Dictado 13 p. 122 para jueves 6 de abril

Siguió, pues, caminando una hora que se le hizo eterna. Por fin, la segunda empezó a hacerse más y más arpada y el bosque a clarear hasta que sus límites aparecieron a su vista. Allí Daniel pudo contemplar un amplio claro o calvero rodeado por un semicírculo de montañas peladas. En el centro, pacía plácidamente una familia de corzos de cuernos cortos y ligeramente curvados.