
¿Quién no ha jugado al Monopoly? Este apasionante juego de mesa que consigue atrapar a millones de jugadores de todo el mundo y que permite inculcar en los niños los principios del capitalismo salvaje -¡qué bonito es arruinar a un compañero cuando sólo se tienen 10 años!-, tiene como imagen a un sonriente hombre de negocios que, cómo no, lleva un sombrero de copa.