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ENFRENTAMIENTO DE UNAMUNO Y MILÁN ASTRAY

 Dominik Ori y Marcos Macanás

B-22

El 17 de julio de 1936 empieza la guerra civil española con la sublevación de varios militares liderados por el general Francisco Franco. Miguel de Unamuno, un filósofo y escritor muy famoso de la época era entonces rector de la Universidad de Salamanca. Unamuno pertenecía al movimiento intelectual que pedía una regeneración para España y pensaba que eso era el objetivo de Franco. Por esta razón empezó apoyando dicho movimiento. Después de la enorme represión de Salamanca se dio cuenta de los verdaderos objetivos del franquismo. Además, varios de sus amigos intelectuales fueron encarcelados y Unamuno habló con Franco en persona para liberarlos. Por supuesto, Franco se negó.

Después de la creación de la tensión, llegó el 12 de octubre, la Fiesta Nacional Española que se llamaba el Día de la Raza en ese momento.

En aquel día asisten varias personalidades franquistas, entre ellas, el general Milán Astray.

Como se puede observar, el general perdió un ojo y un brazo también.

La fiesta nacional empezó con una misa que Unamuno siendo el rector de la Universidad se saltó para guardar distancias. Sin embargo no podía faltar al acto académico de después con las distintas conferencias. Todo empezó con el discurso del profesor Francisco Maldonado que se refirió a Cataluña y al País Vasco como cánceres en el cuerpo de la nación que el fascismo sabrá como exterminar como un cirujano cortando en la carne viva. Al terminar, entre el público alguien gritó ,,VIVA LA MUERTE” que era el lema de los legionarios. El general lo remarca gritando: España, Una, Grande y Libre!

 

Al escucharlo, Unamuno se levantó e improvisó unas palabras al no poder permanecer en silencio. Dijo lo siguiente:

Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Había dicho que no quería hablar, porque me conozco. Pero se me ha tirado de la lengua y debo hacerlo. Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Yo mismo lo he hecho otras veces. Pero ésta, la nuestra, es sólo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición). Se ha hablado de catalanes y vascos, llamándoles la antiespaña. Pues bien, por la misma razón ellos pueden decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo [Plá y Deniel], catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis. Ese sí es mi Imperio, el de la lengua española y no…

Milán Astray en este momento lo interrumpe y vuelve a repetir las palabras del profesor Maldonado. Los legionarios presentes vuelven a gritar que viva la muerte. Para entender la tensión del momento, se debe remarcar que la vida de Unamuno está muy marcada por el miedo de la muerte, ya que se le muere uno de sus hijos a los 6 años.

Por esta razón continúa así:

Acabo de oír el grito de ¡viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! Y yo, que me he pasado toda mi vida creando paradojas que enojaban a los que no las comprendían, he de deciros como autoridad en la materia que esa paradoja me parece ridícula y repelente. De forma excesiva y tortuosa ha sido proclamada en homenaje al último orador, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto: quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una España mutilada. España sin Cataluña y el País Vasco, sería tan  inútil como un cuerpo tuerto y manco. (Referencia al general  sin ojo y brazo.)

Esta comparación provocó otro grito del general. “Que muera la inteligencia”. SIn embargo intentaron corregirlo gritando, “Mueran los intelectuales”

Pero Unamuno quiso finalizar su discurso:

Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha: razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho”.

Se cuenta que los legionarios sacaron las pistolas pero la mujer de Franco se lo llevó cogido del brazo.

Los últimos meses de vida, desde octubre hasta diciembre del 36, los pasó en su casa, bajo arresto domiciliario.