Aunque Clarín defendía el naturalismo de Zola en sus artículos de crítica literaria, como novelista no siguió los preceptos de absoluta impersonalidad, neutralidad y distanciamiento del autor respecto de sus personajes, igual que un científico en sus experimentos de laboratorio. A Clarín le resulta difícil narrar de manera impasible, ocultando sus simpatías y sus antipatías:
“El marqués de Vegallana era en Vetusta el jefe del partido más reaccionario entre los dinásticos; pero no tenía afición a la política y más servía de adorno que de otra cosa.”
LR se publica en el momento álgido de la breve influencia naturalista en la novela realista española, desde La desheredada, de BP Galdós (1881) hasta Los pazos de Ulloa (1886) de Emilia Pardo Bazán, con los artículos de esta autora publicados bajo el nombre “La cuestión palpitante” (1882), en que la autora gallega rebate algunos preceptos del naturalismo, pero aceptándolo en su integridad. En 1882, Clarín había publicado el ensayo “Del naturalismo”, en que expone su ideal de novela naturalista:
- La novela debe inspirarse en la realidad; por tanto, el autor parte de su observación. Así, Clarín sitúa LR en Oviedo-Vetusta, reflejando en ella situaciones y personajes que a veces tenían correlatos en la realidad.
- La novela es imitación total de la vida, no solo de un aspecto. Hay que enfocar el conjunto de los aspectos que determinan los hechos y hacer notar de la forma más completamente posible el cambio social.
- La novela aspira a la belleza artística, no a la ciencia, como defendía Zola.
- La acción narrada debe ser sencilla, dejando la complejidad a los factores que determinan y causan esta acción.
- Los personajes no han de ser símbolos, sino de carne y hueso con toda su complejidad psicológica.
- El estilo indirecto libre es la forma más atinada para adentrarse en el interior de los personajes sin perjudicar la deseada objetividad de la novela naturalista.
Para Clarín, el naturalismo era “el modo artístico propio de nuestros días”. El dogma supremo del escritor naturalista es “copiar la vida” y el género idóneo para ello es la novela. Si la novela retrata escenas repugnantes o morbosas u ofrece un retrato desolador del alma humana, no es culpa del escritor, pues este debe ser un notario impasible. La novela no está al servicio de ideologías ni pretende demostrar las ideas del escritor.
Respecto al determinismo, uno de los pilares ideológicos del naturalismo, los autores españoles no concedían tanta importancia como Zola a la fisiología. El individuo, por tanto, no estaba absolutamente determinado por el medio. Clarín se muestra, por tanto, muy moderado a la hora de configurar personajes dominados por la herencia genética, que no se manifiesta directamente en ningún momento. Es la institutriz inglesa la que atribuye la conducta de Ana a su herencia biológica. También sus tías apelan a la influencia genética de la modista para explicar el presunto comportamiento incorrecto de Ana. Pero resulta significativo que Clarín ponga la defensa de la herencia genética en boca de personajes que ha ido desacreditando ácidamente, por lo que sus opiniones tienen escasa credibilidad para el lector.
Clarín conocía de primera mano la filosofía krausista, que daba a la educación gran influencia en la formación del carácter y destino de las personas. Por ello, desarrolla ampliamente la presión de las circunstancias sociales (el medio en que se educó Ana; los orígenes miserables de Don Fermín; esa atmósfera de Vetusta que los condiciona…) y el materialismo: la psicología y las reacciones emocionales de los personajes quedan claramente asociadas a su cuerpo, sus circunstancias físicas…
La abundancia de aspectos “pútridos” y la crudeza de muchos momentos son, también, de clara estirpe naturalista. Debido a estos aspectos que Clarín creyó oportuno no esconder, LR recibió algunas críticas como “pornográfica”.