Jueves 7 de Agosto. Me dispongo a preparar mi maleta. En dos horas estará mi tío Marco junto mi prima Alexia y mi amiga Lucía esperándome en mi puerta con el coche en marcha, y emprenderemos camino hacía Zaragoza.
Mi tío que es un gran historiador, ha aprovechado que nosotras tenemos vacaciones de verano para llevarnos a una casa rural que misteriosamente es demasiado barata para estar en las fechas en las que estamos, pleno agosto.
Lucía me ha dicho en el coche que ha hecho una cosa para mí pero antes de explicaros qué es lo que ha diseñado os tengo que contar mi pequeño secreto. Me llamo Indara, parezco una chica sencilla. Tengo 14 años, morena, ojos verdes y con un cuerpo atlético; soy una persona inquieta y soñadora, pero tengo algo especial, no sé de dónde me viene y sólo mi amiga y mi prima lo saben. Y es que tengo la capacidad de escuchar sonidos del pasado, todavía escucho como mi bisabuela reñía a mi abuela por no hacer las tareas. A lo que estábamos, Lucía, una pelirroja con ojos azules, constitución delgada y una amante de la tecnología, estaba tan intrigada por escuchar lo mismo que escucho yo, que había diseñado unos audífonos que a través de un chip reproducía por el ordenador lo mismo que escuchaba yo.
Transcurridas tres horas y media de camino en un coche a 40 grados y sin aire acondicionado llegamos a Belchite, un pueblo de Zaragoza, que, a primera impresión no me dio muy buena espina.
La casa estaba hecha de piedra, como si de un antiguo castillo sé tratara; una vez dentro todo cambió, estaba todo totalmente reformado: televisiones plasma, wifi por toda la casa y en el jardín una piscina enorme.
Nada más llegar, Alexia tiró la mochila encima de su cama y pretendía ir de inmediato a la piscina. Alexia, una bohemia con ojos marrones castaña y apasionada por la historia, todavía ni se imaginaba lo que en minutos después iba a pasar. Lucía se puso manos a la obra, colocó el ordenador en una de las hamacas de la piscina y puso música. Yo, ya con mis audífonos puestos me tire de cabeza a la piscina y ahí descubrimos que el invento de Lucía funcionaba. Comenzaron a sonar gritos de guerra y disparos. Alexia asustada salió de la piscina y yo junto con ella. No sabíamos qué estaba pasando, ni de dónde venían, la cosa era que ya teníamos algo que investigar durante estas vacaciones. Las voces sólo se escuchaban dentro de la piscina, con lo cual quería decir que había que investigar qué había debajo de esa casa.
Consultamos todo esto en Internet. Después de largas e inquietantes horas, descubrimos que Belchite fue en la guerra civil uno de los pueblos que quedó desolado tras esta guerra y que está casa antiguamente era un hospital de la peste.
Por la noche cuando mi tío durmiera saldríamos a buscar de dónde venían los disparos y los gritos. Marco no tardó nada en dormirse así que linterna en mano, audífonos colocados y listas para salir. Nada más salir de la casa las voces se empezaron a escuchar, procedí a preguntarles cosas, con la esperanza de que no me contestarán, y sí, me contestaron, pero con gestos, si, los veíamos. Minutos más tarde, se escuchó una puerta que chirriaba, pensamos que era Marco, así que lo dejemos pasar. A los segundos se escucharon tiroteos y gritos de guerra, podíamos ver cómo los fantasmas salían de las piscina armados, Marco estaba despierto pero parecía algo demasiado alterado, caminaba raro y con los ojos en blanco y sólo decía:¡A las impostoras!¡A las impostoras! Yo estaba asustada, no podía creer lo que estaba pasando, Agarré a Alexia y Lucía de la mano y huimos corriendo. Ninguna de las tres sabía manejar el coche así que nos atrincheramos en casa y empezaron a sonar voces de ultratumba. En la casa se fue la luz, ya no sabíamos que hacer, sonó el timbre, pero nadie fue a abrir por miedo. Derribaron la puerta y empezaron a entrar fantasmas.
Jueves 7 de Agosto, todavía no he preparado la maleta, me he quedado dormida y he tenido un sueño horrible. Me tengo que dar prisa porque mi tío tiene que estar a punto de llegar.
