho y los niños también. “Lo que a ti te gustaba del colegio, lo que aprendías entonces o cómo lo aprendías no tiene por qué ser un modelo de éxito para tus hijos”, advierte Domènech. Y por eso considera un error que los padres traten de enseñar a los hijos a leer o a calcular por su cuenta o les pongan actividades de refuerzo en casa, sin considerar que quizá están interfiriendo en el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela. “Uno ha de plantearse a qué escuela lleva a su hijo, asegurarse de que comparte las mismas ideas, y luego acompañar al niño en el aprendizaje pero con respeto al proceso que siguen en la escuela, y no dar al niño mensajes diferentes”, reflexiona. Los educadores son especialmente críticos con los padres que muestran constantemente su desacuerdo con los profesores en presencia de los niños, porque estos aprovechan esa situación para manipular a unos y a otros.

REVÁLIDAS

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Una buena parte de vuestros profesores no sabe lo que son las reválidas porque desaparecieron con la introducción de la EGB en los años 70 del siglo pasado. Y ahora la LOMCE habla de que hay que hacerlas al final de algunos cursos, lo cual determina también la posibilidad o no de hacer según qué carreras o estudios superiores.

Así que incluimos aquí un artículo publicado en EL PAÍS sobre el tema:

Selectividad vs. reválida de Bachillerato

La nueva prueba dura más e incluye más exámenes. Así son los cambios que llegan con la LOMCE

El examen para acceder a la Universidad cambia a partir de este curso. Ahora serán las reválidas de Bachillerato las pruebas válidas. A partir de 2018, todos los alumnos deberán aprobarla para obtener el título de bachillerato y poder seguir estudiando. De momento, son la nueva PAU (Prueba de Acceso a la Universidad o Selectividad). No será tipo test, como había barajado el ministerio anterior. El Ministerio de Educación cerró las principales características en una negociacióncon los rectores. Estos son los principales cambios:

¿Quién elabora el examen?

Selectividad. Las comunidades autónomas con profesores de Universidad y Bachillerato.

Reválida. Las comunidades redactan las pruebas pero el marco general lo establece el Estado.

¿Quién lo corrige y cómo puntúa?

Selectividad. Profesorado funcionario externo al centro (secundaria y Universidad). La puntuación va de 0 a 14 puntos (los últimos 4 están reservados a los alumnos que se presentan para subir nota).

Reválida. Profesorado funcionario externo al centro. La normativa no especifica si de secundaria o Universidad. Tampoco indica cómo se puntúa.

¿Cuánto duran las pruebas previstas?

Selectividad. Tres días (cuatro en comunidades con lengua cooficial). Cada examen dura 90 minutos con 20 minutos entre sesiones.

Reválida. Cuatro días (cinco en comunidades con lengua cooficial). Cada examen dura 90 minutos con 20 minutos entre sesiones.

¿Cuántas preguntas hay en cada examen?

Selectividad. No existe un número fijo por examen. Todas son preguntas abiertas.

Reválida. 15 preguntas por asignatura. Al menos la mitad son preguntas abiertas. El resto, tipo test.

¿Cuándo se convoca la prueba?

Selectividad. Dos convocatorias anuales, ordinaria y extraordinaria.

Reválida. Dos convocatorias anuales, ordinaria y extraordinaria.

¿Cuántas asignaturas entran y cuáles son optativas para el alumno?

Selectividad. Cuatro obligatorias (Lengua Castellana y Literatura/ Lengua extranjera/ Historia o Filosofía (a elección) y una materia de modalidad (Matemáticas, Biología/ Economía, Latín… ). Hasta cuatro optativas para subir nota.

Reválida. Siete obligatorias, con cinco troncales generales (Lengua, idioma extranjero, Historia, Filosofía y Lengua cooficial en regiones con dos lenguas), dos materias troncales de modalidad y una específica.

¿Cuál es la nota necesaria para aprobar y cuánto cuenta en el expediente final?

Selectividad. Si saca un 4 y la media con el expediente da 5, se considera aprobada. El examen vale un 40% (el otro 60% es el expediente académico).

Reválida. Este curso, si saca un 4 y la media con el expediente da 5, se considera aprobado. El examen vale un 40% (el otro 60% es el expediente académico).

