“Ir y quedarse, y con quedar partirse”
“Desmayarse, atreverse, estar dichoso”, que parece basado en este de Quevedo:
Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse;
entre llamas arder, sin encenderse;
con soledad entre las gentes verse,
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente; no acabarse;
perderse, por hallar con qué perderse;
ser Fúcar de esperanza sin ventura,
gastar todo el caudal en sufrimientos,
con cera conquistar la piedra dura,
son efectos de Amor en mis lamentos;
nadie le llame dios, que es gran locura,
que más son de verdugo sus tormentos.
LOS POEMAS SOBRE ISABEL OSORIO.
b) “Mira, Zaide que te aviso“, y su génesis.
En este romance nuevo (frente a los romances viejos, medievales, anónimos y de tradición oral), Lope adopta la forma de los romances moriscos, que solían desarrollar historias de amor entre musulmanes/as y cristianos/as en el período de la Reconquista.
c) “Suelta mi manso, mayoral extraño”.
Este soneto pertenece a un ciclo de tres sonetos en que Lope se manifiesta dolido por el abandono al que le había sometido Isabel poco antes para ir a parar junto al rico sobrino de un cardenal. En estos poemas, Lope compone una alegoría pastoril, llena de metáforas en clave que evocan sus amores con Elena (manso-Elena / sal-amor / choza-hogar…).
d) Soneto de repente, basado en un juego de ingenio con precedentes en Diego Hurtado de Mendoza y este, de Baltasar del Alcázar.
Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga;
mas, por buen orden que yo en éste siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.
Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, una hormiga,
que van fuera ocho versos del soneto.
Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,
que teniendo el soneto ya en la boca
y el orden de decillo ya estudiado,
conté los versos todos y he hallado
que, por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, es acabado.