LA REALIDAD PLURILINGÜE DE ESPAÑA

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En el estado español conviven varias lenguas, la mayoría de las cuales proceden del latín -como el propio castellano, el catalán, el gallego y el aranés-; el vasco, en cambio, es una lengua prerromana cuyo origen está todavía por determinar, aunque se ha especulado con cierto parentesco entre ésta y algunas lenguas caucásicas habladas en zonas fronterizas de Rusia y Turquía.

Con la invasión romana las distintas lenguas peninsulares fueron desapareciendo -el celtíbero, el fenicio, el tarteso, el ligur…-, a pesar de que dejaron su impronta como sustrato, no tan solo en la fonética, sino también en la morfología e incluso en algún rastro léxico. Así pues, según fueran las distintas lenguas que constituían el sustrato de aquella zona geográfica, el latín era adaptado por los hablantes de un modo u otro.

Aparte de ello, el árabe también ejerció distinta influencia en los dominios del catalán, del castellano o del gallego. Las lenguas romances más septentrionales sufrieron menor influjo.

En el siglo XI en la penísula existían distintas lenguas romances además de las nombradas: éstas serían el navarro-aragonés, el astur-leonés y el mozárabe, hablado por los cristianos que habitaban en tierras gobernadas por los árabes. No obstante, estos dialectos del latín fueron prácticamente absorbidos  por el castellano.

Hoy en día, el vasco,el gallego y el catalán sufren la presión de una lengua, el castellano, con un dominio de hablantes muy superior y con varios estados en la que es considerada la lengua oficial por antonomasia, por lo que en las zonas en que se hablan, más que de bilingüismo habría que hablar de diglosia, es decir, que se pretende desde posiciones centralistas que el castellano sea la lengua de prestigio, mientras que la lengua vernácula quede relegada a situaciones socialmente inferiores de la oralidad, como la vida familiar o el folklore.

 

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