Más información sobre el tema:

http://politica.elpais.com/politica/2016/08/21/actualidad/1471799487_311039.html?rel=mas?rel=mas

UN ARTÍCULO SOBRE LOS MIEDOS DE LOS ESTUDIANTES

Estaba mirando la prensa digital cuando me he encontrado en un artículo de Ana Torres Menárguez una palabra que desconocía, “procrastinar”, y al leer el titular y las primeras líneas he recordado muchos de los miedos que tenía en mi época de estudiante. Quizá valga la pena compartirlo con vosotros que tenéis que prepararos exámenes y trabajos:

El peligro de procrastinar antes de los exámenes finales

El 50% de los universitarios posponen las tareas académicas por miedo a fracasar. La llamada procrastinación se puede combatir

En época de exámenes o de entrega de trabajos finales, cualquier excusa es buena para posponer el momento de comenzar la tarea. Pensamientos como “si duermo la siesta, me sentiré con más ánimo para estudiar” o “lo haré más tarde” pueden paracer inofensivos pero no lo son. Los expertos alertan del peligro de convertirse en un procrastinador, un especialista en retrasar de forma recurrente el inicio de una actividad por miedo a fracasar. Esa falta de acción deriva en sentimientos de culpa y puede generar ansiedad en el estudiante.

“Es una conducta frecuente que afecta a más del 50% de los universitarios”, asegura Marcela Paz González, profesora de laFacultad de Psicología de la UNED y autora del estudio ¿Puede amortiguar el Engagement los efectos nocivos de la procrastinación académica?, publicado en 2013. Los llamados postergadores son, en muchas ocasiones, perfeccionistas con aspiraciones demasiado ambiciosas. Esas expectativas hacen que comenzar una tarea les suponga un esfuerzo titánico. “Por miedo a fracasar evitan realizar trabajos en los que no hay garantía de éxito”, apunta González. Al no poder alcanzar las metas poco realistas que se imponen, sienten que no están a la altura y ven el mundo demasiado difícil y exigente.

“Para evitar esos sentimientos, retrasan el momento de ponerse a estudiar. El trabajo se les acumula entonces y se empiezan a sentir saturados y ansiosos”, detalla la experta. Los procastinadores piensan: “yo tendría que ser capaz de realizar toda esa tarea”. Y eso les genera pensamientos negativos sobre uno mismo del tipo “qué estúpido soy”. Se sienten incapaces de establecer prioridades. En lugar de buscar soluciones, suelen pasar su tiempo lamentándose. “La actitud de dejarlo todo para mañana acaba siendo un freno definitivo”, añade la psicóloga. Se trata de “trucos” inconscientes como salir a comprar algún producto de “extrema necesidad” o visitar a un familiar al que hace tiempo que no se ve.

“No es un fenómeno actual, tenemos constancia de que se da desde la Revolución Industrial, pero ahora va en aumento. Los jóvenes de hoy son de satisfacción inmediata porque no han aprendido a frustrarse, en parte porque los padres se lo han dado todo”, explica González.

El bloguero estadounidense Tim Urban explica de manera cómica en una charla TED los mecanismos que se accionan en el cerebro de un procrastinador. Es la parte más animal la que busca la satisfacción inmediata y el entretenimiento constante y la que bloquea a nuestro yo responsable.

Para hacer frente a esta conducta y empezar a estudiar para los exámenes finales con el suficiente tiempo de antelación, un grupo de expertos propone seis técnicas:

1- Empieza ahora. Esperar a que llegue la inspiración es un error. “La inspiración inicial no siempre llega y si lo hace no se mantiene durante mucho tiempo. Resolver un problema requiere mantener el esfuerzo”, señala William J. Knaus en su libro End Precrastination Now! (en español, termina con la procrastinación ya). Según este autor, con más de 20 publicaciones sobre este tema, es mejor empezar la tarea sin estar inspirado, pues es más probable que llegue mientras se está trabajando que sin hacerlo. “Si no llega, el trabajo ya estará hecho y una cosa menos de la que preocuparse”.

