29.- Símbolos en LR.

Uno de los elementos de modernidad de la novela de Clarín es el uso de símbolos profanos, que muchas veces parecen referencias freudianas a un erotismo subconsciente o reprimido.

 

a) El sapo. La parte instintiva y desagradable del amor, su desidealización. 

I, 9.  – Un sapo en cuclillas miraba a la Regenta encaramado en una raíz gruesa, que salía de la tierra como una garra. Lo tenía a un palmo de su vestido. Ana dio un grito, tuvo miedo. Se le figuró que aquel sapo había estado oyéndola pensar y se burlaba de sus ilusiones.

—¡Petra! ¡Petra!

La doncella no respondía. El sapo la miraba con una impertinencia que le daba asco y un pavor tonto.

I, 16. Aquellos versos, que ha querido hacer ridículos y vulgares, manchándolos con su baba, la necedad prosaica, pasándolos mil y mil veces por sus labios viscosos como vientre de sapo, sonaron en los oídos de Ana aquella noche como frase sublime de un amor inocente y puro que se entrega con la fe en el objeto amado, natural en todo gran amor. Ana, entonces, no pudo evitarlo, lloró, lloró, sintiendo por aquella Inés una compasión infinita.

 

II, 30.

Había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo.

 

b) La piel de tigre. Sensualidad sublimada. 

I, 3. Dejó caer con negligencia su bata azul con encajes crema, y apareció blanca toda, como se la figuraba don Saturno poco antes de dormirse, pero mucho más hermosa que Bermúdez podía representársela. Después de abandonar todas las prendas que no habían de acompañarla en el lecho, quedó sobre la piel de tigre, hundiendo los pies desnudos, pequeños y rollizos en la espesura de las manchas pardas.

 

c) Animales de connotación psicológica. 

I,9 El único bicho que le era simpático a don Álvaro era un pavo real disecado por Frígilis y su amigo.— Solía acariciarle la pechuga, mientras Quintanar disertaba.

I, 13. Quería meterle a don Álvaro por los ojos, y después de la conversación de la tarde anterior con Mesía, no pensaba en otra cosa. Por la mañana había ido a casa de Quintanar, quien se paseaba por su despacho en mangas de camisa, con los tirantes bordados colgando: representaban, en colores vivos de seda fina, todos los accidentes de la caza de un ciervo fabuloso de cornamenta inverosímil.

 

 

d) Lugares. 

  • La torre desde el Magistral otea.
  • Vetusta dividida en cronotopos. El barrio de la Encimada.
  • El casino.
  • Los rincones oscuros de la catedral.

I,14. Paco Vegallana, Obdulia, Visita y demás gente loca —había dicho el Arcipreste— se entretienen en cortar helechos, yerbas, ramas de árboles y arrojarlo todo al pozo, y cuando ya llega la hojarasca cerca de la boca… ¡zas! se tiran ellos dentro, primero uno, después otro y a veces dos o tres a un tiempo.

 

e) Símbolos fálicos. 

I, 16.

Aquel año la tristeza había aparecido a la hora de siempre. Estaba Ana sola en el comedor. Sobre la mesa quedaban la cafetera de estaño, la taza y la copa en que había tomado café y anís don Víctor, que ya estaba en el Casino jugando al ajedrez. Sobre el platillo de la taza yacía medio puro apagado, cuya ceniza formaba repugnante amasijo impregnado del café frío derramado. Todo esto miraba la Regenta con pena, como si fuesen ruinas de un mundo. La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer. Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.

 

II, 21.

Don Fermín, risueño, mojaba un bizcocho en chocolate; Teresa acercaba el rostro al amo, separando el cuerpo de la mesa; abría la boca de labios finos y muy rojos, con gesto cómico sacaba más de lo preciso la lengua, húmeda y colorada; en ella depositaba el bizcocho don Fermín, con dientes de perlas lo partía la criada, y el señorito se comía la otra mitad.

Y así todas las mañanas.

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28.- Reflejo del contexto histórico en LR. Vetusta como microcosmos de La restauración.

A partir de 1850, se advierte en Europa un alejamiento paulatino de las formas de vida y de la mentalidad dominantes en la época romántica; los privilegios de la nobleza son cuestionados y emerge la clase social del proletariado. Los sueños y la angustia vital de los románticos serán sustituidos por programas concretos de acción y por un examen crítico de los problemas de la sociedad con vistas a encontrar soluciones concretas.

En LR, el tiempo interno narrativo se indica de manera bastante genérica a través del paso de las estaciones, con los consiguientes cambios metereológicos, que afectan los hábitos de vida y el estado de ánimo de los vetustenses. Igualmente, se marca el paso del tiempo a través de las celebraciones religiosas (Todos los Santos, Navidad, Cuaresma, Semana Santa…), que inciden en los acontecimientos de la trama argumental. Con estas imprecisas indicaciones del paso del tiempo, situadas en un desarrollo argumental en tempo lento, se acentúa la sensación de monotonía, de ausencia de cambios en la repetitiva existencia de los vetustenses, que es, precisamente, lo que se quiere resaltar para criticarlo. De esta manera, el lector apenas se da cuenta del paso del tiempo novelesco y casi no percibe que los quince capítulos de la primera parte pasan en tres días, mientras que los quince de la segunda transcurren en casi tres años.

