La mujer estaba hablando por teléfono y al verme allí parada me hizo un gesto con la barbilla indicando que me apartara a esperar. Retrocedí unos pasos y me quedé mirando varias siluetas que se movían tras una puerta de cristales esmerliados que había al fondo, un poco entreabierta. Debía ser un jardín lo que había al otro lado.
– Carmen Martín Gaite.