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El viaje, por Maksim Bravo

coco flotandoMi viaje de 8 años ya se terminaba. 8 años y 245 días fue el tiempo que pasé a la deriva, arrastrado por las corrientes.

Todo empezó cuando estaba en lo alto de una palmera, caí, y llegué rodando hasta la playa, donde las olas me arrastraban hacia adentro.

Durante varias horas estuve luchando contra las olas para llegar a la orilla, hasta que me rendí.

Tras nueve días de completo silencio, solo escuchando el agua debajo de mí, y las gaviotas en el cielo, aún veía en el horizonte, la isla de la que venía. Sabía que probablemente no la volvería a ver.

Después de esos nueve días, llegué a una pequeña roca que sobresalía del agua. Para mi sorpresa, estaba llena de vida; cangrejos, erizos, estrellas de mar, peces…

Cambié mi perspectiva del mar, un vasto desierto azul, a la del hábitat de millones de criaturas fascinantes. Desde entonces me lo pasé muy bien, fijándome en las pequeñas criaturas como lo son los peces, hasta a colosales ballenas.

Y después de de esos 8 años, volví.

Allí estaba, isla en la que crecí, la playa donde inicié mi viaje, y la palmera en la que nací.

Maksim Bravo 1A1

Un hecho extraño, por Rosa Trull

noia llegint¿Dónde está? No puede ser que lo haya perdido, lo deje aquí anoche. ¡Ah! ¡Lo encontré!

Me siento en la silla de mi escritorio, abro el libro que segundos antes he dado por perdido. Este era el diario de campo de mi padre, un sabio investigador al que muchos consideraban loco. Pronto hará dos años de su desaparición.

Según me contó, había descubierto algo. Y estoy segura que si encuentro ese algo, encontraré a papá. Este pensamiento está constantemente en mi cabeza, día y noche. Todos dicen que estoy obsesionada, que me estoy empezando a volver loca como él. Incluso mamá me ha llevado un montón de veces al sicólogo. Pero yo estoy segura que ese diario contiene algo importante y estoy dispuesta a encontrarlo.

Han pasado ya unos meses y poco a poco me estoy haciendo mayor. Hoy es mi cumpleaños y me voy a la playa de Sa Caleta con mamá. Esta es mi ocasión de intentar encontrar alguna pista, ya que muchas veces, en el diario, se menciona el mar.

Plantamos las toallas, me quito las chanclas y libro en mano camino por las rocas. Mientras ojeo el libro, de repente, hay algo que me llama la atención. “Al fondo, pasado el horizonte, tres rocas que parecen frailes se iluminan y cambian su posición.” está escrito en un rincón de la página. Pensando en qué debe significar, levanto la cabeza y, ante mí, tres rocas iluminadas por el Sol se elevan. Segundos después desaparecen. ¿Lo he soñado? Como soy muy intrépida y valiente, regreso a Sa Caleta, tomo prestada una lancha y me dirijo hacia el punto donde creo haber visto esa cosa extraña.

En el profundo azul del agua distingo algo que se mueve demasiado rápido para ser un pez. Me visto con un equipo de buceo que he encontrado en cubierta y enseguida me sumerjo. Efectivamente, eso no es un pez, delante de mis ojos pasan dos submarinos. Veo que llega un tercero, me agarro a él.

Llegamos a un edificio subacuático muy moderno. Del primer submarino empiezan a salir hombres, mujeres y niños encadenados. ¿Dónde me metido?

– ¡Eh! ¡Tu! Ven aquí.- me dice un hombre vestido de negro. Me han descubierto. Se me acerca, me quita el cuaderno de las manos, pero un trozo de una página se rompe y me lo guardo. Me pega con algo.

Después de eso, me despierto en una sala con tres energúmenos interrogandome.

– ¿Quien eres? ¿Cómo nos has encontrado?-.

– ¡Dejala! Ella no sabe nada- dice una voz procedente del fondo. Entre toda esa gente logro distinguir una silueta.

– ¡Papá!- No me lo puedo creer, está delante de mi, encadenado. ¿Qué le ha pasado? ¿Qué me va a pasar a mi? Todo son dudas.

– Teneis el cuaderno, me teneis a mi, no hay nada ni nadie que sepa algo al respecto, dejadla marchar- dice papá.

Dos hombres salen de la sala. Parece que van a hablar con el jefe. Cinco minutos despuès me llevan a otra sala. Allí, una niña no más de dos años mayor que yo, me observa. Una vez los guardias se han ido, me dice:

-No te preocupes yo tengo la solución.

La niña se marcha. Momentos más tarde, nos trasladan a papá y a mí a una especie de quirófano.  Muchas luces nos ciegan.

Han pasado tres días. Papá, mamá y yo volvemos a estar juntos. Ni él ni yo recordamos nada. Mientras paseamos por la playa meto la mano en el bolsillo. Extraigo un papel mojado y arrugado.  Hay algo escrito que apenas se puede leer: “Al fondo, pasado el horizonte, tres rocas que parecen frailes se iluminan y cambian su posición”. Como un flash, me vienen algunas imágenes. Veo como papá y yo habíamos encontrado la guarida del Señor R, el malvado más buscado de la historia. Es extraño.

Rosa Trull 1A3