El tiempo externo (la cronología real en la que se ubica la acción) es poco preciso. Las referencias a hechos históricos, situados entre 1859 y 1880, no son exactas y a menudo resultan contradictorias. Y es que Clarín no tiene demasiado interés en encajar la ficción novelesca en una cronología histórica precisa; su intención es mostrarnos una ciudad aislada, ensimismada, alejada de los cambios que se están produciendo en el mundo.

En Vetusta conviven las huellas del  Antiguo régimen con las de la Revolución liberal de 1868 y su breve I República, en la forma de la recién inaugurada Restauración, pues la trama de LR parece situada en su apogeo. La sociedad de Vetusta está lastrada por la connivencia entre una aristocracia que se aferra a sus viejos privilegios de clase, la burguesía ascendente de La colonia, con el personaje de Frutos Redondo, y una Iglesia que es omnipresente en la vida cotidiana. La rutina del confesonario y los actos religiosos (la onomástica de San Francisco, los días de Todos los Santos, la misa del gallo y la procesión de Viernes Santo) marcan el ritmo de la ciudad.

El poder político sigue en manos de la nobleza; se lo reparten el marqués de Vegallana (jefe del Partido Conservador) y Álvaro Mesía (que además de donjuán de Vetusta es presidente del Casino y jefe del Partido liberal. Ambos caciques han establecido una red corrupta de favores muy beneficiosa para ambos; de hecho, el primero considera al segundo “su mano derecha”. La Vetusta noble es “un fondo de rencores y envidias”. Aquí, el marqués de Vegallana es la figura preponderante, a pesar de tener hijos bastardos desperdigados por la ciudad. Usa su coche de caballos para “llevar y traer electores unas veces y otras para cazar en terreno vedado”. La marquesa, doña Rufina, intenta disimular su vejez y presume de ser una libertina dejando a los jóvenes que jugueteen libremente por las alcobas de su caserón; en cambio, le da la espalda a Ana cuando se entera de su adulterio. Su hijo, Paco, admirador y confidente de Mesía, frecuenta prostitutas y criadas e intenta incluso seducir a su prima. Visita la del Banco, con fama de gorrona y celestina, junto a la viuda Obdulia Fandiño, popular por su conducta desinhibida y sus escarceos eróticos, complementan el círculo de la nobleza de Vetusta.

La burguesía se ha instalado definitivamente como clase social dominante, con una clara tendencia hacia posiciones conservadoras y una mentalidad pragmática. Se concentra en el reciente barrio de La colonia, de construcciones recientes y calles rectas. Un personaje como Frutos Redondo, un “americano deseado” que había vuelto de Matanzas cargado de millones, pero que también destaca por su poco conocimiento cultural, pues su presencia en el teatro es un puro deseo de apariencia, y además se destaca en él lo poco que ha leído. “Dispuesto a edificar el mejor chalet de Vetusta, y a casarse con la mujer más guapa de Vetusta.” “Vio a Anita, que le dijeron que era la hermosura del pueblo (…). Le dijeron que no bastaban sus onzas para conquistarla y entonces se enamoró mucho más“.

De este modo, Clarín realiza una crítica al inmovilismo de la aristocracia española, así como a la corrupción y aprovechamiento de los partidos dinásticos de la Restauración.

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27.- Los espacios en LR.

Un paseo por Vetusta. Vídeo. 

En La Regenta, los espacios y ambientes son casi siempre urbanos. El campo aparece únicamente como lugar de descanso y diversión de los habitantes de La encimada, tal como correspondía al solaz de las clases nobles. Esta es la función de El Vivero, finca que es propiedad de los marqueses de Vegallana.

La Encimada: barrio antiguo, decadente, en el que se mezclan los nobles con los pobres y donde se sitúan los edificios más emblemáticos (catedral, casino, teatro, palacios de la aristocracia…). Leamos: sus viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los vanidosos ciudadanos palacios y eran madrigueras, cuevas. Los vetustenses que se mueven en este ambiente, bajo la corrosiva mirada crítica del narrador, tienen en común su vida ociosa, improductiva, dedicada a la diversión y el vicio.

El Espolón, lugar de paseo y encuentro , donde los nobles se encontraban y se exhibían.

El casino, minuciosamente descrito en el capítulo VI, escenario fundamental en determinados momentos de la obra.

La catedral, donde empieza y acaba la novela, parece presidir el mundo de los vetustenses y, de manera especial, de la Ana Ozores mística, como espacio natural del poder del Magistral. Las presencias de los confesonarios se convierten, de la mano de Fermín, en un lugar de dominio a las beatas, en este caso a Ana.

El caserón de los Ozores, primero prisión de Ana, bajo la férrea acogida de sus tías; luego, escenario de sus crisis, de la soledad a la que se ve abocada al lado de su paternal marido; finalmente, nido del amor adúltero en el cual la Regenta acaba atrapada. La reclusión de Ana en su alcoba durante sus crisis confirma este carácter carcelario del hogar, matiz visible en sus paseos nocturnos por el jardín.

