Daily Archives: 15 octubre 2008

EPISTEMOLOGIA PLATÒNICA. 2

Crítica del coneixement sensible,

Teetet

Sòcrates.- Bé, doncs no ens deixem la resta. Queden encara, els somnis i les malalties, entre les quals es troba la bogeria, i tots aquells casos en què es diu que qualsevol cosa se sent malament, o es veu malament, o es percep defectuosament. Saps, certament, que en tots aquests casos la doctrina que proposàvem fa un moment sembla que queda unànimement refutada, sobretot perquè en aquestes situacions es produeixen percepcions falses i les coses no són, ni de bon tros, com es mostren; al contrari, res no és el que sembla. (157e)  

Sòc.- Recordem, doncs, que tot allò que percebem amb els ulls o les orelles és també simultàniament conegut. Així, per exemple, abans d’aprendre una llengua estrangera, ¿potser direm que no hi sentim quan ens parlen?, ¿o que hi sentim i sabem què diuen? Igualment, si no coneguéssim les lletres, ¿mantindríem que no les veiem quan les mirem?, ¿o que les coneixem justament perquè les veiem?  

Teetet.- Respecte a això, Sòcrates, direm que tot just sabem allò que veiem i sentim, perquè, en un cas veiem i sabem la figura i la color, i en l’altre sentim i alhora sabem els tons aguts i greus. Ara, tot allò que ensenyen els gramàtics i els intèrprets, ni ho percebem amb la vista o l’orella, ni ho sabem. (163b)  

Sòc.- (…) Diem que, qui veu una cosa, adquireix coneixement d’això que veu, ja que hem acordat que la visió, la percepció i el saber són el mateix. 

Teet.- Sens dubte. 

Sòc.- Tanmateix el que veu una cosa i la sap, si tanca els ulls, la recorda però no la veu, ¿no?  

Teet.- Sí. 

Sòc.- Però si no la veu no la sap, perquè veure és saber. 

Teet.- És veritat. 

Sòc.- Per tant resulta que qui ha arribat a saber alguna cosa, en recordar-la no la sap, perquè no la veu. Això és el que dèiem que era absurd. 

Teet.- I amb tota la raó. 

Sòc.- Per consegüent, si es diu que el saber i la percepció són el mateix, sembla que arribem a una conseqüència insostenible. 

Teet.- Ho sembla. 

Sòc.- Per tant, cal dir que són diferents. (164a) 

 

EPISTEMOLOGIA PLATÒNICA. 1

1.- La percepción no es el todo del conocimiento, pues gran parte de lo que se reconoce

en general como conocimiento consiste en verdades que implican términos que no

pueden ser objetos de la percepción.

 

Mucho de lo que sabemos acerca de los objetos sensibles lo conocemos gracias a la reflexión intelectual, y no inmediatamente por la percepción.

Platón pone como ejemplos la existencia y la inexistencia. Supongamos que un hombre ve un espejismo; no hay percepción sensible inmediata que pueda informarle de la existencia o inexistencia del objeto que él percibe en ese espejismo: sólo la reflexión racional se lo puede decir. Tampoco las conclusiones y razonamientos de las matemáticas se pueden aprehender por los sentidos. Y cabe añadir que nuestro conocimiento del carácter de una persona es algo más de lo que pueda explicarse mediante la definición «Conocer es percibir», pues tal conocimiento no nos lo depara ciertamente la simple sensación.

2.- La percepción sensible no es conocimiento ni siquiera en su propio plano. Realmente, no puede decirse que sepamos alguna cosa si no hemos alcanzado la verdad acerca de ella, por ejemplo, en lo concerniente a su existencia o inexistencia, a su semejanza o desemejanza con otra cosa, etcétera. Pero la verdad sólo se alcanza en la reflexión, en el juicio, no en la mera sensación. La sensación, por sí sola, únicamente puede dar, digamos, una superficie blanca y otra superficie blanca; pero, para juzgar acerca de la semejanza entre ambas, se necesita la actividad de la mente.

Asimismo, los raíles de la vía férrea parecen converger: si sabemos que en realidad son paralelos es gracias a una reflexión intelectual. Por lo tanto, la percepción sensible no merece el nombre de conocimiento.

Conviene advertir aquí cuán influido está Platón por el convencimiento de que los objetos sensibles no son los objetos propios del conocimiento ni pueden serlo, puesto que sólo hay conocimiento de lo que es, de lo estable y constante, y de los objetos sensibles no se puede decir en realidad que «son» —al menos en cuanto percibidos— sino únicamente que «devienen». Claro que, en cierto modo, los objetos de los sentidos son objetos aprehensibles, pero engañan a la mente demasiado como para que sean verdaderos objetos de conocimiento; recordémoslo: el conocimiento real y propiamente dicho tiene que ser —como indicamos más arriba— infalible y de lo que verdaderamente es.

(Nótese que Platón, al evidenciar lo gratuito que es el pretender que la percepción sea la totalidad del conocimiento, contrapone los objetos peculiares o particulares de los diferentes sentidos—por ejemplo el color, que es el objeto de la visión tan sólo— a los «términos comunes que se aplican a todas las cosas», y que son los objetos de la mente y no de los sentidos. Esos «términos comunes» corresponden a las Formas o Ideas, que son, ontológicamente, objetos estables y constantes, en contraposición con los particulares o sensibles.)

Frederic Copleston. HISTORIA DE LA FILOSOFIA Vol I Grecia y Rom, página 134