2- Divide la tarea en trozos. “El objetivo es dividir el contenido en pequeños bloques y estudiarlos en espacios de 15 o 20 minutos para obtener la sensación de logro”, explica Marcela Paz González, de la UNED. El estudiante debe hacer un descanso de cinco minutos entre cada bloque. “Es imprescindible eliminar cualquier fuente de distracción (móvil, tele,…). Eso quiere decir no tenerlos al alcance. Distraen, desconcentran y son perfectos para procrastinar”, señala Nuria Codina, profesora de Psicología Social de la Universidad de Barcelona.

 3- Elabora un calendario de estudio. Aplicaciones como Google Calendar, Sunrise Calendar, Awesome Calendar, o The Homework App son útiles para organizarse. En este punto, Anna Iñesta, directora del Centro de Innovación Educativa de ESADE, recomienda analizar todas las tareas pendientes y colocarlas en una barra temporal a modo de timeline. “Tener una visión panorámica de los diferentes exámenes o de los proyectos y las fechas de entrega ayuda a ver qué tareas hay que priorizar”. Según un estudio elaborado por José V. Pastana, profesor de Psicología Social de la Universidad de Barcelona, se ha demostrado que los alumnos que no se planifican bien obtienen malas calificaciones. “El alumno que estudia y trabaja, procrastina menos. La responsabilidad hace que la persona presente un mayor rendimiento académico”, asegura.

 4- Identifica tu biorritmo. “Hay personas a las que les cuesta mucho arrancar por la mañana y tienen más energía por la tarde”, señala Iñesta. El biorritmo se puede modificar con la rutina, cambiando el horario. “Si madrugas más y en esas primeras horas realizas tareas más complejas, tu cuerpo responderá”. La profesora de laUniversidad de Oakland Barbara Oakley, recomienda no recurrir a la presión de dejarlo todo para última hora de la tarde o noche para ser más productivo. “Cuando duermes, crecen nuevas conexiones entre las neuronas, pero solo un grupo reducido. Por eso es importante asimilar nuevos conceptos poco a poco cada día”. Las estructuras neuronales, sostiene, son similares a las musculares. “ ¿Quién podría pensar que los levantadores de pesas preparan sus músculos para una competición en una sola noche? Saturarse la noche antes del examen significa que se va a construir una estructura neuronal muy débil”, indica la coatura del curso Aprendiendo a Aprender de la plataforma Coursera.

5- Intenta engancharte a la tarea. “Se trata de conversar con el texto, hacerle preguntas y desechar los párrafos tontos, detectar el relleno”, señala González. “Muchos alumnos creen que todo es igualmente importante y tienen que aprender a detectar dónde está la información relevante”, añade. Para ello recomienda crear mapas conceptuales con herramientas como Cmap Tools. “Al elaborar estos esquemas, el estudiante realiza un esfuerzo importante para distinguir lo esencial de lo superfluo y procesa mejor la información. Estos mapas son como un árbol que entrelaza conceptos clave sobre una temática; aportan una visión global”, indica Anna Iñesta, de ESADE.

6- Habla con tu mejor parte. Normalmente la frustración es la que ocupa gran parte del diálogo interior. “La primera gran frustración marca una herida y abre un pozo de oscuridad al que van cayendo todas las experiencias negativas. Eso provoca que aparezca el miedo a un futuro fracaso”, señala González. El estudiante debe cambiar el discurso que tiene de sí mismo para ganar confianza. “Se dice que no es capaz y tiene que sustituir ese discurso por el de momentos de éxito en los que sí logró un buen resultado académico”. Tiene que ver, sostiene González, con experiencias reales del alumno que debe recordar.

UNAS PALABRAS DE HOWARD GARDNER

Ahora que estamos realizando en las horas de tutoría el dossier de orientación de 3r y 4rt ESO, tener presente estas ideas de Howard Gardner no es nada perjudicial. Forman parte de una entrevista realizada por Lluís Amiguet para La Contra de “La Vanguardia”.

