Érase una vez un castillo con un ogro muy triste porque no podía asustar a la gente del pueblo. Y al cabo de 2 o 3 años asustó a un miembro del pueblo que era la princesa. El ogro y la princesa se hicieron novios y se casaron en el palacio de la princesa. El rey era el padre de la princesa, y el padre del ogro era el rey de los ogros. Se casaron y fueron felices y comieron perdices. Fin
Gabriel Santiago López