Escribir una carta se puede hacer en cualquier hora y lugar. Sólo necesitas seis cosas básicas: algo que decir, una hoja de papel, un bolígrafo, un sobre donde meter la hoja, el sello que te permitirá poder enviarla, y un buzón próximo donde depositarla para que el servivicico de correos se haga cargo de ella. Tal vez te parezcan muchas, pero la otra opción, la del correo electrónico, implica que tengas que llevar a todas partes un ordenador portátil, cosa desaconsejable si lo que pretendes es pasar varios días en el campo o en una habitación de hotel frente al mar, lejos de los objetos que te rodean todos los días, entre los cuales, clato está, se encuentra el PC de tu habitación o de tu trabajo. La siguiente actividad consiste en que escribas una carta a mano partiendo de una situación determinada. Verás que tal vez cueste un poco empezar a trazar las primeras palabras, pero una vez terminada la línea que encabeza el escrito aquéllas fluirán por sí solas, como si no fueses tú quien las escribe. Para facilitarte la tarea, he aquí que en la Actividad 9 hallarás las situaciones propuestas.
El correo electrónico
Últimamente ha aparecido una nueva modalidad de correo, llamado electrónico, con el que podemos comunicarnos a través de internet de manera sencilla y asombrosamente rápida. Las diferencias entre este tipo de comunicación escrita y la carta tradicional son diferencias que radican en el tipo de soporte que se utiliza, no en el contenido. Mientras que para la carta sigue siendo la hoja de papel el objeto que sirve de canal para establecer la comunicación entre el emisor de la misma y su receptor, en el correo electrónico es la pantalla del ordenador y un programa como Office Outlook los que nos permiten el contacto. Éste, además, se realiza de manera inmediata: una vez escrito el texto, el emisor sólo tiene que pulsar unas cuantas teclas para que el mensaje sea enviado a través de la red, de tal suerte que el receptor podrá leerlo a los pocos minutos. La carta, en cambio, y en función de la distancia que separa a emisor y receptor de la misma, necesitará varios días para llegar a su destino, no sin pasar antes por las manos de varios intermediarios. Tales diferencias, sin embargo, no hacen a un medio mejor que el otro. Cartas en papel se siguen escribiendo, cada vez menos, eso sí, puede que porque el acto de elaborarlas y después leerlas nos siga resultando mucho más íntimo que el hacerlo en la fría pantalla del ordenador. Para que puedas sacar tus propias conclusiones al respecto, te propongo que realices los ejercicios recogidos en la Actividad 8
La carta personal
Cuando escribimos una carta, cualquier tipo de carta, estamos realizando un acto de comunicación escrito en el que intervienen todos los elementos del sistema comunicativo. Sea del tipo que sea la carta, el Emisor siempre será quien la escribe o dicta; quien cambia, sin embargo, es el Receptor. Cuando se trata de una carta personal, el destinatario de la misma suele ser alguien cercano a nosotros: un familiar, un amigo… y el contenido de la misma lo que aborda son asuntos personales que incumben sólo a las personas que intervienen en ese acto. Toda carta obedece a una estructura normalmente fija. En la llista de blocs encontraréis un enlace donde se detalla cada uno de los elementos que compone la carta de tipo personal. Es importante tenerlos muy en cuenta. La fecha en la que se escribe, el lugar, el saludo o la despedida, son informaciones y gestos de cortesía que el destinatario agradece, que lo aproximan de algún modo a la persona que le escribió esa carta hace unos días tal vez en un lugar del mundo situado a miles de kilómetros de donde él se encuentra.
