Foto: [Werni, en Pixabay]
Mi obra elegida es el Cristo Redentor, situada en Río, mi ciudad. Lo elegí no por una cuestión de religión, pero sí porque es una imagen que ha estado ahí desde que nací. Siempre lo veo y siempre viví cerca de esa motaña, que no es la montaña más alta de la ciudad, pero una que parece haber sido creada para una estatua, por su forma. Es una figura fuerte, imponente, que nos trae fe, esperanza. Es un símbolo de protección para nosotros, los de Río. La primera vez que viví sola, elegí un piso muy pequeñito y demasiado cálido en el verano, pero tenía esa vista del Cristo y me sentía muy feliz y tranquila cuando lo veía siempre ahí, con sus brazos abiertos. Por la noche aún es más bonito pues está siempre con luces encendidas, luces que cambian de color, como en el día de la mujer: la luz es rosa. En el día de la independencia de Brasil, las luces son verdes y amarillas, como los colores de la bandera. Cuando se llega a Río en coche o en avión, es muy posible que se vea. El Cristo está frente a la Bahía de Guanabara, donde llegaron los portugueses. La inauguración de esa estatua fue en el año de 1931. La construcción fue posible gracias a donaciones de las iglesias. Tiene 30 metros de altura; algunas partes, como las manos y parte de la cara, se encargaron en Francia. La corona esun pararrayos. Casi 2 millones de personas lo visitan al año.
Isabel