El Campo del Sol: barrio obrero, alrededor de la fábrica, de cuyos dueños nada se dice en la novela.

La Colonia: donde viven los indianos enriquecidos en América, con el personaje paradigmático de Frutos Redondo, aspirante a la mano de Ana.

 

Aparte de las descripciones urbanas, las de los espacios interiores completan las de los personajes. Clarín, sin abusar de ese recurso, nos permite acceder a la intimidad de la alcoba de Ana Ozores, la casa del Magistral, dominada por su madre, la cocina de los marqueses de Vegallana…).

Algún espacio de Vetusta, como el barrio de La encimada, actúa como cronotopo, es decir, no se limita a ser un puro marco paisajístico de la acción sino que aporta una huella psicológica a sus habitantes. Pero este carácter simbólico de los espacios no afecta a los de toda la ciudad, ya que Vetusta es una ciudad ficticia construida sobre las huellas de una verdadera: Oviedo.

 

*Artículo de El País sobre los espacios de LR.

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26.- Personajes. Fermín de Pas, Álvaro Mesía y Víctor Quintanar.

Fermín

 

Igual que Ana se inscribe dentro de la tipología de la mujer insatisfecha, Fermín de Pas, el Magistral, se relaciona con un arquetipo literario muy frecuente en la literatura realista del siglo XIX: el sacerdote enamorado, tema que era una especie de subgénero dentro de la  novela realista. Ejemplos de obras que contienen este arquetipo son Pepita Jiménez de Juan Valera, Tormento de Benito Pérez Galdós o Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán, aunque parece inspirarse más en el sacerdote de La conquista de Pleassance, de Emile Zola.

La aportación de Clarín a este tema consiste en la configuración de un personaje redondo, humanamente complejo, lleno de matices. Su físico vigoroso se corresponde con su pasión dominante: la ambición, el ascenso social por medio de la carrera eclesiástica, que le permite acceder al mundo de los poderosos y conocer sus debilidades y miserias a través de la confesión. A inicio de la novela, Fermín es retratado en las alturas, oteando la ciudad y en especial el barrio de La Encimada. Como en toda obra naturalista, su temperamento se debe justificar por su genética, por su clase social y por el medio en que Fermín ha vivido.

Su ambición viene inculcada por su madre, doña Paula *, un personaje secundario, pero de gran importancia, hasta el punto que la historia de su vida se convierte en un relato independiente de la trama principal, tan importante como la de Ana. El poderoso magistral, ante su madre, se comporta como un niño sumiso; mantiene con ella una relación edípica de amor­/ odio, en la que ella auspicia que tenga relaciones con su criada Teresa, siempre que no causen escándalo y que se limiten al sexo, sin amor. Pero cuando Fermín se enamora apasionadamente de Ana, doña Paula, llena de celos, la ve como una peligrosa rival y trata de librarle de esa obsesión.

Fermín, desde el inicio de la novela, está convencido de su superioridad sobre quienes le rodean, tanto sus acólitos, el obispo o los nobles de La encimada. De Pas es sacerdote contra su voluntad, de ahí que se avergüence de su sotana que le impide desarrollar su verdadero yo, su deseo de amar, que consuela ocasionalmente con las criadas que su madre le sitúa al lado de su alcoba. El fingimiento es su principal rasgo de carácter, partiendo del que le obliga a no consumar sus relaciones de afectividad plenamente.

Es consciente de sus defectos que le provocan remordimientos. Le obsesiona amasar poder, que obtiene con las confesiones del confesonario. Se siente resentido porque a su edad aún no es obispo. Es acusado de simonía, así como de beneficiar el negocio de objetos religiosos de su madre, que ha arruinado el negocio de Santos Barinaga y es culpable indirecta de su alcoholismo y su muerte.

Fermín no consigue provocar un aura de bondad, como era el caso del obispo; además, se ha ganado el odio del Arcediano y el Arcipreste debido a su afán por medrar. Su crueldad con las hijas de la familia Carraspique es también proverbial, así como consigue instigar con indirectas a Quintanar que mate a Mesía tras conocer su relación con Ana. Tampoco duda en arrojar a esta al suelo violentamente cuando acude a verle al confesonario al final de la novela.

Así, el personaje de Fermín está lleno de matices; es esclavo de una condición que él no eligió, pero su temperamento no es el de una víctima sino el de un verdugo.

*   – Padre de Fermín. -Infancia de Fermín. -Estudios de Fermín. – Cargos eclesiásticos de Fermín. – Pasiones humanas de Fermín (Teresa y Petra).

 

 

Álvaro Mesía.

De los personajes principales, Álvaro Mesía es el menos interesante desde el punto de vista literario, ya que el autor está claramente en su contra: configurado con el molde de don Juan Tenorio, pero mostrado por el narrador omnisciente como un cobarde (el duelo abandonado hace años en compañía de Frígilis), se lo retrata como un fantoche sin ninguna riqueza interior, sin ningún sentimiento auténtico. No se entra en su interior, en su pasado, en las influencias que ha podido recibir para ser como es.

