1.- Características de la locura de don Quijote.
2.- Parodia de las novelas de caballerías en el aspecto, nombre, objetivos del héroe cervantino.
3.- Principales diferencias entre la Primera y la Segunda parte.
4.- Las tres salidas del protagonista.
5.- Carácter de Sancho Panza.
6.-Los ideales quijotescos: justicia, libertad, sentido caballeresco.
7.-El amor cortés y la creación de la amada ideal. Función de Cide Hamete Benengeli.
8.-Influencia del Quijote apócrifo de Avellaneda.
La forma como DQ pasa de ser un hidalgo a un falso caballero andante es uno más de los aspectos caricaturizados por Cervantes en su crítica a las novelas de caballerías. La conversión del anciano y débil hidalgo en un caballero inciden en la falta de verosimilitud que les criticaba, ya desde el Prólogo a la I parte.
En este sentido, todos los elementos de la liturgia propia de las órdenes de caballería son sometidos a distorsión en este inicio de la novela. Así, sus armas, recuperadas de un bisabuelo, maltrechas y viejas, son reparadas cómicamente, tal como la visera de su celada, que es sustituida por un endeble cartón que se rompe a la primera prueba. Es de señalar que el nombre de caballero de Alonso Quijano provenga un componente de la armadura, el “quijote”, N con un morfema despectivo que rima con el nombre de Lanzarote, modelo caballeresco en la Edad Media. El genitivo “de la Mancha” acentúa el carácter paródico del personaje, pues los modestos páramos castellanos no parecían lugar digno de heroicas empresas, en contraste con los reinos exóticos propios del género literario que Cervantes ridiculiza (Amadís de Gaula, por ejemplo).
Todo caballero necesitaba de una montura, y DQ y su caballo, Rocinante (pues mucho antes debía haber sido rocín), comparten la misma endeblez física. A sus lomos, DQ debía dedicar grandes premios y victorias a una damanoble de tanta belleza como buena fama. Cuando sepamos que tras su Dulcinea (cuyo nombre puede evocar a la meliflua Melibea) está la simple y hombruna labradora Aldonza Lorenzo, el carácter paródico de DQ quedará acentuado. Más si cabe cuando más tarde, en la segunda salida, DQ se vea acompañado de un escudero de poca “sal en la mollera”, de buen fondo pero algo cobarde e interesado.
Una vez pertrechado de todos los elementos necesarios para la caballería, una ceremonia tradicional debía consumar el nombramiento de DQ. Y esta se produce también de forma ridícula, en una venta que Alonso Quijano confunde con un castillo, a manos de un ventero socarrón y tras que DQ hubiese roto algunos votos caballerescos, como el de la necesaria vela de armas, al haber sido tiradas estas al suelo por un humilde cuidador de cerdos.
Cervantes nos muestra que el mundo en que vive ya no tiene lugar para caballeros, y que el idealismo de estos solo puede parece ridículo, aun más si cada uno de los elementos necesarios para pertenecer a una de estas órdenes del pasado es sometido a la deformación caricaturesca que hemos intentado describir.