Este trimestre vamos a leer y conocer más de cerca la obra Marina de Carlos Ruiz Zafón.
Todos los miércoles del tercer trimestre, vamos a ir alternando sesiones de lectura con el trabajo en clase. Organizados en cinco grupos de cinco, vais atener que resolver los siguientes retos:
RETO 1: Buscar imágenes de los los lugares de Barcelona que aparecen en Marina.RETO 2: Redactar un final alternativos de la obra para compartirlo con su autor. |
Al final del trimestre, cada grupo expondrá al resto de los compañeros sus trabajos. El mejor final alternativo se mandará al autor.
A continuación, os dejo unos trabajos realizados por los alumnos para que os sirvan de ejemplo.
RETO 1: EJEMPLO DE FINAL ALTERNATIVO DE MARINA
Compartido en Twitter con Carlos Ruiz Zafón: https://twitter.com/cintaguilar/status/834351773074804737
Querido autor:
Los alumnos de 4º de la ESO del Instituto Escuela 3 d’Abril de Móra la Nova, han leído durante el primer trimestre su obra Marina. El libro nos ha parecido espectacular y su lectura nos ha enganchado y conmovido desde el primer momento.
La profesora nos propuso escribir un final alternativo del libro. Nuestra compañera, Ana Franquet Belmonte, elaboró una redacción que nos cautivó y que nos gustaría compartir con usted. Esperemos que le guste.
FINAL ALTERNATIVO DE MARINA
Quizás este era el final o quizás era solo un capítulo más de nuestra historia. Odiaba que ahora solo tuviera el quizás para aferrarme. ¿Cómo en unas horas todo podía cambiar tanto? Cerré los ojos, no estaba preparado para afrontar la realidad. Mi mente era una guerra civil; estaba dividida. Una parte creía que todo iba a salir bien y otra, todo lo contrario. Pero en el mismo instante que nuestras miradas se cruzaron; lo supe, todo iba a salir bien. Había algo diferente en ella, era más bien como un brillo… en su mirada. Marina tenía esperanza, realmente creía en un mañana. Era increíble, tan joven y tan valiente. Porque si hay una palabra que la describiera era esa: valiente.
Siempre me había parecido que los hospitales eran unos de los sitios más tranquilos, pero, ahora ya no. Gritos, pasos acelerados, puertas abriéndose y cerrando… creando una explosión de sonidos que me ponían nervioso. Pero tan pronto como empezó, acabó. Al cerrar la puerta de la sala de operaciones todo el ruido desapareció. Y a decir verdad, no sé qué me ponía más nervioso, el ruido o el silencio que se respiraba en la sala de espera.
Como si cada paso fuera más pesado que el anterior nos acercamos a las sillas. Solos, Germán y yo.
No era necesario decir nada, con la simple compañía lográbamos reconfortarnos. Pero aún así quería hacer algo, y dar ánimos era lo único que estaba a mi alcance.
—Todo saldrá bien, seguro que dentro de unas horas ya estará escribiendo cosas que no nos dejará leer hasta que no acabe el libro—dije con una sonrisa ladeada mientras pensaba en la última vez que la vi escribir, y lo concentrada que se veía en ello. Eso hizo que mi sonrisa se expandiera.
—Lo sé, amigo Óscar— y esas fueron las únicas palabras que nos dijimos en todas las horas que pasamos en la sala esperando a que la operación de Marina saliera bien.
Los dos nos perdimos en un mar de recuerdos y pensamientos sobre Marina. Ahora mismo para mí todo giraba en torno a ella. Pensé en la primera vez que la vi, cómo me quedé perdido entre sus ojos. Aún recuerdo su mirada sarcástica, que a partir de ese día me lanzó unas cuantas veces. Y lo tonto que actué, y su astuta palabrería para no decirme su nombre. Marina, ¿es tonto que un nombre que antes no era nada para mí ahora me provocará tantas cosas? Oh, ¿y cómo olvidar la primera vez que oí un relato suyo? También me acordé de la forma cómo trataba a su padre, a pesar de que ella no se encontraba bien, hacía todo por él y sin rechistar. Y esas veces que me tomaba el pelo en las conversaciones con Germán, como la vez que dijo que yo era ácrata, y yo sigo sin saber qué significa eso. Pienso en el día de la playa, y puedo jurar que vuelvo a sentir todo, revivo como su presencia me quemaba, como casi la beso… todo, no hay ni un solo detalle que se me escape. Y ¡cómo olvidar nuestras aventuras en el invernadero! Simplemente era imposible, todos esos recuerdos se quedarían grabados para siempre en mi corazón, pase lo que pase.
