14.- El concepto de sueño en LVS.

La palabra “sueño” es polisémica en la lengua castellana..

 

sueño. (Del lat. somnus ).

 

  1. Acto de dormir.
  1. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes.
  1. Estos mismos sucesos o imágenes que se representan.
  1. Gana de dormir. Tengo sueño. Me estoy cayendo de sueño.
  1. Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse.

 

 

Si bien la vida como sueño (la vida como algo efímero destinado a desaparecer) no es el tema principal de la obra de Calderón (en su caso, lo es el debate sobre el libre albedrío o el determinismo), es uno de sus asuntos más principales.

La vida comparte con el sueño que ambos están destinados a ser fugaces, que son inconsistentes por tanto y que es difícil diferenciar la realidad de lo que es únicamente apariencia, pues los sueños suelen tener apariencia de vida. El Barroco tiene multitud de obras que juegan con la ambigüedad entre realidad y apariencias: Don Quijote y la obra de Lope en que Calderón se inspira más, Barlaán y Josafat.

 

 

Así, en LVS hay diversas situaciones en que se plantea al espectador que reflexione sobre el sentido de sueño. Por ejemplo, en II, 1, Segismundo despierta de un “sueño” literal (ha dormido) al que ha sido inducido por Clotaldo para que el rey Basilio compruebe si los vaticinios funestos que se produjeron en su nacimiento eran acertados, ahora que quiere nombrar sucesor. Si esto fuese así, el Rey tiene previsto hacer creer a Segismundo que su estancia en palacio habrá sido parte de un “sueño” en el mismo sentido literal.

En este sentido en II,6, después de los desmanes cometidos por su hijo, el rey Basilio le dice que no entiende cómo ha podido comportarse así, y que le tiene miedo. Es precisamente en este momento que el rey  Basilio le pide a su hijo que recapacite sobre si está soñando o no: el rey induce a la duda del protagonista, para que este asimile su libertad en la corte como mera fantasía (“sueño”) . Aunque la duda logra enraizarse en Segismundo, continúa en su comportamiento instintivo en varias escenas, hasta que en II, 10 el rey Basilio decide mandar a Segismundo a su celda. Antes de encerrarlo lo vuelven a  a dormir (con un somnífero), a someterlo al “sueño” físico.

Cuando Segismundo acepta resignado que su breve tiempo en palacio formó parte de un sueño, en la obra se equipara “vida” con el “sueño” porque este tiene una apariencia de realidad que nos llevará al desengaño, uno de los grandes temas del Barroco. Cuando descubrimos que las apariencias se difuminan al despertar, tomamos conciencia de la fugacidad de la vida y llegamos a la conclusión de que en ambas hay que comportarse según la virtud cristiana, con humildad y prudencia.

Para el cristianismo (y más, para el catolicismo de contrarreforma), la concepción de la vida como sueño conecta con la tradición de considerar que la verdadera es la vida eterna, la vida más allá de la muerte. La vida terrenal es apenas mero tránsito y uno se tiene que resignar con la esperanza de la vida del alma tras la muerte del cuerpo. En este sentido, la trayectoria de Segismundo se constituye como alegoría de todos los humanos. Por eso, en sus monólogos que cierran los actos II y III nos adoctrina al decir que nuestro objetivo verdadero es hacer el bien, sea en sueños o no, y lo pondrá en práctica perdonando la vida a su padre y permitiéndole seguir reinando.

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