Jueves 7 de Agosto. Me dispongo a preparar mi maleta. En dos horas estará mi tío Marco junto mi prima Alexia y mi amiga Lucía esperándome en mi puerta con el coche en marcha, y emprenderemos camino hacía Zaragoza.
Mi tío que es un gran historiador, ha aprovechado que nosotras tenemos vacaciones de verano para llevarnos a una casa rural que misteriosamente es demasiado barata para estar en las fechas en las que estamos, pleno agosto.
Lucía me ha dicho en el coche que ha hecho una cosa para mí pero antes de explicaros qué es lo que ha diseñado os tengo que contar mi pequeño secreto. Me llamo Indara, parezco una chica sencilla. Tengo 14 años, morena, ojos verdes y con un cuerpo atlético; soy una persona inquieta y soñadora, pero tengo algo especial, no sé de dónde me viene y sólo mi amiga y mi prima lo saben. Y es que tengo la capacidad de escuchar sonidos del pasado, todavía escucho como mi bisabuela reñía a mi abuela por no hacer las tareas. A lo que estábamos, Lucía, una pelirroja con ojos azules, constitución delgada y una amante de la tecnología, estaba tan intrigada por escuchar lo mismo que escucho yo, que había diseñado unos audífonos que a través de un chip reproducía por el ordenador lo mismo que escuchaba yo.
Transcurridas tres horas y media de camino en un coche a 40 grados y sin aire acondicionado llegamos a Belchite, un pueblo de Zaragoza, que, a primera impresión no me dio muy buena espina.
La casa estaba hecha de piedra, como si de un antiguo castillo sé tratara; una vez dentro todo cambió, estaba todo totalmente reformado: televisiones plasma, wifi por toda la casa y en el jardín una piscina enorme.
Nada más llegar, Alexia tiró la mochila encima de su cama y pretendía ir de inmediato a la piscina. Alexia, una bohemia con ojos marrones castaña y apasionada por la historia, todavía ni se imaginaba lo que en minutos después iba a pasar. Lucía se puso manos a la obra, colocó el ordenador en una de las hamacas de la piscina y puso música. Yo, ya con mis audífonos puestos me tire de cabeza a la piscina y ahí descubrimos que el invento de Lucía funcionaba. Comenzaron a sonar gritos de guerra y disparos. Alexia asustada salió de la piscina y yo junto con ella. No sabíamos qué estaba pasando, ni de dónde venían, la cosa era que ya teníamos algo que investigar durante estas vacaciones. Las voces sólo se escuchaban dentro de la piscina, con lo cual quería decir que había que investigar qué había debajo de esa casa.
Consultamos todo esto en Internet. Después de largas e inquietantes horas, descubrimos que Belchite fue en la guerra civil uno de los pueblos que quedó desolado tras esta guerra y que está casa antiguamente era un hospital de la peste.
Por la noche cuando mi tío durmiera saldríamos a buscar de dónde venían los disparos y los gritos. Marco no tardó nada en dormirse así que linterna en mano, audífonos colocados y listas para salir. Nada más salir de la casa las voces se empezaron a escuchar, procedí a preguntarles cosas, con la esperanza de que no me contestarán, y sí, me contestaron, pero con gestos, si, los veíamos. Minutos más tarde, se escuchó una puerta que chirriaba, pensamos que era Marco, así que lo dejemos pasar. A los segundos se escucharon tiroteos y gritos de guerra, podíamos ver cómo los fantasmas salían de las piscina armados, Marco estaba despierto pero parecía algo demasiado alterado, caminaba raro y con los ojos en blanco y sólo decía:¡A las impostoras!¡A las impostoras! Yo estaba asustada, no podía creer lo que estaba pasando, Agarré a Alexia y Lucía de la mano y huimos corriendo. Ninguna de las tres sabía manejar el coche así que nos atrincheramos en casa y empezaron a sonar voces de ultratumba. En la casa se fue la luz, ya no sabíamos que hacer, sonó el timbre, pero nadie fue a abrir por miedo. Derribaron la puerta y empezaron a entrar fantasmas.
Jueves 7 de Agosto, todavía no he preparado la maleta, me he quedado dormida y he tenido un sueño horrible. Me tengo que dar prisa porque mi tío tiene que estar a punto de llegar.
