40.- La novedad de Renacimiento.

El Renacimiento es la época artística que sigue a la Edad Media (SIGLO XVI). Se origina en Italia en el siglo XIV, en el florecimiento de las ciudades como centros de poder. Pretende recuperar la gloria de la época clásica. Supone un giro copernicano en la manera de concebir la vida y el arte.

Características de la Edad Media con las que contrasta el Renacimiento:

El crist de Taüll. PINTURA…………………………………………………

-Las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. POESÍA. ……………………………………….. …………………………………..

-La Celestina. TEATRO…………………………………………………………..

 

a) Origen e influencias del Renacimiento.

En las ciudades italianas, …………………………………………………..

   Autores que impulsaron el Renacimiento:

     1.-Petrarca: el uso del soneto, el amor ideal (platónico) y la donna angelicata (Laura, cuya perfección ideal se manifiesta en la belleza física). Uso del soneto y del verso endecasílabo.

    2.-Dante: la coexistencia del imaginario cristiano con el de la mitología clásica en su Divina Comedia. El uso de los tercetos encadenados.

    3.- Boccaccio: Los relatos breves centrados solo en las pasiones (amorosas sobre todo) de los humanos, de las que se da una visión positiva.  (el Decamerón), en prosa en lengua vulgar.

b) Características y estética de la cultura renacentista (Libro de texto pág. 63).

-El humanismo………………………………….. (Lorenzo Valla, Pico della Mirandola).

-El erasmismo …………………………………………… (Erasmo de Rotterdam).

-El cortesano …………………………………………… (Baltasar de Castiglione).

 

c)  La lengua del Renacimiento y la influencia de la cultura grecolatina reivindica el gusto por la armonía, la justa expresión y el equilibrio.

d) Los temas clásicos que recupera el Renacimiento:

– Bucolismo. Sannazaro (La Arcadia). ………………………….

     -Platonismo: Marsilio Ficino. ……………………………………

– Estoicismo ………………………………..(beatus ille, iter secretum, aura mediocritas) y epicureísmo…………………………………..(colligo virgo rosas, carpe diem).

Se dejan de lado algunos tópicos medievales como el UBI SUNT  o el TEMPUS FUGIT.  Se recuperan algunos más optimistas como colligo virgo rosas, carpe diem.

-Indica las características renacentistas de la siguiente pintura: El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, XV.

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48.- La poesía del Siglo de oro (Renacimiento y Barroco).

TEMAS TEÓRICOS.

 

A) GARCILASO DE LA VEGA Y LA INTRODUCCIÓN DEL RENACIMIENTO.

  • Garcilaso de la Vega, “En tanto que de rosa y azucena”. Carpe diem y colligo virgo rosas. Ejemplo de lengua renacentista (armonía, equilibrio).

 

  • Garcilaso de la Vega, “Si de mi baja lira”. Oda a la flor de Gnido. Invención de la lira (estrofa que Fray Luis y San Juan de la Cruz implementarán). 

 

  • Garcilaso de la Vega, “Escrito está en mi alma vuestro gesto” (La dama como divinidad; campo semántico de la fe).

 

  • Garcilaso de la Vega, “¡Oh dulces prendas por mi mal halladas” (Sufrimiento amoroso ante el recuerdo del amor perdido).

 

 

 

B) FRAY LUIS DE LEÓN Y EL ESTOICISMO.

 

  •    Fray Luis de León, “Recoge ya en el seno” (Liras. Invitación a su amigo Juan de Grial a seguir la escondida senda, iter secretum, del estudio y la actividad intelectual a inicio del otoño). 

 

  • Fray Luis de León, “Alma región luciente” (Liras. Exaltación de la vida en el cielo mediante una alegoría bucólica en un locus amoenus: prado, buen pastor, rebaño, deseo del alma de unirse al esposo). 

 

 

 

 

  • LA MÍSTICA ESPAÑOLA
    San Juan de la Cruz, “Noche oscura”. (Lira. Alegoría de las 3 vías místicas mediante un encuentro amoroso nocturno de una doncella (el alma) que se encuentra con su amado (Dios). 

 

  •    San Juan de la Cruz, “Llama de amor viva” (Ansia por unir el alma a Dios en el camino de iluminación de las 3 vías místicas). 

 

  •    San Juan de la Cruz, “Tras de un amoroso lance” (8 sílabas + estribillo. Deseo del alma de unirse a Dios expresado mediante una serie de metáforas -caza, vuelo…- que señalan a las 3 vías místicas). 

 

  • LUIS DE GÓNGORA Y EL CULTERANISMO.
  • Luis de Góngora, “La más bella niña / de nuestro lugar”. (Romancillo. Imitación de la lírica tradicional. Una niña lamenta ante el mar la ausencia de su recién desposado, que ha ido a la guerra). 