Para que veas de qué te estoy hablando te propongo una sencilla actividad a partir de una carta personal recogida en la Actividad 7
La creación
Una vez considerados los elementos que intervienen en el texto narrativo, ha llegado el momento de que por vosotros mismos elaboréis vuestra propia historia. Para ello tendréis en cuenta lo anotado en la actividad anterior respecto al desarrollo, el nudo y el desenlace propuesto, que os servirá de base para la construcción de un edificio hecho de palabra escrita. No es fácil ponerse a escribir. Imaginaos a un escritor profesional, uno de esos individuos que de tanto en tanto da a la imprenta un novelón de quinientas u ochocientas páginas, lo que ha debido costarle escribir todos eso, crear unos personjes, unos escenarios, un argumento que lo hilvane todo, y que resulte verosímil. El trabajo del escritor es un trabajo en soledad. Le basta un puñado de folios y un bolígrafo, y su imaginación. Cualquier otra cosa sobra. El ordenador o el uso de una pluma de tal marca son cosas superfluas. Lo importante es tener cosas que decir y decirlas bien, con concierto y en el orden debido. Os animo a que lo hagáis, sin prisas, pensando en la palabra que vais a utilizar en cada momento, ajustántoos en lo posible a la historia que pretendéis transmitir, creyendo en ella por encima de todo.
Para facilitaros el trabajo os ofrezco una plantilla con la que podréis trabajar: Mi texto narrativo
La estructura narrativa

Toda narración obedece a una estructura interna a partir de la cual el autor ordena el modo en el que nos presenta los acontecimientos que nos explica o bien a través de la escritura o bien de viva voz. Lo habitual es que dicha estructura siga los siguientes pasos: un planteamiento, en el que se hace una introducción a la historia, con presentación del espacio, el tiempo, los personajes y el argumento; un nudo, en el que el hilo de la historia llega a un punto en el que los personajes se ven en la necesidad de tomar determinadas decisiones, lógicas en relación con lo planteado hasta ahora; y un desenlace en el que el caos que ha generado los encuentros y desencuentros de los personjes da paso a una resolución de conflictos que desemboca en un fin. No siempre un relato seguirá este orden de presentación. Es posible que algunas historias tengan como inicio el fin de las mismas, como en el Lazarillo de Tormes, cuyo narrador cuenta a un receptor, que sólo él conoce, la historia de su vida cuando ya ha alcanzado cierta, aunque frágil, respetabilidad social y estabilidad económica. Hay casos que empiezan por el nudo y que, poco a poco, nos van ofreciendo detalles de las causas que han conducido a ese estado de cosas. Es lo que en literatura se llama empezar in media res. Bien, en la siguiente actividad os propongo, a partir de una serie de cuentos cortos, que identifiquéis cada una de estas partes en las que se divide la estructura narrativa para que, luego, seáis vosotros los que, con brevedad y concisión, propongáis una historia siguiendo tales pasos, es decir, proponiendo un planteamiento, un nudo y un desenlace que servirán para luego escribir vuestra propia historia de manera individual. A esta actividad la llamaremos Actividad 6
Las personas narrativas
Toda narración hace uso de una de las tres personas gramaticales. La primera de esas personas hace referencia al Yo, esto es, al narrador de la historia que se nos cuenta. El Yo, sin embargo, no tiene por qué identificarse con el autor. Si lo hace, debemos hablar de una historia autobiográfica, de algo que el autor ha vivido y que no le importa transmitirnos. Si, por el contrario, la primera persona sólo se refiere al narrador, un narrador inventado que nada tiene que ver con el autor, nos encontraremos con una mera invención; a no ser que el autor se vea a sí mismo como un personaje ficticio que explica su historia como si fuese ajena, y en ese caso podrá echar mano de la segunda y de la tercera personas, útiles asimismo para la narración más clásica, la que tiene a otros personajes como protagonistas. Es importante hacer un buen uso de las personas gramaticales, porque de este modo el autor sabe de buen principio cuál es su lugar en el relato; y el lector, por su parte, identificará de inmediato a quienes participan del mismo. Para que observéis cómo cambia la perspectiva de una historia en función de la persona narrativa usada, os propongo un ejercicio recogido en la Actividad 5