“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”

Howard Gardner, neurocientífico; autor de la teoría de las inteligencias múltiples.
“Aprender es el único antídoto contra la vejez y yo lo tomo cada día en Harvard con mis alumnos. Es tonto clasificar a los humanos en listos y tontos, porque cada uno de nosotros es único e inclasificable. Puedes vivir sin filosofía, pero peor. Soy flamante honoris causa en Pedagogía por la Ramon Llull”.
“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”
Colab.LV | Foto: Laura Guerrero

“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”

Únicos

Ninguna persona es mejor ni peor que otra. Ni tampoco igual a otra. Lo que nos hace humanos es que cada uno de nosotros es único. Así que ríase, con la neurociencia, de quien diga que alguien es más listo que otro: ¿listo para qué? Cualquier talento no es sino capacidad de adaptación al entorno: inteligencia. Por eso, Gardner sostiene que hay más de una. Y ahí no acaba nuestra diversidad: cada cultura y cada persona entiende esa teoría –todas las teorías– a su manera. Manera, además, que varía con la edad: cuanto más envejeces, más difícil te resulta adaptar tu vida a las nuevas ideas y menos adaptarlas cómodamente a tu modo de vivir sin variarlo. Por eso, creer saber envejece y querer saber rejuvenece.

Por qué cuestiona que la inteligencia es lo que miden los tests?

Porque yo soy un científico y hago experimentos y, cuando mido la inteligencia de las personas, descubro que algunas son muy buenas solucionando problemas pero malas explicándolos. Y a otras les pasa lo contrario.

¿Y si hay personas diversas es porque también tiene que haber diversos talentos?

Por eso he dedicado 400 páginas a describir siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal.

¿Y por qué no muchas más: la culinaria o la mística o la teatral o la ecológica?

Porque no cumplen los requisitos que sí cumplen esas. Y espero acabar demostrando que además hay una inteligencia naturalista, otra pedagógica y otra existencial para plantearnos preguntas trascendentes. Pero no más.

Hoy los colegios ya plantean sus programas según esas inteligencias múltiples.

Y yo no me dirigía a los pedagogos, pero fueron ellos los primeros que adoptaron mis teorías.

Tipos de inteligencia
Hay siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal

¿Por qué?

Porque comprobaban cada día en las aulas que las categorías de tonto o listo no cubren la diversidad del talento humano. Y, por tanto, que los tests de inteligencia no miden realmente nuestras capacidades, sino sólo la de resolverlos.

Su teoría, además, era cómoda para consolar a niños con malas notas y a sus papás.

Se abusó de ella al principio porque no se comprendió bien. En Australia, la administración la manipuló para explicar que había grupos étnicos que tenían inteligencias diferentes de otros.

¡Qué peligro!

En ese punto, empecé también a preguntarme por la ética de la inteligencia y por qué personas consideradas triunfadoras y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para ellas mismas.

Esa ya es una pregunta filosófica.

Pero yo soy un científico e inicié un experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevisté a más de 1.200 individuos.

¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?

Descubrimos que no los hay. En realidad, las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.

A mí se me ocurren algunas excepciones…

Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre E CE: excelentes, comprometidos y éticos .

¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona?

No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia . Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética.

Para hacerte rico, a menudo estorba.

Pero sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.

Resulta tranquilizador saberlo.

Hoy no tanto, porque también hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito.

“Señor, hazme casto, pero no ahora”.

Como san Agustín, en efecto. Otra mirada estrecha lleva a estudiantes y profesionales comodones a ser lo que consideramos inerciales, es decir, a dejarse llevar por la inercia social e ir a la universidad, porque es lo que toca tras la secundaria; y a trabajar, porque es lo que toca tras la universidad…, pero sin darlo todo nunca.

Sin ilusión, la vida se queda en obligación.

Y otros son transaccional es: en clase cumplen lo mínimo y sólo estudian por el título; y después en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, pero sin interesarse de verdad limitan su interés y dedicación. Y son mediocres en todo.

¿No descubren algún día de su vida algo que les interese realmente?

Algunos no, y es uno de los motivos de las grandes crisis de la madurez, cuando se dan cuenta de que no hay una segunda juventud. Otra causa es la falta de estudios humanísticos: Filosofía, Literatura, Historia del Pensamiento…

¡Qué alegría! Alguien las cree necesarias…

Puedes vivir sin filosofía, pero peor. En un experimento con ingenieros del MIT descubrimos que quienes no habían estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50, eran más propensos a sufrir crisis y depresiones.

