Aún lo recuerdo.
No me gustaba el mar,
pero al ver tus orgullosos ojos
me empecé a interesar.
Era una mañana en calma.
El cielo, en el mar se reflejó.
Cuando me miraste
una ola impactó en mi corazón.
El orgullo de un padre floreció
y a su vez,
ese sentimiento inigualable
me enterneció.
Se hizo de noche,
el mar, era para la luna un gran mirador.
Tus ojos, brillantes estrellas
deslumbraban todo a su alrededor.
Ha pasado mucho tiempo,
pero aún cuando entro al mar,
siento tus abrazos en las olas
y en el cielo tu dulce mirar.
ALEXANDRA CONTRERAS, 1A1