Toda narración hace uso de una de las tres personas gramaticales. La primera de esas personas hace referencia al Yo, esto es, al narrador de la historia que se nos cuenta. El Yo, sin embargo, no tiene por qué identificarse con el autor. Si lo hace, debemos hablar de una historia autobiográfica, de algo que el autor ha vivido y que no le importa transmitirnos. Si, por el contrario, la primera persona sólo se refiere al narrador, un narrador inventado que nada tiene que ver con el autor, nos encontraremos con una mera invención; a no ser que el autor se vea a sí mismo como un personaje ficticio que explica su historia como si fuese ajena, y en ese caso podrá echar mano de la segunda y de la tercera personas, útiles asimismo para la narración más clásica, la que tiene a otros personajes como protagonistas. Es importante hacer un buen uso de las personas gramaticales, porque de este modo el autor sabe de buen principio cuál es su lugar en el relato; y el lector, por su parte, identificará de inmediato a quienes participan del mismo. Para que observéis cómo cambia la perspectiva de una historia en función de la persona narrativa usada, os propongo un ejercicio recogido en la Actividad 5
Las personas narrativas
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