Lo tradicional
El Romancero gitano se inscribe dentro de la tendencia neopopulista de la Generación del 27 y dentro de la tradición del romancero nuevo o artístico, que ya desde el Siglo de Oro venía siendo una constante en nuestra literatura: Lope y Góngora en el XVII, etc..
La estrofa que usa Lorca es el romance, formado por versos octosílabos, sólo sustituidos en contadas ocasiones (primer verso de “La casada infiel”: ‘y que yo me la llevé al río’ (10) y el romance “Burla de don Pedro a caballo”: hay versos octosílabos, pero la mayoría de los versos son heptasílabos y hexasílabos; también los hay trisílabos, tetrasílabos, pentasílabos y endecasílabos. La rima siempre es asonante en los versos pares.
Característica de los romances tradicionales, y que también se observa en el “Romancero gitano” es el fragmentarismo, que se observa en rasgos como: Comienzo con la conjunción “y” o “que” (como si fuera el fragmento de una composición previa: “ Y que yo me la llevé al río” de “La casada infiel”) comienzo abrupto o “in media res”; final truncado, sin que sepamos qué fue lo que pasó (por ejemplo, en “Thamar y Amnón”).
Muchos de los romances medievales sirvieron para transmitir historias. Este carácter narrativo es seguido en múltiples ocasiones en los de Lorca (“la luna, luna”, “reyerta”, ciclo de Antoñito el Camborio…).
La vanguardia.
El carácter vanguardista del “Romancero” se muestra en la abundancia y en la novedad de las metáforas e imágenes, algunas de ella de influencia surrealista debido al cuestionamiento de la lógica y a su carácter más emocional:
desplazamientos calificativos (“yunques ahumados sus pechos, /gimen canciones redondas”),
comparaciones (“La iglesia gruñe a lo lejos / como un oso panza arriba),
metáforas (“ Las piquetas de los gallos/ cavan buscando la aurora”; “Lloras zumo de limón”; “trescientas rosas morenas / lleva tu pechera blanca”; “su luna de pergamino /Preciosa tocando viene”),
símbolos (“El toro de la reyerta /se sube por las paredes”),
hipérboles, personificaciones (“en las tejas de pizarra / el viento furioso muerde”),
sinestesias (“rumores calientes”; “viento verde”).
Algunas recuerdan el barroquismo de Góngora (Los densos bueyes del agua /embisten a los muchachos /que se bañan en las lunas /de sus cuernos ondulados), en otras destaca su carácter surrealista y su dificultad para “explicarlas” (como en los versos del Romance sonámbulo: ¡dejadme subir! Dejadme / hasta las verdes barandas. / Barandales de la luna / por donde retumba el agua). Otro rasgo vanguardista es el hermetismo de muchas imágenes. La influencia de Góngora explicaría este hermetismo y la densidad metafórica que aparece en muchos poemas. Quizás los poemas más herméticos sean el Romance sonámbulo (que ha dado lugar a múltiples interpretaciones) , los tres romances dedicados a los arcángeles, y el Romance con lagunas.