HABÍA UNA VEZ EN NUEVA YORK

Había una vez en Nueva York el Empire State y la Estatua de la Libertad, estaban vivos y hablaban entre ellos. La Estatua de la Libertad iba a un salón de belleza gigante y el Empire State a un club de boxeo, eran como los transformers. Se transformaban en ciudadanos gigantes. Por la noche andaban por encima de las casas y nadie se daba cuenta porque estaban dormidos. Nadie decía nada, aunque lo hacían todas las noches.

Y un día no pudieron ir porque tenían muchos turistas y no cerraban, después dijo el Empire State: estatua de la Libertad, ¿tu tampoco cierras por la noche? Que rollo, ¡no podremos ir a las actividades que tenemos que hacer! Por un día no pasa nada. -dijo la Estatua de la Libertad. -Vale, -dijo el Empire State.
Pasó un día y tampoco cerraron. El Empire State se enfadó más aún. Al siguiente cerraron los dos y la Estatua de la Libertad dijo: por fin, se me estaba quitando la pintura de las uñas.

Martí Gavaldà.

Texto libre.

Septiembre de 2013

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