La narración oral
La narración puede dividirse en oral y escrita. La primera se caracteriza por ser de origen popular y de autor desconocido, pero también porque pasa de generación en generación, de padres a hijos por medio de la palabra hablada. La narración oral recoge historias que nos incumben directamente, que nos explican el sentido de lo que nos rodea, que nos enseñan a ser personas, que, en definitiva, nos hacen mejores de lo que somos. Saber escuchar es parte funtamental del acto en el que se produce la comunicación del cuento o anécdota. Debemos estar muy atentos para no perdernos detalle, ya que el más mínimo importa tanto como el todo de la narración. Hay que ser todo oídos y degustar las palabras tanto como lo que nos dicen. En el siguiente video oiréis un cuento. Un cuento popular mejicano en el que se nos dice qué origen tuvieron los coyotes. Oídlo con total atención y luego, cuando hayáis meditado sobre la historia, responded las preguntas de la Actividad 4
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El punto de vista
El punto de vista desde el cual se nos narran unos hechos, ya sean ficticios o imaginarios, es muy importante, puesto que será esta perspectiva la que decidirá qué cosas deben contarese y cuáles no. Alguien que ha presenciado un accidente, cuando, más tarde, se lo cuente a un amigo o a un familiar, lo hará desde el punto de vista de la primera persona, esto es, desde el suyo propio, y sólo dará cuenta de aquello que él ha visto y de las impresiones que él ha experimentado. Ponerse en el lugar de cualquier otro espectador del hecho será fruto de la especulación, aunque no por ello dejará de ser interesante lo que se nos diga. Un narrador tiene esa capacidad, la de contar las cosas en tercera persona, distanciándose de lo ocurrido, permitiéndose de este modo la posibilidad de cambiar de punto de vista cuantas veces quiera o, lo que es lo mismo, de mirar a través de lo ojos de los distintos personajes de la historia, en un juego de perspectivas que enriquece la realidad. La siguiente actividad os propone un texto escrito en una de las personas gramaticales. La intención es que volváis a escribirlo variando el punto de vista. Observaréis que lo que se nos narra adquiere un sentido distinto, como si cambiáramos de lugar para contemplar un paisaje y descubriéramos en él cosas que antes permanecían ocultas. Dicha actividad la encontraréis aquí: Actividad 3
El personaje desconocido
No hay historia sin personajes. Para conocerlos bien el narrador nos ofrece una serie de informaciones sobre los mismos que nos los hacen más cercanos. Para ello utiliza varias técnicas. Una es la de contarnos cuál es historia, qué cosas hacen, de dónde provienen. Otra es la de describírsoslos. Su apariencia física es importante, pero también lo es conocerlos a partir de lo que sienten y piensan. Ambas son maneras de construir al personaje. Sus actos nos lo presentan como a un ente vivo en un mundo hecho a su medida. Su descripción, como a un individuo del que nos hacemos una imagen mental. A la descripción del físico se le conoce con el nombre de prosopografía, a la de su carácter, con el de etopeya, y ambas juntas conforman su retrato. Para que comprobéis de qué modo puede llegar a construirse un personaje os propongo la siguiente actividad: Actividad 2
La lectura atenta
Para apreciar un texto literario de tipo narrativo, es necesaria la lectura atenta del mismo. Para ello es requisito imprescindible no dejarse despistar por ningún acontecimiento ajeno a la historia que estamos leyendo. La lectura es como zambullirse en el agua de una piscina una tarde de agosto. Se tiene que disfrutar de ella como del baño, empaparse de las palabras, de lo que le sucede a los personajes, y habitar, como ellos, el mundo ficticio que se nos brinda. No debemos dejar pasar por alto ningún dato, porque todos son importantes. Para que veáis lo importantes que son os propongo la lectura de un breve texto de una obra de Elvira Lindo. Una vez leído debéis contestar a las preguntas que lo acompañan. El texto lo tenéis enlazado con el siguiente título: Actividad 1