Mi rincón de trabajo

 

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Este es mi rincón de trabajo, donde leo mis novelas favoritas y escucho música mirando a la calle desde mi ventana. Mis días preferidos son los lluviosos, con mucha lluvia. No hay silla, prefiero sentarme en el suelo, encima de la alfombra. En la esquina se apoyan dos almohadas, una azul claro y la otra verde, estampadas con flores blancas, regalos de mi mejor amiga. A su derecha, Mr.Brown, mi amigo desde que tenía dos años; es alemán y conoce todos mis secretos. Mi manta de color naranja siempre está tirada en el suelo. Mi móvil —con el traductor en pantalla —, está sobre el libro de Castellano. Las libretas están abiertas y se pueden ver las notas con colores, porque es más fácil para no perder tiempo estudiando todo el texto. Delante de la libreta, mis rotuladores de colores. Mi portátil y amigo de noches largas de estudio y trabajo está en el centro de mi rincón y de mi vida. Así pues, aquí me encontrarás. Ven a tomar un chocolate caliente conmigo la próxima vez que llueva.

Diana

Mi cocina

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Hay dos lugares en mi casa donde me gusta pasar el tiempo: mi cocina y mi sofá. La cocina no es solo para cocinar, también sirve para charlar con mis amigos tomando té o a veces estudiando (la cocina tiene una mesa grande). En la esquina izquierda hay una nevera con algunos imanes en la puerta. Antes la había tenido mucho más “decorada”, pero lo quité todo porque resultaba un inconveniente. Encima de la nevera hay un microondas sobre el que pongo cajas de cereales, servilletas y pequeñas figurillas del Kinder Sorpresa. En las paredes cuelgan muchos armarios para guardar cosas. Normalmente los uso solo para guardar especias y cosas ligeras. Sobre un superficie para trabajar están los ingredientes que he usado para elaborar una ensalada superfácil de perejil, sardinas y con un toque de limón (¡muy rica!). Justo al lado está la tabla de corte y una ensaladera. Detrás hay una pila con grifo para lavar la vajilla. Para secarla, uso un escurridor de platos que está en la esquina derecha. En el centro de la cocina tengo una placa de vitrocerámica donde ahora puedes ver una sartén y una olla. Aunque a mí no me gusta mucho cocinar, lo hago porque prefiero la comida saludable. Lo que me gusta mucho es tomar té y por eso tengo una colección muy grande de esta infusión en mi casa. Creo que mi cocina me sirve perfectamente para mis necesidades.

Kseniia

Mi rinconcillo para estudiar

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Mi escritorio es de madera roja y sobre él, a mano derecha, se apoya una estantería blanca. Lo comparto con mi novio, que es tatuador; de hecho, podéis ver una caja de luz y un bloc de dibujo. Al lado, una libretita violeta, un libro de gramática, un portapapeles gris y un estuche con forma de zanahoria que utilizo para nuestra clase de Español.

Encima de la estantería descansa una radio antigua que compré en el Balon, un popular mercado de pulgas que se celebra una vez al mes en Turín, mi ciudad natal, en Italia. En la pared, a mano izquierda de la estantería, se encuentra un cuadro con la huella de la pata de mi perra y dos fotos que le hice. Las tres fotos que están justo debajo de la ventana, en cambio, las tomé en mis viajes a París y Sri Lanka. El cuadro colgado en la pared de la izquierda lo hizo mi novio y aunque no se puede ver, representa un gallo con dos cabezas. El vaso que usamos como lapicero lo conseguimos en un festival de jazz en el Poble Nou, el mes pasado. La estantería está llena de libros y discos, unos al lado de los otros.