A diferencia de los habitantes de Vetusta, Álvaro es cosmopolita. Viaja no solo por España sino por Europa y conoce idiomas, aunque no destaca por su cultura. Álvaro es el presidente del casino y del Partido Liberal de Vetusta, aunque vive en connivencia con el Marqués de Vegallana, quien lidera el Partido conservador y le considera su mano derecha. El microcosmos político de Vetusta es por tanto un correlato de la España de la Restauración; las idas y venidas de Álvaro a Madrid, siempre cerca del poder, así lo confirman.

Álvaro es frío y calculador, tanto en su carrera política como en su comportamiento erótico; persigue el “cuarto de hora” en que cree toda mujer es vulnerable. No es para nada apasionado ni visceral como su modelo literario, aunque alardea de sus relaciones, como con la mujer del ministro que veraneaba cerca de Vetusta. Dosifica las conquistas porque se siente envejecer y teme que Ana se aperciba de su decadencia. Su seducción de Ana se basa en el fingimiento, haciénse pasar por un “sentimental disimulado”, contándole cosas “de novela perfumada”, a la vez que se asombra de la candidez de Ana, a quien no le importa prometerle un amor eterno mientras la engaña con Petra para asegurar el secreto y la huida de sus citas, pero distribuyéndolas con racanería.

El final de la novela lo retrata como un cobarde, pues había aceptado huir de Vetusta antes que batirse con Víctor Quintanar. La celebración del duelo y la muerte del marido burlado son atropelladas e imprevistas, no producto de la temeridad y el heroísmo.

 

 

Víctor Quintanar.

En la caracterización de Víctor Quintanar confluyen varios arquetipos literarios: el marido engañado, el viejo celoso… Como en el caso de Ana, su carácter parece enraízarse en una característica de índole sexual: la impotencia, agravada por su avanzada edad. Su relación con Ana es asexuada, paternal. De hecho, Quintanar sería lo que hoy llamamos un jubilado. Después de dejar la Magistratura en provincias, se decica a la caza, a su huerto y a diversas labores de ocio en compañía de su amigo Frígilis.

Sin embargo, Quintanar tiene debilidades con las criadas, con quienes practica el voyeurismo, además de algún acercamiento imprudente, pero que solo se queda en los inicios. Como no se atreve a compartir esas formas de sexualidad con su esposa, recurre a mujeres de rango inferior como es el caso de Petra.

Don Víctor se define por su pasión por el teatro del  Siglo de Oro, del que ha aprendido la forma de defender el código del honor. Pero cuando llega el momento de matar a su esposa se revela incapaz de hacerlo, pues es incapaz de hacer daño a Ana. Ni siquiera se atreve a recriminarle nada, pues cree que un disgusto afectaría a su salud. Al final de la novela, por tanto, cobra una nobleza especial, a pesar de su muerte humillante con un disparo fortuito en la vejiga que hace pensar -avanzándose a las teorías freudianas que encuentran en la literatura símbolos del incosciente- en su masculinidad herida. Víctor, que no ha sido un ejemplo de marido, es capaz de reflexionar sobre la injusticia de que el adulterio solo se castigue cuando es una mujer quien lo comete. Pero sobre todo, se cuestiona qué derecho tenía él a casarse con una mujer como Ana, joven y con toda la vida por delante, a quien él no podía dar descendencia ni felicidad completa.

El tratamiento que el narrador da al personaje, el pasado del cual casi desconocemos, oscila entre la compasión y la ridiculización, especialmente al mostrarlo muy aficionado a los dramas de honor de los Siglos de Oro, protagonizados por maridos celosos que, para salvar su honra, mataban a sus esposas. Por eso el Magistral piensa que la reacción será acorde con su calderoniana obsesión por la honra: “¿Qué haría don Víctor? ¿De qué comedia antigua se acordaría para vengar su ultraje cumplidamente? ¿La mataría a ella primero? ¿Iría antes a buscarle a él?…” Así quedará más de manifiesto la endeblez del personaje cuando tenga que decidir su actuación tras conocer la infelidad de Ana.

El narrador, además, se sirve de la afición a la caza para presentarlo como un futuro cornudo: “… se paseaba por su despacho en mangas de camisa, con los tirantes bordados colgando: representaban, en colores vivos de seda fina, todos los accidentes de la caza de un ciervo fabuloso de cornamenta inverosímil.” Además, sobre don Víctor se ceba la ironía dramática: es él quien manifiesta varias veces que preferiríaque Ana tuviese un amante (antes desfilar descalza en Semana Santa, por ejemplo) e incluso bromea sobre si necesita algún amor furtivo durante el programa de actividades que Visita le preparó para su recuperación.

 

 

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25.- Personajes. Determinismo y condicionantes del carácter de Ana Ozores.

Determinismo genético: su origen familiar (sus padres).

Determinismo social: su clase social (la nobleza decadente de Vetusta).

Determinismo del medio: la ciudad, el barrio, las costumbres (un barrio antiguo de una ciudad gris y las veleidades sociales).

