5b- El punto de vista narrativo

El autor de un texto narrativo tiene que plantearse de entrada desde qué punto de vista va a relatar la cadena de acontecimientos que constituirán el texto. Ha de decidir si será más adecuado presentar la materia narrativa desde fuera (narrador externo) o desde dentro  (narrador interno).

    

En el caso de que el narrador conozca presente, pasado y futuro de sus personajes, lo que dicen, hacen, piensan y sienten, se tratará de un narrador omnisciente. Este tipo de narrador externo es frecuente en las novelas de corte realista -como La Regenta de Clarín- y permite incluso que el narrador valore las actitudes de los personajes y desvele sus más íntimas motivaciones. En cambio, el narrador observador u objetivo no nos tamiza los hechos a través de su mirada, sino que tan sólo registra lo que sucede: lo que se hace y lo que se dice -vista y sonido, como si fuera una cámara-. De hecho, nuestra  comprensión de la vida se acerca mucho más a la aproximación que nos brinda dicho narrador, en la que el lector tiene que poner bastante de sí para interpretar lo que está sucediendo. En su novela El Jarama, Rafael Sánchez Ferlosio compone una ficción en la que el narrador se convierte en un notario que da fe de lo que se observa y oye. El narrador externo usará siempre la tercera persona del verbo.

 Según el grado de implicación, el narrador interno será testigo o protagonista. El narrador testigo empleará la tercera persona del verbo cuando narre acontecimientos en los que no participe directamente, mientras que utilizará la primera siempre que intervenga en la historia. El lector, para juzgar la veracidad del relato, habrá de tener en cuenta si el narrador explica lo que ha visto o lo que le han explicado otros,  si puede tener algún interés en tergiversar los hechos o si las informaciones de las que dispone son más o menos fidedignas. Similares precauciones deberá tomar el lector ante un narrador protagonista, ya que nos explicará los hechos según él los ha vivido, con toda la subjetividad que esto supone, y puede que intente dar una visión mejorada de sí mismo o que no sea capaz de ser absolutamente sincero porque desconozca sus propias motivaciones. Las novelas picarescas, el Lazarillo de Tormes entre ellas, son narraciones que se presentan como autobiográficas y en las que el narrador emplea, pues, la primera persona.

El autor decidirá, al iniciar la composición del texto, de qué grado de información debe disponer el lector: si ha de ser objetiva o subjetiva, si quiere darle la realidad interpretada o que la interprete el propio lector… Estas elecciones implicarán un punto de vista u otro.

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