La circunstancia que dio origen al poema está expresada en el plano fonético: una aliteración constante de la “i” (enfatizada además por siete diéresis que la convierten en tónica: vv. 3, 4, 7, 9 y 12) parece imitar el grito de Clori al sufrir su pinchazo. Esta cacofonía queda compensada por la suavidad de las consonantes aliteradas durante el poema (m, n, l), que son fricativas o laterales.
Góngora compone un poema descriptivo en que la belleza de Clori está marcada léxicamente por epítetos (“luciente”, “bella”, “dorado”, “divina”) de connotación positiva. El campo semántico predominante en los sustantivos es el de los minerales preciosos (“nácar”, “oro”, “dïamante”, “marfil”), que se refieren tanto a las cualidades de la sortija de Clori, como a su piel. El autor incide así en la ornamentación sensorial propia del Barroco. Es destacable la ausencia de verbos como señal del culteranismo del que Góngora fue pionero, al intentar dignificar la lengua de su poesía con recursos propios de las lenguas clásicas. Si bien no son predominantes en este poema las metáforas puras, algunas de allas sí que aparecen para exaltar la belleza de los rasgos de Clori; así, la claridad de su piel – que forma parte del canon de belleza de la descriptio puellae clásica, queda señalada por “cristales” y “nieve”, mientras que la pureza del color de la sangre de Clori es evocada mediante “claveles”. Asimismo, una paronomasia relaciona al precioso “oro” con “Clori” a inicio y final de segunda estrofa, aun más si se observa que está situada en paralelo a la realizada por “Prisión” y “aprisionado” en la primera, que sirve para describir la dependencia del autor de los favores de su amada.
Ya en el plano sintáctico, la distancia entre S y V es enorme en los vv. 2-4 (“un diamante era prisión del nácar”) y en 5-8 (“Clori lo redimió”). Estos violentos hipérbatos inciden en la poética culterana de oscurecer la expresión e inciden en el carácter minoritario y selecto del estilo culterano. Asimismo, la presencia de asíndetos evoca la sintaxis latina desprovista de nexos en el v. 11 (“sacrílego divina sangre bebe”) o 12 (“púrpura ilustró menos indïano”).
Esta abundancia en la ornamentación es coherente tanto con el estilo de Góngora (el culteranismo) como con la poética del Barroco, que tiende a la descompensación formal. En el caso del poeta granadino, la comparación final del poema (“claveles deshojó la Aurora en vano”) sirve de ejemplo a un estilo prolijo, lleno de perífrasis que crean una belleza formal en contraste a un contenido menor, o anecdótico.