 

Siguiendo  los preceptos naturalistas, Clarín pretende analizar en LR un tema que era ya fructífero en otras novelas realistas como Madame Bovary o Anna Karenina: cómo una mujer de buena cuna puede caer en el el adulterio y la deshonra. En Ana conviven varias mujeres: una heroína romántica, una enferma de histerismo, una narcisista, una mujer marcada por su infancia…

Clarín es pionero en dar importancia a la infancia de Ana en su futuro carácter, algo poco habitual en las novelas de antes del Realismo. Esta había sido marcada por la nostalgia de un amor maternal (una modista italiana de origen plebeyo) que nunca tuvo, así como de un irregular trato de su padre, (un noble librepensador implicado en política, que protagonizaba largas ausencias y que había educado a Ana en el cosmopolitismo), que además murió muy pronto también. Además, Ana también había sido señalada desde pequeña por un pecado, el de la barca de Trébol, que no había cometido. Desde entonces, aprendió a reprimir todos sus impulsos espontáneos, fruto de una educación hipócrita y puritana. Las tías de Vetusta que la acogieron después de la muerte de su padre tan solo pretendían encontrarle un buen marido, y se decepcionaron cuando Ana rechazó la petición del indiano enriquecido Frutos Redondo, huyendo del cual elige como marido a Víctor Quintanar, antes que hacerse monja. Su matrimonio, por tanto, es producto de unas casualidades mal enlazadas, no de un proyecto vital. Además, la elección de Ana no es del todo libre, pues tanto la presión de sus tías como de su honra, como del contexto social (el priorizar el cargo de magistrado de Quintanar por delante de otros factores, como la edad o el carácter) determinan el error de Ana.

La vida familiar de Ana es insatisfactoria y de su marido tan solo obtiene cordialidad, cuidados y besos paternales. La distancia entre ambos esposos se marca incluso lingüísticamente, pues Ana se dirige a su marido como “Quintanar” (lo que le sirve a ella para detectar una mentira de Petra cuando esta refiere que la oyó hablar en sueños).  Ana intenta curar esa angustia con la ayuda equívoca de Fermín, con el misticismo primero, y luego con una pasión ilegítima por Álvaro Mesía. El entorno social (la nobleza decadente de La Encimada) contribuye a ello para arrastrar a Ana a su inercia de engaño. Hasta llegar a este momento, Ana es una mujer ciclotímica, de grandes efusiones sentimentales que van oscilando, como su dedicación a ser una beata (con el cénit de su exhibición en SEmana Santa), hasta su entrega sexual a Álvaro. Ana puede enfermar durante meses y permanecer convaleciente y luego participar con entusiasmo contenido en algunas reuniones sociales, en casa de doña Petronila en sus períodos místicos, y luego en casa de los de Vegallana o en el teatro en sus momentos de expansión, así como sus estancias de ocio en El vivero. También puede interpretarse que sus problemas de salud y de afectividad (que le hacen entregarse a la seducción interesada de Álvaro) tienen origen en la castidad forzosa (la represión sexual), más que en alguna otra causa como la enfermedad de la histeria, que estaba siendo profusamente estudiada en esa época.

Al final de la novela (y de su vida), el marido de Ana la justifica en gran parte , pues Ana se ha sentido admirada (y luego deseada) desde que era niña. Cuando había vivido en Granada con Víctor ya había recibido las atenciones de un inglés que la perturbaron  y le habían dejado la piel de tigre que sigue conservando. Lo que le sucede es que cae en brazos de un hombre equivocado, Álvaro Mesía, que encarna la hipocresía vetustense en todas sus facetas políticas y personales (pues engaña a la propia Ana). El rechazo que sufre al final de la novela por parte de todos los estamentos de Vetusta que la han empujado al adulterio, así como de Fermín, (con el detalle del beso de sapo que recibe por parte de Celedonio) manifiestan el desprecio que sufre por parte de quien antes también la ha deseado; cabe recordar que Álvaro había huido cobardemente de Vetusta.

Por tanto, parece que Clarín adjudica a la gran distancia entre los deseos y la realidad de Ana el origen de sus crisis y sus vaivenes emocionales. El naturalismo de LR suaviza por tanto los motivos genéticos y fisiológicos a la hora de explicar el carácter de las personas, y da más importancia a la educación (debido a la influencia filosófica del krausismo) y al contexto social.

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24.- Realismo y naturalismo.

El Realismo fue una corriente artística que se propuso representar la realidad lo más fielmente posible y con el mayor grado de verosimilitud. Surge en Francia en la primera mitad de siglo XIX y en España se inicia a partir de la década de 1870.

El género literario que mejor asumió los principios y la estética del Realismo fue la novela; y por ello, en buena medida, las características del movimiento son las características de la narrativa realista.  La novela realista está vinculada a un público burgués que demanda temas más cercanos a su entorno inmediato y personajes con los que pueda identificarse. Los héroes de la literatura romántica son sustituidos por personajes comunes, de clase media, que viven conflictos propios de su época. El proletariado, clase social que surge con las revoluciones industriales, aparece esporádicamente; será la novela naturalista la que dé protagonismo a personajes de la clase obrera y refleje las situaciones de injusticia en las que vive.

