35.- “La noche de Jezabel”.

En este cuento, Cristina Fernández Cubas nos muestra las diferentes formas en que el género fantástico se ha desarrollado, desde sus inicios en el s. XIX como género, y a la vez nos indica sus preferencias a la hora de cultivarlo.

«La noche de Jezabel»  relata, mediante una narradora en primera persona, una reunión entre personajes bastante variopintos. El cuento está compuesto por los diversos relatos de terror (presentados como hechos reales) que estos cuentan durante una noche de tormenta en el chalet que ha alquilado la narradora junto al mar, aludiendo al tópico escenario del género: la narración oral de relatos de terror en una noche de tormenta, que evoca a la que ocasionó la génesis de Frankenstein, de Mary Shelley, en 1816.

Así, Arganza, ……………………………………..; Mortimer, …………………………………….; el amigo de Jezabel, …………………………………. y Jezabel usa un relato de Edgar Allan Poe para falsear un misterio familiar.

La escritora expresa su opinión sobre las diversas manifestaciones del género fantástico a través de uno de los asistentes: Laura, que es un verdadero fantasma —aunque ningún personaje lo sabe— que romperá en estrepitosas carcajadas ante casi todos los hechos extraños referidos. Solamente la historia relatada por Jezabel tendrá su aprobación, aunque ésta no es otra que una versión de «El retrato oval» (1842), de Edgar Allan Poe.

La risa de Laura es un mecanismo de distanciamiento que rompe el efecto terrorífico de lo fantástico. Dado que la intención de los narradores es causar pavor, las reacciones de Laura suponen el rechazo de ciertos modos de cultivar lo fantástico. El relato de Arganza, en apariencia sobrenatural, deriva tan solo en un drama amoroso rural y solo resulta terrorífico para su desleal narrado. La historia de Mortimer es rápidamente criticada por el demacrado amigo de Jezabel, que parece guardar la apariencia descrita un instante antes, y que asegura que lo sobrenatural ya no necesita de fantasmas para manifestarse, sino que las “fuerzas ocultas e innombrables” hacen acto de presencia a través de los objetos cotidianos.

Laura estallará en risotadas ante todos aquellos cuentos que no presentan lo fantástico como algo que emerge de la la misma realidad. Laura parece la portavoz de CF Cubas, que en sus relatos plantea siempre a personajes que intuyen o se encuentran con la presencia de la alteridad: de una parte de la realidad que funciona por parámetros diferentes a los del mundo conocido (el tiempo y la muerte, la sucesión y el límite, la causa-efecto). CF Cubas señala a Edgar Allan Poe como una de sus principales inspiraciones para esta elección (por la referencia a “El retrato oval”); cuando afirma que este último relato no es tan espectacular como un cuento de vampiros y brujos, en realidad quiere decir que aunque, aunque no tiene unos elementos de horror sobrenatural, el efecto siniestro que produce impresiona por eso mucho más a quien escucha o lee la historia; éste se queda en el territorio de lo inexplicable porque no existe ninguna ley física que logre explicar la razón de la muerte del personaje: no hay respuesta.  Lo fantástico, por tanto, tiene lugar para CF Cubas dentro de los parámetros de lo humano, hecho que explica la ambientación realista de todos los relatos de la autora catalana. Como la misma Laura, que tiene la apariencia de una invitada normal.

El final de relato recuerda al “El reloj de Bagdad”. Ante esa parte inexplicable de la vida que llamamos “lo fantástico”, lo mejor es guardar silencio porque es inefable.

Fernández Cubas escribe sus cuentos siguiendo una de las características del género, es decir, en ella lo fantástico suele manifestarse en una situación normal y corriente, en un entorno familiar; de repente, en esta cotidianidad ocurre algo extraño y nada será como antes. El elemento perturbador o catalizador abre una grieta en la realidad, dentro la cual se inserta el interrogante sobre la consistencia de lo real como lo concebimos y sobre nuestra propia percepción del mundo. Es más, ese algo inquietante no se puede nombrar y ni siquiera describir porque el lenguaje se revela insuficiente, lo que es otra característica fundamental del género fantástico, el cual representa lo inexplicable y lo innombrable. Además, recordemos que también lo siniestro inquietante se encuentra entre las características fundamentales de lo fantástico; de lo siniestro se ocupó Sigmund Freud, definiéndolo el retorno de un elemento angustioso que se había reprimido en el inconsciente, el retorno de algo que era familiar, por lo tanto es algo que desestabiliza por aparecer como familiar y desconocido a la vez.

 

Villa Diodati, la casa alquilada por Lord Byron a orillas del lago Lemán, en Suiza.EDWARD FRANCIS FINDEN (WILLIAM PURSER)

 

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