La ingenuidad de siempre

animal-children-photography-elena-shumilova-10-3

[Fotografia: Elena Shumilova]

He tenido que regresar
a la ingenuidad de siempre
para encontrarte.

No te veo
en la primera nieve cándida que cae en invierno,
en el arcoíris que sigue a la tempestad,
en el pintado ocaso de verano que rellena el cielo.

No te siento
en la hojarasca del otoño
en los cantos de los pajaritos de primavera,
en el chirriar incansable de los grillos.

No te abrazo
en el caliente soplo del siroco
en las espumosas olas del mar
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
a la casa de siempre
para encontrarte,
pero en lugar de la maravilla y del estupor infantil
he hallado
la indiferencia y la insensibilidad de la costumbre.

                      Giulia Pannella

El árbol de siempre

seasons-of-the-year-1127760_960_720

[Fotografía: Gastoninaui]

He tenido que regresar
al árbol de siempre
para encontrarte.

No te veo
en las hojas verdes
en las frutas jugosas
en las raíces fuertes.

No te siento
en la hojarasca del otoño
en la helada de invierno
en el florecimiento de la primavera,
en la solanera de verano.

No te abrazo
bajo la sombra de nuestro árbol
en el campo lozano,
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
al árbol de siempre
para encontrarte,
pero en lugar de brotes tempranos
he hallado
la belleza que se aja.

Daria Shvets

Nosotros, los de siempre

sitges-tango

[Fotografía: Miroslav Adamtchik]

He tenido que regresar
a nosotros, los de siempre
para encontrarte.

No te veo
en las curvas de los bosques,
en las piedras del camino,
en las sombras de las aves.

No te siento
en el tañido de las campanas,
en el silencio de casa,
en el murmullo del tiempo.

No te abrazo
en los andenes desiertos,
en los remolinos del tango,
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
a nosotros, los de siempre
para encontrarte,
pero en lugar del aspecto puro
he hallado
la bruma de tu mirada.

Alina Nitchiporovicht

El rayo solar de siempre

fire-1905608_1280

[Fotografía: Abel Escolar]

He tenido que regresar
al rayo solar de siempre
para encontrarte.

No te veo
en el aire contaminado
en los bosques talados
en los llorosos ojos humanos.

No te siento
en el cuerpo congelado
en la tierra quemada
en el juego desleal de la gente.

No te abrazo
en los campos de trigo
en las calles mojadas
en los desiertos interminables.

He tenido que regresar
al rayo solar de siempre
para encontrarte,
pero en lugar de inolvidables recuerdos
he hallado
un espacio yermo.

Tinatin Gogiashvili

El dolor de siempre

cobweb-1949778_960_720-2
[Fotografia: Karl-Heinz Letz]

He tenido que regresar
al dolor de siempre
para encontrarte.

No te veo
en las habitaciones de mi corazón
en las miradas de los amigos,
en las flores de nuestro jardín.

No te siento
junto a mis pasos solitarios
en el sonido de mis palabras,
en la lluvia de mis ojos.

No te abrazo
en el sueño, cada noche
en el frío de mi nueva vida
en las palmas de tus manos.

He tenido que regresar
al dolor de siempre
para encontrarte.

He tenido que buscarte
en la bruma
para ver el sol
y para tener una pizca de paz.

Cristina Aiello

La montaña de siempre

giorgia

[Fotografía de la autora]

He tenido que regresar
a la montaña de siempre
para encontrarte.

No te veo
en las ramas de los árboles
en los dibujos de las nubes
en las luces de las estrellas.

No te siento
en el ruido de las nevadas
en el gorjeo matutino de los gorriones
en el quejido de las lágrimas.

No te abrazo
en los puentes de los ríos
en la sombra de los setos
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
a la montaña de siempre
para encontrarte,
pero en lugar de blanda nieve
he hallado
duro hielo.

Giorgia Gerenzani

La casa de siempre

johannbargeld

[Fotografía: Johann Bargeld]

He tenido que regresar
a la casa de siempre
para encontrarte.