¿Por qué?

Porque las ingenierías y estudios tecnológicos acaban dándote una sensación de control sobre tu vida en el fondo irreal: sólo te concentras en lo que tiene solución y en las preguntas con respuesta. Y durante años las hallas. Pero, cuando con la madurez descubres que en realidad es imposible controlarlo todo, te desorientas.

¿En qué país influyó más su teoría de las inteligencias múltiples?

En China editaron cientos de títulos sobre inteligencias, pero las entendieron a su modo: querían que su hijo único fuera el mejor en todas.

Pues no se trata exactamente de eso.

Cada sociedad y persona entiende lo que quiere entender. Cuanto mayor te haces, más difícil es adaptar tu vida a un descubrimiento y más fácil adaptar el descubrimiento a lo que ya creías que era la vida. Por eso, voy a clase a desaprender de mí y aprender de los jóvenes.

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160411/401021583313/una-mala-persona-no-llega-nunca-a-ser-buen-profesional.html

Para saber más:

https://psicologiaymente.net/inteligencia/teoria-inteligencias-multiples-gardner

Simon Estes, bajo-barítono, nieto de esclavos en “La Contra” de La Vanguardia, por Ima Sanchís

Ayer, la periodista Ima sanchís publicó una entrevista al cantante de ópera Simon Estes en la última página de LA VANGUARDIA. La pongo entera porque habla de cosas sobre las que podemos discutir en clase en la hora de tutoría. ¿Cuáles? Mejor lo ponemos en la pizarra al final.
Cumplo 78 años. Nací en Centerville, Iowa, viví muchos años en Zurich y ahora soy catedrático en la Universidad de Iowa. Casado, tengo tres hijas. Todos deberíamos aprender a vivir juntos con amor, paz y compasión. Hay que tener el valor de perdonar. Hoy vivo para servir a Dios y a los niños.

Saludable bondad

Cuando habla su voz te retumba en el estómago, es alto y esbelto como un pino y la ciencia debería estudiar su genética, porque les aseguro que la edad biológica de este grande de la lírica no va más allá de los 65 años. Se ve que ser buena persona le sienta de maravilla. Sigue en activo y donando la mitad de lo que gana para que jóvenes sin recursos estudien una carrera desde que en 1985 creó el Simon Estes International Foundation for Children, y este año se ha propuesto salvar la vida de millones de niños africanos que mueren como moscas debido a la malaria y se ha comprometido a ofrecer conciertos benéficos por todo el mundo. Ha participado como jurado en el 53 Concurso Internacional de Cant Tenor Viñas.

Su abuelo era esclavo. 
Lo vendieron por 500 dólares. Mis tres hermanas y yo nacimos en una casita de cuatro metros cuadrados, sin electricidad ni agua ni lavabo.

¿Padre analfabeto? 

Sí, trabajaba en una mina de carbón. Y yo a los 11 años ya era limpiabotas.Tuve que fregar lavabos, suelos y ventanas para pagarme la universidad. A menudo no tenía suficiente dinero para comer, pero nunca le dije a nadie que tenía hambre.

Arreciaba la discriminación en EE.UU. 

No se nos permitía ir a las piscinas en las que nadaban los blancos, ni sentarnos en la platea en el cine, y no había justicia para nosotros. Pero mi madre decía que debía rezar por las personas que me discriminaban.

A veces hay que rebelarse y no solo rezar. 

A mi padre lo ingresamos por un fuerte dolor en el abdomen pero el médico diagnosticó problemas de corazón. Cuando pedí consultar con un cardiólogo se enfadó muchísimo: “¿Dónde ha aprendido usted esa palabra? Su padre es un viejo y va a morirse de todos modos”. Al día siguiente murió tras grandes sufrimientos y la autopsia reveló que lo mató una apendicitis.

¡Qué rabia!

“No odies a este médico por lo que le ha hecho a tu padre, reza por él –me dijo mi madre–. Nunca odies a quien te daña, porque si la amargura logra instalarse en tu corazón, enfermarás”. Me resultó muy difícil pero la obedecí.

Denunciar no es odiar.

