Pensando en esto se empezó a reír con la alegría que le bullía en el cuerpo, y, al reirse se dió con la mano un golpe de frente, con lo que cayó la olla en tierra y se partió en pedazos. Cuando vió la olla rota, empezó a lamentarse como si hubiera perdido lo que pensaba haber logrado si no se rompiera.
– El conde de Lucanor (Doña Truhana)