Jueves 7 de Agosto. Me dispongo a preparar mi maleta. En dos horas estará mi tío Marco junto mi prima Alexia y mi amiga Lucía esperándome en mi puerta con el coche en marcha, y emprenderemos camino hacía Zaragoza.
Mi tío que es un gran historiador, ha aprovechado que nosotras tenemos vacaciones de verano para llevarnos a una casa rural que misteriosamente es demasiado barata para estar en las fechas en las que estamos, pleno agosto.
Lucía me ha dicho en el coche que ha hecho una cosa para mí pero antes de explicaros qué es lo que ha diseñado os tengo que contar mi pequeño secreto. Me llamo Indara, parezco una chica sencilla. Tengo 14 años, morena, ojos verdes y con un cuerpo atlético; soy una persona inquieta y soñadora, pero tengo algo especial, no sé de dónde me viene y sólo mi amiga y mi prima lo saben. Y es que tengo la capacidad de escuchar sonidos del pasado, todavía escucho como mi bisabuela reñía a mi abuela por no hacer las tareas. A lo que estábamos, Lucía, una pelirroja con ojos azules, constitución delgada y una amante de la tecnología, estaba tan intrigada por escuchar lo mismo que escucho yo, que había diseñado unos audífonos que a través de un chip reproducía por el ordenador lo mismo que escuchaba yo.
Transcurridas tres horas y media de camino en un coche a 40 grados y sin aire acondicionado llegamos a Belchite, un pueblo de Zaragoza, que, a primera impresión no me dio muy buena espina.
La casa estaba hecha de piedra, como si de un antiguo castillo sé tratara; una vez dentro todo cambió, estaba todo totalmente reformado: televisiones plasma, wifi por toda la casa y en el jardín una piscina enorme.
Nada más llegar, Alexia tiró la mochila encima de su cama y pretendía ir de inmediato a la piscina. Alexia, una bohemia con ojos marrones castaña y apasionada por la historia, todavía ni se imaginaba lo que en minutos después iba a pasar. Lucía se puso manos a la obra, colocó el ordenador en una de las hamacas de la piscina y puso música. Yo, ya con mis audífonos puestos me tire de cabeza a la piscina y ahí descubrimos que el invento de Lucía funcionaba. Comenzaron a sonar gritos de guerra y disparos. Alexia asustada salió de la piscina y yo junto con ella. No sabíamos qué estaba pasando, ni de dónde venían, la cosa era que ya teníamos algo que investigar durante estas vacaciones. Las voces sólo se escuchaban dentro de la piscina, con lo cual quería decir que había que investigar qué había debajo de esa casa.
Consultamos todo esto en Internet. Después de largas e inquietantes horas, descubrimos que Belchite fue en la guerra civil uno de los pueblos que quedó desolado tras esta guerra y que está casa antiguamente era un hospital de la peste.
Por la noche cuando mi tío durmiera saldríamos a buscar de dónde venían los disparos y los gritos. Marco no tardó nada en dormirse así que linterna en mano, audífonos colocados y listas para salir. Nada más salir de la casa las voces se empezaron a escuchar, procedí a preguntarles cosas, con la esperanza de que no me contestarán, y sí, me contestaron, pero con gestos, si, los veíamos. Minutos más tarde, se escuchó una puerta que chirriaba, pensamos que era Marco, así que lo dejemos pasar. A los segundos se escucharon tiroteos y gritos de guerra, podíamos ver cómo los fantasmas salían de las piscina armados, Marco estaba despierto pero parecía algo demasiado alterado, caminaba raro y con los ojos en blanco y sólo decía:¡A las impostoras!¡A las impostoras! Yo estaba asustada, no podía creer lo que estaba pasando, Agarré a Alexia y Lucía de la mano y huimos corriendo. Ninguna de las tres sabía manejar el coche así que nos atrincheramos en casa y empezaron a sonar voces de ultratumba. En la casa se fue la luz, ya no sabíamos que hacer, sonó el timbre, pero nadie fue a abrir por miedo. Derribaron la puerta y empezaron a entrar fantasmas.
Jueves 7 de Agosto, todavía no he preparado la maleta, me he quedado dormida y he tenido un sueño horrible. Me tengo que dar prisa porque mi tío tiene que estar a punto de llegar.
Alcachofa