Era el año 1961, ni se me pasó por la cabeza. Sobrevivir nos ocupaba la vida. Pero aunque fuéramos pobres siempre fuimos felices. En casa teníamos un viejo piano que mi madre tocaba.

¿Qué decidió estudiar?

Psicología, hasta que un profesor me oyó cantar en el coro y me dijo que tenía voz de cantante de ópera. Yo no había oído una ópera en mi vida y me prestó unos discos. “Señor Kellis, esta cosa me gusta”, le dije al día siguiente, y acabé en una escuela de música en Nueva York. En 1965 empezó mi carrera en la ópera de Berlín.

¿Aprendieron a valorarle en EE.UU.?

Vivía en Nueva York, había actuado en Berlín, París, Viena, Londres, Madrid… Recuerdo que de nuevo llamé a mi madre llorando: “Madre, no me dejan cantar en las óperas de mi propio país”. Y mi madre volvió a repetirme: “Pues arrodíllate y reza por esas personas. Nunca te conviertas en una persona amarga, sigue siendo humilde y acabarás triunfando”. Obedecí.

Y cantó en la Metropolitan Opera.

Sí, en todas las operas de EE.UU. Pero el único país que me pagó lo mismo que a mis compañeros fue España.

¿Y sus compañeros no señalaban esa discriminación?

No, he cantado con Pavarotti y Plácido Domingo compartiendo protagonismo y ellos cobraban muchísimo más que yo. Pero Placido siempre me invitó a cantar y me pagaba un poco más de lo habitual.

La suya es una historia increíble.

He cantado 102 papeles diferentes con 115 orquesta del mundo en 84 teatros líricos distintos de todos los continentes salvo en la Antártida.

Se negó a cantar en Sudáfrica.

A causa del apartheid. Entonces me ofrecieron una enorme suma de dinero y les dije que cantaría si la mitad del público eran negros y me concedían una entrevista televisada con el presidente Botha.

Es usted un hombre de principios, qué gusto.

Los principios son mucho más importantes que el dinero. Cuando Mandela subió al poder fui el primer negro que cantó allí en la ópera.

Ha cantado usted para reyes, seis presidentes norteamericanos y varios Nobel…

Cuando pienso en mi pasado no puedo créemelo, y todo gracias a que mi padre y mi madre me enseñaron a amar, a ser fuerte, a ser honrado y seguir siendo siempre humilde.

Parece que el racismo está reviviendo.

Hoy ya no te linchan ni te cuelgan, pero los negros, entre otras injusticias, seguimos cobrando menos que los blancos como ocurre con las mujeres. La manera de luchar contra eso es a través de la educación: cuando las personas se forman saben comunicarse y cómo luchar para defender sus derechos, por eso siempre he donado la mitad de mis ingresos para que jóvenes sin recursos puedan ir a la universidad.

¿Sufrió discriminación en la universidad?

En el instituto era el único negro de mi clase. Un día mis amigos blancos me propusieron ir al cine con ellos. Entramos y yo me fui directo arriba, junto a los lavabos, que es donde se sentaban los negros, pero mis amigos insistieron en que fuera con ellos. Entonces el director me chilló. “¿Dónde te crees que vas?”, y mis amigos, niños ricos de Centerville, le dijeron que o callaba o harían que lo despidieran.

¿Los jóvenes tienen menos prejuicios?

Sí. A partir de entonces mis amigos negros también se sentaron abajo.

¿Qué ha entendido del ser humano?

El amor es la mayor fuerza que tenemos, pero le sigue el odio muy de cerca. El ser humano nunca ha vivido en paz. Nos enfrascamos en guerras y sólo cuando ya hay miles de muertos los líderes se sientan a negociar.

Absurdo, sí.

Al final todo tiene que ver con el control y la posición de fuerza. Los líderes envían a la gente a morir mientras ellos se quedan en sus despachos. Solo el amor puede acabar con eso.

  1. ¿Qué resaltaríais de los orígenes de Simon Estes?
  2. ¿Esa era la vida de gran parte de la población negra de los EEUU?
  3. ¿Por qué dice la entrevistadora “Parece que el racismo está reviviendo”?
  4. ¿Y de su personalidad? ¿Qué es lo que Estes valora?
  5. ¿A qué estaba destinado el joven Estes?
  6. Buscad grabaciones de conciertos en youtube y aspectos de su biografía que no aparezcan en el artículo. ¿Qué ha logrado ser?
  7. Valorad la importancia de personas como Simon Estes y este tipo de artículos.