Algunas de las características de este nuevo estilo son:

  • Descripciones minuciosas y documentadas. La novela debe ser verosímil, debe tener apariencia de verdadera para el lector por medio de la técnica descriptiva. La fidelidad descriptiva se ejerce en dos direcciones: los ambientes y la psicología de los caracteres. Para ello se fundamenta en la observación de la realidad. Los novelistas se documentan sobre el terreno, tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente, las gentes, la indumentaria
  • El tema fundamental es el conflicto entre el individuo y la sociedad; la historia y los lugares (urbanos o rurales) adquieren gran importancia. Se descubren lacras de la sociedad con una actitud crítica, que responderá en cada caso a la orientación ideológica del autor. Renace la idea de un “arte útil”: la novela debe contribuir a la reforma o al cambio de la sociedad y suele plantear un tema central con intención de señalar un aspecto a mejorar.
  • Los personajes representan a un grupo social pero también muestran personalidades individuales que suelen ser admirables.
  • Es frecuente el narrador omnisciente que interviene en la historia de forma constante; junto con la narración tradicional y el estilo indirecto, destacan el diálogo, el estilo indirecto libre y los monólogos.

El lenguaje se utiliza para caracterizar ambientes y personajes (se introducen variedades geográficas y sociales). Se emplea un estilo natural, fruto de una técnica muy depurada y se incorpora a la novela el lenguaje coloquial. Se pone empeño en adaptar el lenguaje a la índole de los personajes.

Algunos de los autores y obras realistas más importantes fueron :

FRANCIA:     Honoré de Balzac (Papá Goriot, 1834).    Gustave Flaubert (Madame Bovary, 1856).

RUSIA:       Lev Tolstoi (Guerra y paz, 1864) y Fedor Dostoievski (Crimen y castigo, 1866).

ESPAÑA:      Benito Pérez Galdós (Fortunata y Jacinta, 1887).

Breve vídeo sobre el realismo en la pintura

El naturalismo es un estilo artístico dentro del realismo, basado en reproducir la realidad con una objetividad documental y científica en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes como sobre todo en los más vulgares. Su máximo representante, teorizador e impulsor fue el escritor Émile Zola, quien expuso sus fundamentos teóricos en el prólogo a su novela Thérèse Raquin y, sobre todo, en su ensayo Le roman expérimental (1880). Así mismo publicó entre 1871 y 1893 un ciclo de veinte novelas dentro de esta estética que forman su Les Rougon-Macquart.

En la mayoría de los escritos lo que se intenta es reflejar que la condición humana está seriamente influida por tres factores:

  1. La herencia genética.
  2. El medio social. La geografía, el modo urbano de vivir, los barrios, las zonas rurales … De aquí derivan las tradiciones, algunas relaciones de poder…
  3. La clase social: el entorno social y material en que se inserta el individuo: las relaciones de trabajo, la miseria o riqueza, el carácter que estas imprimen y que se transmite a través de la propia clase social…

Esto es, lo que se conoce en filosofía como determinismo, pensamiento derivado de los hallazgos de científicos como Charles Darwin. El materialismo de Marx también fue  una influencia importante, así como el positivismo de August Comte. De aquí deriva otra importante característica del Naturalismo:  una crítica  a la forma como está constituida la sociedad, a las ideologías y a las injusticias económicas, en que se hallan las raíces de las tragedias humanas. Por ello, el naturalismo fue una corriente literaria ligada al pensamiento político de izquierdas.

Otras características del naturalismo, más propias de su corriente original francesa y de escasa exportación a la literatura española, en la que el catolicismo era imperante, fueron:

  • La fisiología (la herencia) como motor de la conducta de los personajes.
  • Denuncia social. La novela naturalista es un estudio serio y detallado, de aspiraciones científicas, de los problemas sociales, cuyas causas procura encontrar y mostrar de forma documental.
  • Feísmo y tremendismo como revulsivos. Puesto que se presentan casos de enfermedad social, el novelista naturalista no puede vacilar al enfrentarse con lo más crudo y desagradable de la vida social, así como a la presentación de problemas relativos a una clase social que hasta había estado alejada de las obras de arte: el proletariado.
  • Adopción de los temas relativos a las conductas sexuales como elemento central de las novelas. No se trata de un erotismo deleitoso y agradable, sino que es una manifestación de enfermedad social, suciedad y vicio. Por ello, frecuentemente el novelista naturalista se centra en el mundo de la prostitución, vista como lacra social y como tragedia individual. El público confundía sin embargo a veces naturalismo con pornografía, lo que no era la intención de los naturalistas. Estos critican con frecuencia la literatura folletinesca que trastorna la percepción de la realidad.
  • El narrador suele ser omnisciente, y en el caso de Emile Zola, pretendía que el narrador fuese impersonal, hasta casi desaparecer. El lenguaje utilizado se inclina especialmente hacia las jergas y el habla regional o popular, que aparecen reflejados sin academicismo y con rigor.

Algunos de los autores y obras naturalistas o de influjo naturalista fueron:

FRANCIA: Emile Zola (Nana, 1880). “Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres humanos, se comporta en una sociedad, desarrollándose para dar lugar al nacimiento a diez o a veinte individuos que parecen, a primera vista, profundamente diferentes, pero que el análisis muestra íntimamente ligados los unos a los otros” (Prólogo a Les Rougon-Macquart).

ESPAÑA: no del todo, pero La regenta (1884).

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23.- Quevedo y el conceptismo.