Giorgia

El aula donde trabajo

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Como mi casa es muy típica y creo que no hay nada extraordinario en ella, he decidido escribir sobre el aula donde yo trabajo. Es un aula muy luminosa y muy limpia, bueno… antes de la llegada de los niños. No tenemos muchas cosas en nuestra aula: algunas mesas, unas cuantas sillas, una pizarra y una pantalla grande colgada en el pared, donde a veces miramos películas o dibujos armenios. No las podéis ver porque la pizarra y la pantalla están en el otro lado y no se ven. Quería mostraros los dibujos de mis alumnos y por eso he hecho la foto de este lado. Los imágenes las han dibujado los niños y niñas de nuestra escuela. En Armenia hubo una exposición en la que ellos también participaron, y después de enviar los dibujos vía correo electrónico, decidimos organizar una pequeña exposición en nuestra escuela. Creo que os gustarán. También quisiera hablar un poco sobre mis alumnos: todos estos niños y niñas han nacido en España, y sus padres no quieren que ellos olviden su idioma; por eso los llevan a la escuela armenia. Aquí ellos aprenden a leer y a escribir en armenio, y además, aprenden la historia y la geografía de nuestro país. Para acabar, quisiera añadir que me gusta mucho estar en esta escuela armenia, una pequeña parte de mi país en Barcelona.

Naira

La zona de mis recuerdos

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En el salón de mi casa, hay una zona donde hay muchos objetos y fotos de mis recuerdos más bonitos: los viajes con mi hijo y con mi amiga Anna. De cada país o ciudad donde hemos estado, guardamos algún suvenir. Además, muchas fotos las conservamos en álbumes, y otras en marcos que están sobre una estanteria en la pared. Una foto de mi hijo cuando tenia 10 meses está sobre otra estantería, sola, junto a preciosos objetos. Muchos suvenires están en un mueble bajo donde está la tele: pequeños vasos de vidrio, miniaturas de lugares importantes como el Coliseo de Roma, la Torre de Pisa, una piramide de Egipto, el Minotauro de la isla de Creta, la Sagrada Familia… y otros. Algunos recuerdos más grandes están sobre la estantería de la derecha: dos elefantes de madera de Kenya, una rosa del desierto de Túnez y una cabeza de Buda. Además, hay una foto muy valiosa para mí, de cuando yo tenia siete años y que me hizo mi padre. Estábamos en la plaza de la Catedral en Milán —donde nací — y donde él solía llevarme los domingos. Esta foto la tuvo siempre sobre de su escritorio. Murió hace cuatro años. Los álbumes de fotos están cerca de los recuerdos de viaje: uno es del de Praga, otro de Roma, de Valencia, de Londres, de Florencia, y uno de la primera vez que vine a Barcelona. Tengo aún dos álbumes más de viajes, con mi amiga Anna, el de Menorca y el de Mikonos : ¡¡dos viajes muy bonitos!!

Cristina

Mi guardarropa-almacén ahora

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Este es mi guardarropa, que es también un pequeño almacén. En mi casa hay una habitación pequeña, creo que de unos 6 m2, con una pequeñita ventana que da al pozo, patio interior. En esta habitación no hay un solo enchufe, pero me ayuda mucho: aquí tenemos un armario, una cómoda, y almacenamos todas las cosas que no tienen otro lugar en casa. No hay más armarios o estanterías o muebles para guardar cosas en el apartamento…¡y este nos va genial! Si le doy a mi marido la oportunidad de poner su ropa o otras cosas en cualquier sitio, pronto ese sitio va a convertirse en un montón, y voy a ver montones en todos los rincones del apartamento. Así, cierro la puerta del guardarropa y me quedo en absoluta tranquilidad. ¡Esto facilita en gran medida las relaciones familiares!