 

Por qué los estudiantes en Japón tienen que limpiar los baños de sus escuelas por BBC Mundo

El profesor Juan Patrón me ha mandado este artículo de la BBC para someterlo a vuestra consideración por si es merecedor de un debate en clase:

“Parece algo impensable en la mayoría de las escuelas de América Latina, pero es una práctica educativa que llena de orgullo a los japoneses.

En la mayoría de los colegios de Japón los estudiantes de primaria y secundaria no solo tienen que barrer, trapear y servir la merienda como parte de su rutina escolar, también tienen que lavar los baños, una práctica se llama o-soji.

“En la escuela, un alumno no sólo estudia las materias, también aprende a cuidar lo que es público y a ser un ciudadano más consciente”, explica el profesor Toshinori Saito.

“Y nadie reclama porque siempre ha sido así”, le dijo al periodista de BBC Brasil Ewerthon Tobace.

Además, cuenta Tobace, en las escuelas japonesas tampoco existen cafeterías o comedores. Los estudiantes comen en la misma aula y son ellos mismos los que organizan todo y sirven a sus colegas.

Y, después de la merienda, es hora de limpiar la escuela.

Los alumnos se dividen en grupos, cada uno de los cuales es responsable de lavar lo que se utilizó durante la comida y de la limpieza del salón, los corredores, las escaleras y los baños en un sistema rotativo coordinado por los profesores.

Tradición

No es que en Japón no haya personal profesional encargado del aseo en las escuelas. Los hay y se conocen como yomushuji.

Sin embargo, el o-soji es una tradición en las instituciones educativas.

Michie AfusoImage copyright Marcelo Hide
Image captionMichie Afuso propone un intercambio cultural para trasmitir la tradición de o-soji a Brasil.

“Yo también ayudé a cuidar la escuela, así como lo hicieron mis padres y abuelos, y nos sentimos felices de recibir la tarea porque adquirimos una responsabilidad“, dice el profesor Saito.

Michie Afuso, presidente de ABC Japan, una organización sin ánimo de lucro que asiste a la integración de extranjeros y japoneses, dice que la obligación también hace que los niños entiendan la importancia de limpiar lo que está sucio.

Limpieza en las escuelasImage copyrightMarcelo Hide
Image captionLos niños se dividen en grupos que asumen diferentes tareas de limpieza.

Un reflejo de eso se pudo ver en la Copa Mundial de Brasil, cuando los hinchas japoneses llamaron la atención al limpiar las gradas durante los juegos, así como las calles de las ciudades japonesas, que son mundialmente conocidas por su limpieza casi impecable.

“Eso demuestra el nivel de organización del pueblo japonés, que aprende desde pequeño a cuidar del patrimonio público que va a ser utilizado por las próximas generaciones”, señaló.

Extranjeros

Para que los extranjeros y sus hijos entiendan cómo funcionan las tradiciones en las escuelas japonesas, muchas provincias han contratado auxiliares bilingües.

La brasileña Emilia Mie Tamada trabaja en la provincia de Nara, que colinda con Kioto, hace más de 15 años como voluntaria.

Niños lavando baños en JapónImage copyrightMarcelo Hide
Image captionPara los extranjeros el sistema japonés parecería rígido pero todo lo que tenga que ver con la educación es tomado muy serio en ese país asiático.

“En todo este tiempo, no me acuerdo de ningún padre que haya cuestionado la participación de su hijo en la limpieza de la escuela”, le contó Mie a BBC Brasil.

Y si bien Michie Afuso reconoce que a los ojos de los extranjeros el sistema educacional de Japón puede parecer rígido, también destaca que “la educación es considerado un asunto muy serio por los japoneses“.

Es una situación que Emilia Mie Tamada contrasta con algunos incidentes recientes en Brasil, un país que tiene una relación muy estrecha con Japón.

Recientemente, en el país sudamericano se generó una polémica porque algunas escuelas “obligaban” a sus alumnos a limpiar los salones de clase, lo que fue denunciado por algunos como un abuso.