-El conceptismo, asociado a la figura de Quevedo, es una de las dos corrientes poéticas del Barroco, en rivalidad con el culteranismo de Góngora.

-Definición: Baltasar Gracián, en Agudeza y arte de ingenio, 1648: concepto”un acto de entendimiento que exprsa la correspondencia que se halla entre los objetos”.

-Lema: lo bueno si breve, dos veces bueno.

-Ejemplo: la descripción de Maese Cabra en El buscón, de F. de Quevedo: ” era un clérigo cerbatana” (alto, delgado, seco, de poca inteligencia, con maldad).

-Retóricamente, se sirve sobre todo de antítesis, metáforas, laconismos, dobles sentidos…

-Se busca siempre la novedad de ingenio y de asociación de ideas para provocar admiración y excitar la inteligencia.

-Recursos lingüísticos:
*sustantivo que funciona como adjetivo: “nariz sayón y escriba”.
*modificaciones morfológicas: “naricísimo”.
*modificación del significado de palabras existentes: “si, cual calvino soy, fuera Lutero / contra el fuego no hay cosa que me valga”).
*hipérboles desmesuradas: “y si cuentan su edad de cabo a rabo / puede el guarismo andarse a buscar miles”.
*trasladar el significado de una palabra a otra: “los médicos con que miras / los dos ojos con que matas”.
*uso humorístico de latinismos: “barba de memento homo”
*modificación humorística de refranes: “Escarmentad en mí todas / que me casaron a zurdas / con un capón de cabeza”.
*invención de palabras nuevas: “antes que calvicasadas / es mejor verlas difuntas”, “que porque el fuego tiene mariposas / queréis que el mosto tenga marivinos”.
*repeticiones burlescas: “llegaron al negro patio / donde está el negro aposento / donde la negra boda / ha de tener negro efecto”.
*aliteraciones cacofónicas (malsonantes): “clavel almidonado de gargajo” “con testa gacha toda charla escucho”.
*rimas burlescas (íbidem).

Temas de las poesías burlescas de Quevedo: el dinero, las dueñas, los cornudos,los calvos, los médicos, los boticarios, viejas que disimulan la edad, los coches…

Poemas burlescos de Quevedo:
a) “Si eres campana, dónde está el badajo” (fotocopia).
b) A un hombre de gran nariz.
c) Madre, yo al oro me humillo.

Ejemplo paradigmático de conceptismo. La descripción que hace Quevedo del Maese Cabra en La vida del buscón, I, III.
Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una cabeza pequeña, los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos, tan hundidos y oscuros que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, de cuerpo de santo, comido el pico, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que de pura hambre parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos; las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro. La habla ética, la barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y él decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese. Cortábale los cabellos un muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos en caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños. Parecía, con esto y los cabellos largos y la sotana y el bonetón, teatino lanudo. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. Pues ¿su aposento? Aun arañas no había en él. Conjuraba los ratones de miedo que no le royesen algunos mendrugos que guardaba. La cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado por no gastar las sábanas. Al fin, él era archipobre y protomiseria.

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22.- Introducción al Barroco.

Tras el reinado de Carlos I (1516-56), que coincide con la aparición del Renacimiento, la época del Barroco coincide con los últimos reyes de la casa de Austria (Felipe II, III, IV y luego Carlos II), que heredan un imperio que pretenderán mantener infructuosamente, a lo cual dedican gran parte de las riquezas del país, provocando así un gran empobrecimiento de su población. No obstante, el desgaste de las guerras con otras potencias europeas provocará que derrotas como la independencia de los Países Bajos, 1579; la derrota de la Armada invencible en 1588; la expulsión de los moriscos en 1609; levantamientos en Cataluña, Sicilia, Nápoles, consolidadas con el Tratado de los Pirineos de 1659 que puso fin, con la pérdida de la hegemonía española, al enfrentamiento con Francia en la Guerra de los treinta años.

Se inicia una época de contrastes: el derroche cortesano hacía de contrapunto a la pobreza de las ciudades, reflejada en géneros como la novela picaresca. Por eso, la cultura de esta época trasluce un hondo pesimismo y un clima de inseguridad y temor, que puede verse en pinturas de Velázquez que se recrean en retratar la deformidad como hace Quevedo en algunos poemas:

Además, la profunda religiosidad propia de la Contrarreforma (tras el Concilio de Trento (1563) y el Índice de libros prohibidos) derrota a los ideales renacentistas de tolerancia, armonía y equilibrio. Estos contrastes se manifiestan en la cultura: la religiosidad más profunda convive con el tono cínico y caricaturesco, como en las pinturas de El Greco. También, de El Greco, El caballero de la mano en el pecho.

La belleza ideal convive frente a el realismo más descarnado y los temas graves filosóficos conviven, incluso en el mismo autor, como Quevedo, con el tratamiento burlesco de estos, o con la parodia de los asuntos clásicos; un ejemplo de ello, en la pintura Los borrachos, de Velázquez. Por eso, el gran tema barroco es el desengaño (la realidad descarnada que desenmascara a los ideales pasados), también visible en obras como La forja de Vulcano.

