Amor cortés: es el código literario medieval que organiza las relaciones de amor entre caballeros y damas en la Edad Media. Tiene su origen en la lírica de los trovadores de Occitania.
- Los enamorados son siempre de condición aristocrática (aunque también es común que el enamorado sea de un grado social inferior al de la amada).
- Total sumisión del enamorado a la dama (por una transposición al amor de las relaciones sociales del feudalismo, el enamorado rinde vasallaje a su señora). Esto origina el “sufrimiento gozoso”.
- La amada es siempre distante, pues suele estar casada,es admirable y es un compendio de perfecciones físicas y morales.
- El estado amoroso, por transposición al amor de las emociones e imaginería religiosas, es una especie de estado de gracia que ennoblece a quien lo practica.
- El enamorado puede llegar a la comunicación, con su inaccesible señora, después de una progresión de estados: suspirante (fenhedor, en occitano), suplicante (precador), oyente (entendedor) y amante (drut). Esta última fase casi nunca se realiza.
- Se trata, frecuentemente, de un amor adúltero. Por lo tanto, el poeta oculta el objeto de su amor sustituyendo el nombre de la amada por una palabra clave (senhal) o seudónimo poético.
a) Breve introducción en que presentes el tema.
b) Calisto.
c) Melibea.
d) Breve conclusión (opcional).
Loa nobleza medieval moldeaba sus sentimientos amorosos a través de los códigos del amor cortés, la forma neoplatónica basada en las relaciones de vasallaje feudal que hacía a los caballeros fingir sumisión a una dama ideal prácticamente inalcanzable. El modelo literario de Calisto se halla en una obra cercana a la de Rojas (el caballero Leriano de La cárcel de amor, de Diego de San Pedro), pues en ambas subyacen los ideales del secreto amoroso que debía salvaguardar el honor de la amada, así como la entrega distante al sufrimiento amoroso a que estaba destinado este sentimiento, tan codificado que incluso poseía una serie de grados que había que seguir irremisiblemente hasta llegar al objetivo que Calisto desea antes que nada: el encuentro amoroso con Melibea.
Si reparamos en la actitud de Calisto frente al amor, nos damos cuenta de que su actuación es presentada como una parodia del código amoroso. Así, Calisto quebranta tanto el código del amor cortesano y las normas de la moral cristiana. Ya en su primera declaración se muestra a Caliisto como un enamorado temerario y desconsiderado al iniciar precipitadamente el diálogo con Melibea. Se salta el período largo de la espera, silencio y paciencia, y proclama sus sentimientos de amor por Melibea sin tapujos en el mismo huerto donde la conoce, a lo que le sucede la enfermedad del mal de amor que descubre Sempronio. No obstante, a medida que Caliso va sufriendo su dolor, sí que aparecen ciertos aspectos del amor cortesano. De esta forma, él no sólo es una víctima de la belleza, sino que la dama que la encarna es un ser superior ante la que se humilla y a la que adora como a un Dios. A su vez, en la escena 2ª del acto VI, Calisto compara el sufrimiento del enamorado con la pasión de Cristo, utilizando la retórica cortesana de la herejía de amor. Sin embargo, estos comportamientos no nos permiten decir que la actitud de Calisto sea en esencia la de un amante cortesano, pues Calisto no pone el honor de su amada por encima de su deseo de encontrarse con ella. Así, Calisto está dispuesto a pasar por alto el secreto amoroso de mantener oculta la identidad de la amada para salvaguardar su honra, cuando sabemos por sus criados que Calisto ha pregonado su amor por Melibera. Calisto no se comporta como un amante cortés, pues no se considera bendecido con su «sufrimiento», ni piensa en legitimar su amor casándose, aunque sea de forma clandestina. Al final, todo se precipita en la consumación de su deseo sexual, cuyo horizonte final, ante tanto despropósito, es la muerte. Se consuma así el fracaso de la tensión ideal del amor en la figura de Calisto, y se ahonda en el mensaje con el que se abre el libro, ya mencionado anteriormente: «compuesta en reprensión de los locos enamorados que, vencidos de su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dizen ser su dios».
En cuanto a Melibea, si bien al principio parece regirse por las reglas del amor cortés, al final acaba comportándose de forma semejante a Calisto, con lo que su personaje sirve también al propósito general de la obra de criticar el amor loco o ilegítimo. En concreto, en el primer encuentro entre Calisto y Melibea la cortesía debida está ausentes en ambas partes, pues Calisto inicia el diálogo con demasiada premura. A su vez, Melibea parece convidarle a seguir, interrumpiéndole, no para cortarle, sino para hacerle una pregunta que anima aún más a Calisto. Si bien es cierto que al final de la declaración reacciona de forma airada, no lo es menos que Melibea parece haber incitado a Calisto con sus preguntas. En definitiva, no actúa con la discreción ni mesura que toda dama debe tener. De hecho, la defensa final que hace de su honra no resulta convincente, ya que en lugar de dar por concluida la conversación al darse cuenta de las intenciones de Calisto, coquetea con preguntas y promesas. Este carácter del amor de Melibea no concordante con el amor cortés, se confirma en el acto XIV cuando se entrega a Calisto. Por descontado, Melibea tampoco reclama el matrimonio clandestino y concierta más encuentros sexuales con Calisto: «sea tu venida por este secreto lugar, a la mesma ora, por que siempre te espere apercibida del gozo con que quedo esperando las venideras noches.» Melibea, no es, por tanto, un personaje de una pieza, como Calisto, sino que ha evolucionado durante la obra hasta llegar a ser una doncella que lucha contra el destino que tenía reservado: su cualidad de doncella noble destinada a un matrimonio dirigido por sus padres. En cuando ella toma conciencia de haber optado por entregarse a ese “sabroso veneno” que es el amor que siente hacia Calisto, entrega su vida y tal vez su alma ante la imposibilidad de compartir su destino con él.