19.- La educación del príncipe.

 

 

Con todas estas referencias podemos contextualizar mejor la obra y entender la complejidad psicológica de Segismundo. Esta especie de manuales nos enseñaría que la base del conflicto de LVS es que el rey Basilio actúa como un mal rey al decidir prestar atención a la ciencia antes que al derecho natural. El príncipe y futuro rey tenía que ser una persona culta, cultivada en artes y ciencias, pero nunca debía anteponer la ciencia natural, a la teología, como no se podía anteponer la razón a la fe. El exceso del rey Basilio es un exceso de orgullo, de fiarse de una idea muy en boga en la época de que las estrellas rigen el destino de los seres humanos, idea que los propios escolásticos (filósofos de la época) aceptaban, pero que se vieron obligados a matizar como “influencia indirecta”, porque sería como contradecir el dogma del libre albedrío.

 

El rey Basilio actúa muy erróneamente. No es un buen padre, que tenía como obligación primera educar a su hijo. recordemos que un príncipe (futuro rey) tiene que ser educador. Muchos filósofos de la época justificaron la “monarquía absoluta” y su carácter hereditario desde el fundamento del derecho divino. Privando de educación a su hijo, el rey Basilio viola este derecho natural infranqueable. Para corroborar que es poseedor de la verdad absoluta, que sabemos falsa, el rey Basilio somete a su hijo, Segismundo, a una prueba: lo liberará de la prisión para poder comprobar cómo actúa. En la obra de teatro, el Segismundo encarcelado va en “traje de fiera” y comete el desatino de “reclamar a los cielos”. En un primer momento de la liberación, la idea del determinismo parece triunfar, porque Segismundo, en esa primera puesta en libertad, se mueve por un sentimiento de venganza, porque probablemente al encerrársele desde su nacimiento ha sido condenado a una vida que no es propia de la condición humana sino de una bestia. Opta por la peor posición: la del mal, la de saciar sus instintos más primarios. En Segismundo liberado triunfa la parte más irracional, más animal, más pasional; la mera presencia de Rosaura desencadena el deseo y la lujuria y, ante su propio padre, se siente poseído por la ira y ejerce el poder con capricho, arbitrariedad sin medida y sin razón. En la segunda salida de la prisión, sin embargo, triunfará la ideología de Calderón (y de la doctrina oficial de la Iglesia de la Contrarreforma), triunfará el libre albedrío y el personaje Segismundo se liberará de las cadenas del mal, escogiendo el camino del bien; él será responsable y hacedor de su destino, y escoge el bien.

Al final de la obra, cuando Segismundo logra liberarse de las pasiones, alcanza el control y opta por el perdón, que es un sentimiento cristiano por excelencia. Perdona a su padre y, pese a la atracción amorosa que Rosaura le despierta, la libera para que esta pueda restaurar su honor.

De alguna manera, en esta evolución del personaje, habría que reivindicar la figura del ayo, el carcelero Clotaldo, que no se limita a encerrarlo, sino que también lo educa. Sin embargo, por libre albedrío, el príncipe Segismundo, al recuperar su libertad, se convierte en rey y madura su carácter, restaurando su carácter de verdadero príncipe. recupera las virtudes que le son innatas, como heredero legítimo del reino: prudencia, justicia, fortaleza, templanza, castidad… Es destacable también que quien hace ver a Basilio el error que había cometido sea Clarín, en cuya muerte se refleja (vv. 3096) la consecuencia de su error inicial.

 

 

El pensamiento de Calderón recoge toda la doctrina política en boga en la época.

 

El príncipe, de Maquiavelo. Es un tratado de teoría política escrito por Nicolás de Maquiavelo en 1513, mientras se encontraba confinado en san Casciano por la acusación de haber conspirado contra los Médici. A pesar del uso despectivo que se le confiere al término “maquiavélico”, no es otra cosa sino una obra dotada de un gran conocimiento de la psique humana, un enorme sentido común y mucho pragmatismo. Maquiavelo promueve que el buen príncipe sea conocedoro de las ciencias y la física.  Cree también en cierta maldad natural de los hombres, como sería la de Segismundo. Términos como la razón de estado y el criterio de eficacia fueron dos de sus propuestas, pero en España la religión reimpulsada por la Contrarreforma impidió asumir del todo estos preceptos.

 

Calderón recoge las ideas políticas del Padre Mariana, jesuita y teólogo. Sugiere que el rey ha de subordinarse a la moral y al estado, y que ha de responder no solo ante Dios, sino asumir las consecuencias de su gobierno. Si Basilio ha errado, esto no le da la razón a Segismundo; es el libre albedrío de este el que prevalece frente al determinismo aplicado por su padre. No hay un conflicto social contra un poder injusto, y la ejecución del soldado que acudió a liberar a Segismundo así lo prueba.

 

 

 

 

 

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