Una noche, Antonio Torres Heredia perdió la vida a manos de sus cuatro primos. Estos le emboscaron con la intención de matarle en una pelea a navajazos, en la cual el Camborio consiguió herir a sus atacantes, pero estos le quitaron la vida mediante tres heridas mortales, haciendo que su cuerpo desfalleciera cayendo de lado. En un diálogo con el alma del difunto, Lorca recibe la confesión de que la envidia fue la causa del crimen, pues el CAmborio era un gitano joven, hermoso y rico. La injusticia y crueldad de los hechos, que quedaron impunes, despertaron la piedad de los ángeles del cielo, que vinieron a velar por su el alma del difunto.
Era una noche de San Juan de luna llena. Un niño gitano que estaba solo en la fragua de la granja de su familia observa repetidamente a la luna, cuando esta realizaba una danza ritual de seducción. Cuando la luna pide al niño que deje de observarla, este se muestra desafiante, a lo que la luna responde con una maldición de muerte, que se obligada a cumplir ante las renovadas amenazas que el niño le profiere. Su familia lo encuentra muerto y asiste cómo la luna siente piedad de su alma y acude a llevárselo al cielo con ella, en un momento de absoluta tristeza que incluso conmueve al aire de esa noche mágica.