Después de algunas dudas, se decidieron. Abandonaron la casa y se deslizaron hacia la parte de atrás contígua, allí donde había entrado el hombre con el paquete. Las ventanas eran bajas y los cristales habían desaparecido hacía años. Apenas quedaba rastro de ellos. No se asomaban al interior de la casa. Ya desde ese lado de la ventana se escuchaba nítidamente la conversación que tenía lugar en el almacén.
- Soledad Puertolas, La sombra de la noche.