En el municipio de Lliçà d’Amunt, además de varias casas antiguas, se conservan cinco iglesias.
En el núcleo urbano encontramos la parroquia de Sant Julià de Lliça d’ Amunt, y sus primeras referencias son del 1014, rodeada de la pequeña y abarrotada Sagrera. En la Edad Media, se contaban treinta pasos alrededor de la iglesia para delimitar el territorio sagrado y protegido, donde no se podía ni robar ni delinquir, y donde los payeses vivían en paz.
En la colina que cierra el núcleo urbano por poniente, se encuentra la pequeña capilla de Sant Balidiri, de 1727. La capilla de Sant Valerià, citada ya en el año 1094. Ambas se encuentran al pie de dos de los grandes caminos que bajaban de Sant Feliu de Codines.
Entre los valles de Caldes y Tenes, encontramos el conjunto monumental de Sant Esteve de Palaudàries, iglesia que aparece documentada en 904.
Finalmente, al noreste del término, encontramos la capilla típicamente románica de Sante Justa y Santa Rufina, cuyas referencias son del año 1072. La ermita, en medio de un bosque de encinas, está rodeada por campos, y es uno de los lugares más emblemáticos del municipio.