Estaba tan ensimismado que no me di cuenta de que Germán la estaba dibujando. Y era tan exacta que si nunca hubiera visto una obra suya habría dicho que era una fotografía. Me alegraba ver cómo hacia los trazos con tanta naturalidad y armonía. Creo que solo seguía su instinto, pero sea como sea, había plasmado la esencia de Marina a la perfección. Ya cansado de estar tanto rato sentado, decidí levantarme. Me acerqué a una de las ventanas, y estaba tan perdido mirando las estrellas que casi no oigo cómo la puerta se abría. Germán fue más rápido acercándose a los doctores que habían salido de operar a su hija. Pero yo no tardé en posicionarme a su lado, eché miradas furtivas dentro de la sala, pero solo conseguía ver a más doctores. ¿Es qué no podían apartarse? Necesitaba verla. Pude reconocer al doctor Rojas, se veía cansado pero lucía una sonrisa de alivio y satisfacción. Había salido bien. Entonces me di cuenta que había contenido el aire y que ahora podía respirar tranquilo, también sentí como si me hubiera quitado una carga de encima. Era reconfortante. Marina ya no tenía los días contados. Por fin, uno de los doctores nos explicó con detalles su estado. Como era de esperar, Marina ahora mismo estaba cansada y pasaría un par de noches en el hospital. Pero no había problemas, la operación había ido sin complicaciones. Nos dijeron que dentro de unos minutos la podríamos ver, pero que antes tenían que llevarla a la habitación. Tanto Germán como yo no teníamos ganas de volver a sentarnos en esas incomodas sillas, así que esperamos de pie. Pudimos ver cómo llevaban a Marina a la habitación, y nosotros casi que los perseguimos.
Tal como nos dijo el doctor pudimos entrar a verla, pero por turnos. Y como era lógico primero entró Germán. Ya hacía rato que había entrado, pero no lo culpaba. Era normal que no quisiera separarse de ella, por poco la pierde. El doctor Rojas y su novia se pasaron a hacerme compañía. Él casi que no se tenía en pie; se veía agotado. La verdad es que daba gracias porque gente como él se dedique a salvar vidas. Oímos cómo la puerta se abría y a la vez todos nos giramos para ver cómo Germán salía. Tenía los ojos rojos y una gran sonrisa. Germán se quedó hablando con ellos. Y yo tomé aire y piqué a la puerta. La abrí con una mezcla de delicadeza y desesperación. Entré y la vi. Estaba tumbada, se veía cansada pero feliz. Y por raro que suene débil y fuerte a la vez. Todo en mí me gritaba que dijera algo, pero nada salía. No era que no hubiera cosas que decirle, es más, había un montón. ¿Por qué no podía decirle una de ellas?
—Supongo que un hola estaría bien—dijo con sorna.
—Supongo que sí—sin quererlo mi voz sonó ronca, así que tosí para recuperar mi voz normal—Hola Marina.
—Hola Óscar.
2 años más tarde
Pasé los dedos por la dedicatoria del libro, llevaba mucho tiempo deseando leerlo y ahora era el momento.
«Para el chico que se convirtió en mi serendipia, que hace mi vida más divertida y más emocionante. Y para ti, querido lector, espero que disfrutes de esta aventura tanto como yo la disfruté»
Para el chico que se convirtió en mi serendipia, ese era yo y no me podía sentirme más feliz por serlo.
La verdad es que ya estaba acostumbrado a las palabras raras de Marina, y esa en especial era mi favorita. Serendipia, poca gente la conoce, pero tiene un significado precioso: descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Realmente no sé que estaba buscando Marina antes de conocerme, pero puedo decir con total seguridad que Marina también había sido mi serendipia, yo solo buscaba pasar el rato fuera del internado, explorar Barcelona, nada más, pero apareció ella y todo cambió.
Me sentía muy orgulloso de ella, su sueño de ser escritora se había hecho realidad. No fue fácil pero había valido la pena. Y ahora solo deseaba leerlo y no parar hasta acabarlo. Tenía mucha curiosidad por ver las cosas desde su punto de vista. Y eso es lo que hice.
∞ ∞ ∞
Hacía días que se había publicado el libro y Marina ni se lo creía, y por si fuera poco, Germán había vuelto a dibujar, cada vez más. Parecía que por fin todo iba a ir bien, y eso esperaba.
Un día de estos a Marina le llegó una carta que sin duda ninguno de los dos nos esperábamos; era de Eva Irinova. Ambos la abrimos con sorpresa y curiosidad, sobre todo porque creíamos que había muerto en el incendio, pero parecía que no. La carta era algo corta, pero tuvo el poder de revivir la última vez que la vimos.
«Gracias Marina por contar la verdad, aunque mucha gente simplemente piense que es ficción, ambas sabemos que no es así. Lo que importa es que al final la verdad ha salido a la luz.»
Ambos nos miramos a los ojos y sonreímos sin saber exactamente qué decir. Pero lo que dijo a continuación no me lo esperaba.
—Te quiero Óscar— y esas eran las 3 palabras que desbordaban un mar de emociones en mi interior—.
—Te quiero Marina.
∞ ∞ ∞
La vida no era un camino de rosas; habíamos tenido que luchar para conseguir todo lo que teníamos, lo que éramos…pero si algo habíamos aprendido era a valorar, valorar la vida, valorar el tiempo… Porque no hay marcha atrás, una vez que ha pasado, ya no vuelve, y nosotros somos los responsables de lo que hacemos con él. Cada día que pasa intentamos estar más cerca de nuestros sueños, y aún más de nosotros. Marina y yo no dejamos de vivir aventuras, ir tras la verdad y luego contarla. Pero si soy sincero la mayor aventura de mi vida fue la de conocer a Marina.
Ana Franquet Belmonte
RETO 2: LUGARES DE BARCELONA QUE APARECEN EN MARINA
Lugares de Barcelona que aparecen en Marina