Por lo tanto, ¿qué tenemos aquí? Cuando entras, la ventana está a la derecha. A la izquierda hay una cómoda con cajones para la ropa; en la parte superior es muy cómodo dejar las llaves, monedas, o poner el bolso. Un bulto montoncito extraño de ropa en la parte superior…esto es, por supuesto, un vestigio de mi marido. En la esquina del cuarto, entre la cómoda y un armario tenemos una maleta, cajas de zapatos y herramientas. Encima del armario tenemos la maleta ubicua vacía, mantas y almohadas de verano, un botiquín, una caja de papeles y mis bolsos; en la esquina que está frente al armario tenemos más cajas de zapatos, algunos equipos (yo solo conozco el router). Al lado de la Pegada a la pared tenemos una cesta para la ropa sucia y un espejo (detrás de él, en el suelo, tengo cremas y cepillos para zapatos); a la derecha del espejo, en la esquina tenemos el ventilador y un calentador (ahora estamos en la temporada rara en la que los dos descansan juntos) y una bombona de butano. En el suelo por todas partes hay zapatos (que no se metieron en sus cajas); en la ventana cuelga un paraguas y un calzador, y por supuesto tenemos un par de cazadoras de mi marido también colgadas por ahí (es tan «duro» colgarlas en el armario …). Y para acabar, en el suelo tenemos una alfombra; nuestro piso es tan frio en invierno que no puedo caminar descalza sobre el suelo de gres.

Alina

La cocina de La Habana

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Al leer sobre mi cocinita vais a tener oportunidad de repasar el vocabulario del primer caso de nuestra detective favorita. 

La cocinita se ubica frente a mi despacho. Aún veréis allí las huellas del crimen de mi arte culinario, que a menudo no es “exactamente” sano ni contiene recetas vascas como el bacalao al pil-pil.

En la encimera de la cocina se encuentran todavía los ingredientes: tortitas fritas, salsa de guacamole, lechuga, queso y también carne de vaca asada con cebolla. Todo junto, dentro de un bocadillo y aliñado con aceite de pepitas de calabaza… ¡es terriblemente sabroso!

El aceite de pepitas de calabaza lo trajo mi novia de Graz, la capital de la región de Estiria en Austria; es una especialidad de allí y se usa por aromatizar casi todos los alimentos. Es mejor comprarlo directamente en las granjas, y no en los grandes almacenes.

Mi asesor de imagen me ha aconsejado incluir en la foto la estantería de la derecha, lo que me da una coartada perfecta. Porque en el primer estante se ve un aparato que utilizo casi cada mañana: una batidora con la que se pueden hacer delicados smoothies en pocos minutos. Después de hacer recados, uno coge varias frutas y algo verde, como acelgas… “et voilà”, aunque de ahora en adelante la utilizaré para preparar unos mojitos  de estilo cubano.

Entre la estantería y la cocina colgué unas fotos que mi hermana gemela tomó en el mercado de San Miguel en Madrid. Ella es fotógrafa y las imágenes son muy chulas.

Apoyados en los cajones negros todavía están el recogedor y el aspirador que he utilizado porque se cayó nuestro cenicero. Espero que entre la ceniza y las colillas se encuentre un pequeño brillante también.

Ben

¡Bienvenidos a mi habitación!

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La habitación donde vivo ahora es bastante fea, antigua, pequeñita e incómoda, pero no me preocupa mucho porque para dormir con mis amigos mosquitos no necesito mucho más. Prefiero describir la habitación que tengo en el piso de mis padres, en Arenys de Mar, que me parece más bonita y que es donde duermo cuando voy a visitarlos.

El piso tiene solo dos espacios: una sala grande con cocina y una habitación. Todas las ventanas son anchas y altas, por lo que entra muchísima luz. Casi todos los muebles y objetos de la sala los hemos fabricado o restaurado nosotros. En el centro, hacia la pared, tenemos una mesa redonda. Aprovechamos la hora de la cena para ver películas españolas; resulta muy cómodo porque justo al lado de la mesa está la televisión, en una estantería.

Yo duermo en esta sala, en una cama que construimos con palés. La idea no es muy original, pero creo que nos ha quedado muy chula; al fondo, frente a la cama, el acceso a la terraza. En una esquina se ve el aparato del aire acondicionado, muy grande, pero que no utilizo en verano: me gusta dormir con las ventanas abiertas, disfrutar del aire fresco del mar y del olor de los eucaliptos.

