La despedida

“Bajé las escaleras. despacio. sentía una viva emoción. recordaba la terrible esperanza, el anhelo de vida con que las había subido por primera vez. (…) Antes de entrar en el auto alcé los ojos hacia la casa donde había vivido un año. Los primeros rayos del sol chocaban contra sus ventanas. Unos momentos después, la calle de Aribau y Barcelona entea quedaban detrás de mí.” (Tercera parte. Capítulo XXV)

La novela se acaba cuando Andrea cierrra la puerta de la finca de la calle Aribau y da por concluído ese año en Barcelona. “De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada”, nos dice, pero inmediatamente rectifica: “Al menos, así creía yo entonces”. De la casa de la calle de Aribau Andrea se lleva una serie de enseñanzas decisivas para su vida; de esa casa se lo lleva todo.

La puerta del nº 36 de la calle de Aribau

La puerta del nº 36 de la calle de Aribau

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