Estos contrastes entre los ideales imposibles y la realidad se manifiesta en la exagerada ornamentación de sus obras artísticas; los estilos barrocos exageran la expresión tanto en los ideales como en la descripción de la realidad más baja. Los autores buscan metáforas originales, la lengua ya no es clara, armónica y elegante sino recargada y a veces oscura. Los dos estilos poéticos del Barroco (el conceptismo de Quevedo y el culteranismo de Góngora) no pueden ser más diferentes en la forma, pero comparten el gusto por la expresión complicada y por el esfuerzo interpretativo.

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21.- Comentario sobre LVS.

  • Redacta un comentario sobre los vv. 730-860 según el siguiente esquema. 

a) Breve resumen, indica el tema principal y contexto (qué pasa antes/después).

b) Breve descripción del personaje que recita este soliloquio, aludiendo a sus características psicológicas.

c) Polimetría (breve).

d) Utiliza el texto para explicar el conflicto entre determinismo/libre albedrío en LVS, dejando clara la opción filosófica por la que Calderón toma partido.

 

 

  1. a) En este soliloquio de Basilio, el rey de Polonia informa a sus sobrinos y a su corte de un secreto que solo su servidor de más confianza, Clotaldo, conocía: la existencia de un hijo natural (Segismundo) que ha permanecido oculto en una prisión situada en un monte de acceso vedado. El largo monólogo del Rey informa del porqué de esta decisión: haber hecho caso a los astros de que Segismundo iba a ser un tirano (unos sueños premonitorios, un eclipse y un parto que costó la vida a su madre). Basilio divide su justificación en tres partes: en primer lugar, manifiesta que no quería dar a su reino un rey déspota; segundo, que tampoco puede privar a sus súbditos del derecho a tener su rey natural; en conclusión, informa de que Segismundo ocupará el trono de modo provisional, con tal de comprobar si “el hado” determina irremediablemente el destino de las personas, o si estas podemos influir en él.

Este fragmento se ubica a mitad de la jornada I, después de que el sobrino de Basilio (Astolfo, que ha venido hace poco desde Moscovia), haya manifestado a su prima Estrella su estrategia para que ambos ocupen el trono: casarse entre ellos, con tal de suplir la carencia de un heredero natural. Después de la decisión de Basilio (que es aceptada por su corte con resignación), el período en que Segismundo gobierna en Palacio constituirá una sarta de desatinos a cuál mayor, pues se comporta como un hombre-fiera: manifiesta afán de poder, desprecia a sus iguales, no modera sus instintos e incluso defenestra a uno de sus criados.

 

 

  1. b) El texto pone de manifiesto que Basilio ha sido un mal padre y un mal rey. En primer lugar, ha privado a su hijo de la educación principesca que le tocaba por derecho natural; aunque Clotaldo le formaría en ciencias, lo que le será útil para gobernar en un futuro, cabe achacar a estas carencias gran parte de la culpa de su atroz comportamiento en Palacio. Pero Segismundo será culpado por ello aunque el error sea de su padre, quien había hecho más caso a las estrellas que a sus obligaciones de rey de seguir el derecho natural. Además, este error desencadenará varias situaciones trágicas, como la ambiciosa fuga de Astolfo desde Moscovia, tras la que dejará a Rosaura desnhonrada, la cual acudirá después a Polonia a restaurar su honor.

 

  1. c) LVS sigue el precepto dramático de la polimetría, promulgado por Lope de Vega, consistente en que cada estrofa era adecuada al tratamiento de un tema diferente en escena. El texto está compuesto mediante la estrofa del romance, que consiste en versos octosílabos de rima alterna asonante. Lope promulgó en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo que esta estrofa era idónea para ser usada en narraciones, precepto que Calderón sigue fielmente.

 

  1. d) Este fragmento pone en primer plano el tema principal de LVS: el debate entre el libre albedrío y el determinismo, que era central en el siglo XVII. En esta época contrarreformista, el cristianismo se había escindido en protestantismo y catolicismo. La primera corriente defendía que que la omnipotencia de Dios determinaba completamente nuestro comportamiento, y esta parece que fue la creencia de Basilio cuando interpretó en las estrellas que su hijo tendría predisposición a ser un funesto tirano. Sin darle ocasión a rectificar esta inclinación a Segismundo, Basilio optó de forma determinista por condenarle desde su nacimiento. En cambio, al final de LVS se aprecia que sí tenemos capacidad de actuar con cierta libertad (libre albedrío) dentro de las inclinaciones naturales, pues la doctrina católica que suscribe Calderón es que Dios nos creó dueños de esta capacidad de elegir entre el bien y el mal, que es lo que Segismundo hace al obrar según la doctrina cristiana durante la 3ª jornada. De esta forma, hay que entender que Segismundo es un símbolo alegórico de todos los humanos, que no estamos sujetos a una predestinación absoluta.

 

 

 

 

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20.- Contenidos del examen de LVS.

a) Comentar un fragmento de la obra según el modelo que hemos trabajado en clase (el de la entrada 17).  4 p.

b) Preguntas sobre las entradas 19, 18, 16, 15, 14, 13, 12, 10 a partir de breves fragmentos de la obra.

Se da por integrada en ambos contenidos la lectura íntegra de LVS.

(jeroglífico : pulsa enmedio de una gran pulga catalana).

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