No te veo
en el jardín de nuestra juventud
en los rincones del ático
en las habitaciones ya desiertas.

No te siento
en el sótano que nos daba miedo
en el árbol donde nos escondíamos
en el hogar que tanto amábamos.

No te abrazo
en el olor suave de tu pelo
en las risas y los llantos
en las promesas y quimeras.

He tenido que regresar
a la casa de siempre
para encontrarte,
pero en lugar del agua clara
he hallado
un hogar que ya no es el nuestro
y tu insufrible ausencia.

Marie Claire Medrieres

La fuente de siempre, de Jose M. Zendoia

la-fuente-de-siempre

He tenido que regresar
a la fuente de siempre
para encontrarte.

No te veo
en las avenidas de la vida,
en las calles de la noche,
en los rincones del alma.

No te siento
en la hojarasca del otoño,
en la ráfaga de viento sur,
en la melodía de las palabras.

No te abrazo
en las habitaciones de los hostales
en las columnas de los bares
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
a la fuente de siempre
para encontrarte,
pero en lugar del agua clara
he hallado
la bruma de tu mirada.

Jose M. Zendoia

enlace al original, en euskera

instrucciones

Fatizar Kalasa y su matrimonio

fatizar-kalasa

[Fotógrafo: Neil C. Harris]

En un pueblo situado en el extremo norte del valle de la montaña del Himalaya vive una joven de 25 años de edad junto con sus padres. Se llama Fatizar Kalasa.

Estos días ella está planeando casarse con su amante, quien también es el hombre de sus sueños, pero no es fácil que puedan encontrarse. Pero pronto será posible, cuando comiencen las celebraciones anuales del festival de danza de su pueblo. Está muy emocionada porque el día de las danzas de celebración se acerca rápido. Su corazón ha comenzado a latir fuerte con las emociones y su mente se está volviendo llena de ideas sobre su alegre futura vida con su elegido amante. Ella no quiere dejar escapar esta preciosa oportunidad y ahora solo tiene que esperar ese día en particular, cuando en el momento adecuado durante el baile del festival, agarre la mano de su amante y huya con él. Su amante la llevará en seguida a la casa de sus padres para vivir juntos hasta que estén preparados para casarse. Solo entonces ella, junto a su amante, volverá a la casa de sus padres para anunciar sus planes de boda y comenzar su vida de casada.

Awais                                                                                                  Revisión del texto

Martín Rivera

inventame-aulasiete-ben-witthaus

Fotografía: Eva Andrä

Esta fotografía fue sacada en el centro de Madrid, justo enfrente del Palacio Real. En días señalados Martin suele tocar su acordeón para provocar una sonrisa a los innumerables turistas que pasan por ahí y que muchas veces dejan una pequeña propina, si les gusta su música.

Sin embargo, su actitud positiva frente a la vida no refleja todo lo que ha sufrido. Madrid no ha sido desde siempre su ciudad. Nacido en Barcelona en 1921, Martin creció en una familia trabajadora, que defendía la causa comunista. Especialmente su padre, Josep, miembro fundador de la famosa CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que murió en la batalla de Aragón. El padre inculcaba esta ideología a Martín, de forma que este, a la edad de solo 16 años entró en el POUM -un partido de orientación marxista- para luchar contra Franco. Tras la caída de Barcelona en 1939, Martin fue prisionero en la cárcel del Montjuic durante 8 años.

Había visto la crueldad de un guerra civil, y tras mudarse a Madrid con su mujer, Martín ya no se rompe más la cabeza con problemas insignificantes, cotidianos. Trabajando en su ferretería, él encontró la paz que siempre buscaba. Hoy en día él está feliz cuando puede disfrutar de algunos partidos de petanca con sus amigos y seguir con pasión su querido equipo, el Espanyol.

Hoy además es un día muy especial porque su hija Claudia, de 41 años, espera un niño. Parece que su gran sueño de ser abuelo se realizará por fin. ¡Ojalá pueda contar con él durante mucho tiempo!

Ben                                                                                                     revisión del texto