Aula de enseñanza en Japón
EnJapón, las escuelas no tienen comedores y la merienda la sirven los niños en los salones.

Y un video en el que una estudiante agredió a la directora de una escuela brasileña porque le confiscó el teléfono celular se volvió viral en internet y abrió una serie de debates sobre la violencia en esas instituciones; debate que bien podría tener lugar en otros países de la región.

Mientras, en Japón este tipo de abuso en la escuela es raro.

“Desde tiempos antiguos, las escuela y los maestros son respetados. Los alumnos aprenden a cultivar un sentimiento de amor y agradecimiento hacia la escuela”, dice Emilia Mie.

Lo que sugiere que hay muchas cosas que podríamos aprender de las escuelas de su país

“Hoy tengo ganas de deciros algo”, por Alejandro Sarbach

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Hace dos días supimos que Alejandro Sarbach, que fue profesor de Filosofía de nuestro centro hasta el curso 2010-2011, murió de cáncer. Que se trasladara el curso siguiente a un centro de Barcelona hasta su jubilación, ha hecho que muchos de vosotros no le conocierais de haberlo visto por los pasillos ni le hubierais tenido en clase. Solo deciros que no conocemos a ningún alumno que saliera defraudado de sus clases. Él no está, pero sus conocimientos permanecerán con nosotros gracias a sus libros (el último fue publicado hace muy poco) y en su blog “CARBONILLA”.

En su página web de Tumbr se definía así:

“Entusiasta con mi trabajo, algo escéptico con sus resultados, dedico la mayor parte de mi tiempo a la búsqueda de nuevas experiencias de aprendizaje en secundaria.

Amo la filosofía, aunque con frecuencia es tan sólo un medio para compartir buenos momentos en el aula, investigando y pasándolo bien con mis alumnos.”

 

Alumnos y profesores hemos despedido a Alejandro con música clásica y un tango, y leyendo estas palabras suyas que hoy cobran un sentido aún más profundo:

“Sert, promoción 2010

Hoy tengo ganas de deciros algo: aunque no seáis los mejores en muchas cosas, para alguien, siempre seréis en algo los mejores. Para mí, alumnos del B21 y del B22, con toda la sinceridad del mundo, digo hoy que sois los mejores.

Un consejo: si en el futuro encontráis a alguien que os despierta este sentimiento no dejéis de decírselo. Algo que hemos comentado en clase: construimos nuestra identidad con las ideas que los demás nos devuelven de nosotros mismos. No podemos evitar ser, en parte, aquello que los demás piensan que somos. Si le decimos a alguien que en algo es bueno, le estamos dando la oportunidad de realmente serlo. Si le decimos a alguien que es capaz de hacer algo, le estamos dando en cierta forma la capacidad de hacerlo. Porque ser capaz no consiste en saber hacer, sino en tener la voluntad y la fuerza para hacerlo. Voluntad de poder, quizás. Y sabéis que los héroes no estudian, ni hacen exámenes para serlo, les basta con su voluntad y su deseo.

Por todo esto pienso que la misión de los profes, debería ser, más que enseñar cosas, intentar infundir voluntad y deseo de ser. Misión nada fácil, por cierto; y me atrevo a decir realizada sin mucho éxito la mayoría de las veces. No es tan importante conseguir alumnos excelentes, como alumnos entusiasmados con lo que hacen, o con lo que desean hacer. La preocupación de la escuela tendría que ser principalmente esta. El único fracaso escolar auténtico no es tanto la cantidad de suspensos, como la cantidad de alumnos que se aburren en clase.

Esto lo he aprendido de vosotros. Cuando en medio del ruido y el desorden, durante un debate o una explicación, he visto alguna vez brillo de entusiasmo en algunos ojos, en esos momentos, todo el trabajo realizado durante estos años cobró sentido.

Procurad ser honestos, solidarios y valientes. Decid a los demás que también lo son, para que realmente puedan serlo más. Necesitamos poder vivir en un mundo mejor, y sois vosotros quienes tenéis la capacidad de construirlo. Se trata tan sólo de optar por ello.”

Alejandro SARBACH, profesor de Filosofía.