No muy lejos de donde vivíamos había un nidi de espulgabueyes. Yo habría cazado a más de uno pero siempre tuve que reprimirme porque mi hermano no me perdía de vista cuando nos acercábamos a aquel lugar. Ahora que ya conozco la utilidad de estos pájaros he de agradecer a mi hermano que no me dejara cometer tal crueldad.