Los anteriores inquilinos nos dejaron un cuadro maravilloso que estaba en muy mal estado y fuimos capaces de restaurarlo; ahora es mi detalle favorito de la habitación. Además, tenemos plantas y flores por todas partes. Me siento feliz cuando me quedo los fines de semana allí, en mi “verdadera” habitación.

Max

Mi jardincito en las nubes

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Mi jardincito, casi en las nubes… Veinte metros cuadrados te pueden cambiar la vida. Al salir a la terraza, me encuentro en el «jardín», lleno de plantas y de pequeños árboles: limoneros, olivos, camelias… Casi todas las macetas tienen ruedas, así que las puedo cambiar de sitio cuando me da la gana.

Un poco escondido, detrás de una cortina de bambús, está el «comedor»: una mesa antigua de color verde profundo donde se puede comer, bajo un parasol verde claro. En una de las paredes está mi «tesoro». Cuando mi nieta volvió de China —pasó la primavera allí, con su clase— me trajo una “judía de la buena suerte” que planté en una pequeña maceta. Rápidamente empezó a crecer, a crecer y a trepar por la pared. Aunque es bastante fea…¡ya mide cinco metros!

Para separar las dos partes de la terraza, coloqué un pequeño armario verde, alto y muy estrecho, con un techo puntiagudo. Cuando alguien me pregunta de dónde ha venido, contesto que lo he robado delante de Bickingham Palace, en Londres, pues sí, sí… ¡se parece a las garitas de los guardias!

El perro, que toma el sol en el suelo, se llama Fripoulle (golfo). Al principio, cuando vine a Barcelona, no sabía traducir su nombre. Veía muchas series de televisión para aprender la «lengua de la calle». ¡Y la aprendí! Un día, en el veterinario: «¿Cómo se llama?», me pregunta la recepcionista. «Gilipollas», contesto yo, orgullosa de conocer esa palabra; pero cuando veo que el veterinario y las asistentas se ponen a reír a carcajadas, comprendo que he dicho algo raro… Parece que es una palabra muy vulgar. ¡Lástima!, porque en francés suena bonito, un poco como «mariposas», lo único que echo de menos aquí en lo alto…

Marie Claire

Mi escritorio ahora

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La pantalla del ordenador destaca sobre mi escritorio, ni sé lo que mide…; a su lado, una impresora multifunción que acabo de estrenar -y van tres en tres años- y por el otro, un metálico flexo de pie que se alza vigilante sobre el tablero. Por detrás, estantes de libros mezclados con postales, algunas piedras de recuerdo, más postales, algún cedé, una guillotina y polvo. A la izquierda de la pantalla y sostenido por un clavo de difícil equilibrio cuelga un cuadro que me regaló Johana, una fotógrafa de Lyon que siguió un curso de Español 3 hace unos años; me gusta detenerme en esa imagen, mientras se imprime un escaneado o simplemente cuando estoy y no estoy. Me va de cine porque oculta los cables de los aparatos. Otro cuadro rectangular, esta vez sobre el estante, me hace recordar viejos tiempos en los que París era un destino habitual. Escribo sobre una tabla de corte de color verde, suave al tacto. Y pululan sobre ella marcadores, portaminas -soy fan -, tijeras, reglas, típex y un ratón un poco grande que se resiste a prescindir de cable. No puedo olvidarme de un caracol de cristal -junto a la pantalla, en su lado derecho- que me regaló mi mamá y que lo tengo ahí para recordarme a mí mismo que no hay prisa para nada, que todo se andará.

Descripción de tu escritorio, de tu habitación, de tu galería, de tu cuarto de baño… en un momento concreto. Necesitamos la fotografía y que utilices situacionales (al lado de, a la izquierda, por encima…). Obligatorio para los que tenéis el número 2.