Las diez heridas de Pisa

No hay razones para vaticinar el Apocalipsis ni para lanzar las campanas al vuelo. De poco sirven los diagnósticos simplis­tas y desinformados que sitúan a nuestro sistema educativo en lo más hondo del pozo, ni aquellos otros excesivamente complacientes que tratan de justificar lo injustificable. Ni tanto ni tan poco. No pueden obviarse los extraordinarios avances logrados en las últimas décadas para hacer efectivo el derecho a la educación, ni los esfuerzos e iniciativas que pue­den tener efectos a medio plazo. Pero tampoco pueden dejar de señalarse las debilida­des existentes -arrastradas del pasado o producidas por nue­vas circunstancias- que impi­den el logro de una buena educación. En un diagnóstico de urgencia -tiempo habrá para los análisis más pulidos y matizados- éstas son las diez heridas que nos descubre el in­forme PISA y otros estudios recientes y que requieren in­tervenciones sólidas y com­partidas para que cicatricen debidamente.


Primera. El estatus socioeconó­mico y cultural familiar y, sobre todo el nivel de estudios de los padres, repercute muy directa­mente en los resultados escola­res de sus hijos. De ahí la im­portancia de promover la educación básica y permanen­te de personas adultas, un tramo demasiado olvidado en las últimas reformas educativas.

Segunda. Se entiende mal lo poco que se lee. El déficit en la comprensión lectora, el dato más preocupante, puede con­ con­ducir a un amplio sector de la juventud al analfabetismo funcional. Una de las recetas es clara: menos gramática y más lectura en la escuela. También en casa y en cualquier otro lugar.


Tercera. El uso indiscriminado y sin pautas de las Tecnologías de la Información genera dis­persión y falta de concentra­ción. Se precisa una sostenida intervención adulta para esti­mular el análisis, la reflexión y la optimización de unos nuevos dispositivos en los que se mezclan viejos y nuevos lenguajes.


Cuarta. En contra de lo que suele decirse demasiado habitualmente -sobre todo en los medios de comunicación- lo que se precisa no es el refuerzo de las pedagogías tradicionales y duras sino la extensión de las pedagogías innovadoras. Basta una lectura atenta de las pre­guntas que hace PISA para darse cuenta de su perfecta sintonía con los postulados educativos innovadores.


Quinta. El clima de trabajo, la relación educativa y la convi­vencia son factores claves para la mejora de la enseñanza. Un orden disciplinario donde es­fuerzo y placer anden apareja­dos. Porque si ya es sabido que la letra con sangre no entra, también se sabe que sin el deseo del alumnado no entra nada.

Sexta. La autonomía escolar es otro de los iconos del cambio. Para gestionar proyectos peda­gógicos diversos bajo un liderazgo fuerte que garantice el trabajo colaborativo y la cohe­sión de los equipos docentes.


Séptima. El modelo de refor­ma de la Secundaria tiene al­gunos escapes que no se arre­glan. La comprensividad no acaba de encontrar remedios para atender al alumnado que va mejor y, sobre todo, al que va peor. Demasiados fracasos y abandonos prematuros y posteriores.

Octava. Más inversión en edu­cación -estamos un punto por debajo del promedio del PIB de la Unión Europea- es del todo necesario, pero no es sufi­ciente. Hay que medir bien las inversiones para atender las prioridades y no malgastar el dinero público. PISA también lo demuestra: con frecuencia el presupuesto no incide en los resultados.

Novena. El profesorado, huelga decirlo, es una de las piezas clave sino la que más. Por eso hay que mejorar los procesos de selección, de formación ini­cial y permanente, de promo­ción y de evaluación. Basta de miedos y corporativismos y vía libre a los mecanismos externos de evaluación y promoción.

Y décima. Lo hemos reivindica­do un montón de veces: un pacto social por la educación, con corresponsabilidades y complicidades sólidas y durade­ras. Para que la educación esté presente en todas las manifesta­ciones y rituales de la tribu.

Jaume Carbonell

One thought on “Las diez heridas de Pisa

  1. Anna

    Plenament d’acord amb totes les ferides. Ara hem de tractar de fer d’infermers tots plegats i intentar guarir-les. Gràcies per l’article!

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