Cuando Andrea quiere describir la terrible escena en la que las hermanas de Román, Juan y Angustias recriminan a su madre la educación recibida y la culpabilizan de la tragedia vivida, cree imaginar un cuadro de Goya: “Poco a poco, las caras se iban perfilando, ganchudas o aplastadas, como en un capricho de Goya. Aquellos enlutados parecían celebrar un extraño aquelarre.” (Tercera parte. Capítulo XXIII). La contemplación de un cuadro de Goya nos ilustra de forma plástica la visión alucinada y lúcida de la narradora.

El Aquelarre o El Gran Cabrón, un espeluznante cuadro de Goya