Una de las características más peculiares de DQ es la brecha entre su prosopografía y su etopeya: aunque las cualidades físicas (la avanzada edad) y las posibilidades externas de DQ (su escasez de fuerzas, sus viejas armas, su débil caballo…) lo definen como un caballero ridículo, sus rasgos morales lo convierten en muchas ocasiones en unp héroe admirable.
Las leyes de la caballería andante y todo lo que ella conlleva constituyen una religión para DQ. El seguimiento de sus rituales y obligaciones son primordiales para el hidalgo, aunque estos de desarrollen de forma ridícula (por ejemplo, su nombramiento como caballero, su prohibición de pelear con plebeyos, sus penitencias o castigos autoimpuestos). Una de estas obligaciones caballerescas, el servicio amoroso hacia Dulcinea, hará que DQ envíe a sus enemigos derrotados a rendirle pleitesía al Toboso y le dará fuerzas para seguir buscando aventuras.
Don Quijote asume los peligros que le depara su existencia aventurera y no teme a cumplir con ese código ético de defensa de los desvalidos y menesterosos, tal como obligaban las leyes de la caballería. DQ afronta cualquier reto; va más allá de sus propias posibilidades y por ello es símbolo del esfuerzo humano. Así, DQ no tiene miedo de enfrentarse a enemigos que le podrían quitar la vida (los molinos, los rebaños, los leones) como tampoco duda de exponerse a peligrosas situaciones (la cueva de Montesinos, el barco encantado, el caballo Clavileño…).
Pero la locura de DQ y su fidelidad a las leyes de la caballería le sitúan al margen de las leyes de los hombres. Cuando quiere imponer lo que considera justicia divina por la fuerza de las armas (como en el episodio de los galeotes), su deformación de la realidad le impide distinguir las normas jurídicas y legales de los ideales y usos de los libros de caballerías. De esta manera, DQ se convertirá sin saberlo en prófugo de la Santa hermandad por haber liberado a una docena de peligrosos delincuentes.
En este sentido, la justicia ideal o divina que quiere aplicar DQ no tiene lugar en el mundo que habita; de ello es buen ejemplo la liberación de Andresillo, a quien pretende utilizar de testigo de que la caballería andante era buena y necesaria, pues supuestamente DQ había corregido la injusticia que con él cometía su amo, no pagándole lo debido. Puede concluirse, por tanto, que DQ es respetuoso con las leyes que considera dignas, aunque estas pocas veces coincidan con el derecho.