 

  • Luis de Góngora, “Ándeme yo caliente y ríase la gente” (Letrilla. Desprecio de la fama y el dinero y elogio de la vida sencilla. Beatus ille, aurea mediocritas).

 

 

  • Luis de Góngora, “Soledad primera”, 1-61. (Que no entre, por favor). Ejemplo máximo de culteranismo. Menosprecio de corte y alabanza de aldea.

 

  • Luis de Góngora, “Prisión del nácar era articulado” (Soneto culterano).

 

  • LA POESÍA DE LOPE DE VEGA

 

  • Lope de Vega, “Mira, Zaide, que te aviso” (Romance nuevo. Lope narra su ruptura amorosa con Elena Osorio mediante la alegoría de una historia de amor entre moriscos, Zaida y Zaide). 

 

  • Lope de Vega, “Suelta mi manso, mayoral extraño”.  (Soneto. Lope expresa el dolor por el abandono de Elena Osorio mediante una alegoría pastoril. )
    Lope de Vega, “Ir y quedarse y, con quedar, partirse. (Soneto Lope define el sufrimiento amoroso, probablemente el de su destierro, mediante una serie de recursos retóricos de contradicción). 

 

  • Lope de Vega, “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?” (Soneto de arrepentimiento. Lope lamenta en su senectud no haberse acogido antes a la fe ,mediante la metáfora de compungirse por haber rechazado la visita de Cristo).

 

  • Lope de Vega, “Un soneto me manda hacer Violante”. (Soneto. Metaliteratura. Juego cortesano. Soneto que describe su propia composición). 

 

 

 

  • FRANCISCO DE QUEVEDO Y EL CONCEPTISMO
  • Francisco de Quevedo, “Érase un hombre a una nariz pegado” (Soneto. Descripción de la nariz de Góngora mediante juegos lingüísticos conceptistas). 

 

  • Francisco de Quevedo, “¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!” (Soneto. Estoicismo cristiano. TEmpus fugit, quotidie morimur). 

 

  • Francisco de Quevedo, “Madre, yo al oro me humillo” (Letrilla satírica. Elogio del dinero). 

 

  • Francisco de Quevedo, “Si eres campana, ¿dónde está el badajo?” (Soneto. Descripción de una mujer con miriñaque mediante juegos lingüísticos conceptistas). 

 

  • Francisco de Quevedo, “Miré los muros de la patria mía”

 

 

ESQUEMA DEL COMENTARIO DE TEXTO

 

a) Presentación del autor y del movimiento artístico.

b) Tema principal (breve). Indicar brevemente los tópicos literarios.

c) Tipo de estrofa, métrica, rima y división en partes (aportando razones morfológicas, que podrían también los signos de puntuación).

d) Análisis lingüístico (figuras retóricas, signos de puntuación y niveles lingüísticos -fonético, morfológico, léxico, sintáctico).

e) Análisis del contenido (indicar y justificar las características del movimiento artístico que aparecen el poema).

 

 

 

a) Leer detalladamente el soneto XXIII de Garcilaso de la Vega.

SONETO XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,                                      (rostro)
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;                               4

y en tanto el cabello que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;                        8

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes de que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.                             11

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera                                                   (tiempo fugaz)
por no hacer mudanza en su costumbre.                    14        (cambio)

 

 

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47.- El Romancero gitano, como tradición y vanguardia.

                                                                Lo tradicional

El Romancero gitano se inscribe dentro de la tendencia neopopulista de la Generación del 27 y dentro de la tradición del romancero nuevo o artístico, que ya desde el Siglo de Oro venía siendo una constante en nuestra literatura: Lope y Góngora en el XVII, etc..

La estrofa que usa Lorca es el romance, formado por versos octosílabos, sólo sustituidos en contadas ocasiones (primer verso de “La casada infiel”: ‘y que yo me la llevé al río’ (10) y el romance “Burla de don Pedro a caballo”: hay versos octosílabos, pero la mayoría de los versos son heptasílabos y hexasílabos; también los hay trisílabos, tetrasílabos, pentasílabos y endecasílabos. La rima siempre es asonante en los versos pares.

Característica de los romances tradicionales, y que también se observa en el “Romancero gitano” es el fragmentarismo, que se observa en rasgos como: Comienzo con la conjunción “y” o “que” (como si fuera el fragmento de una composición previa: “ Y que yo me la llevé al río” de “La casada infiel”) comienzo abrupto o “in media res”; final truncado, sin que sepamos qué fue lo que pasó (por ejemplo, en “Thamar y Amnón”).

Muchos de los romances medievales sirvieron para transmitir historias. Este carácter narrativo es seguido en múltiples ocasiones en los de Lorca (“la luna, luna”, “reyerta”, ciclo de Antoñito el Camborio…).

                                                                      La vanguardia.

El carácter vanguardista del “Romancero” se muestra en la abundancia y en la novedad de las metáforas e imágenes, algunas de ella de influencia surrealista debido al cuestionamiento de la lógica y a su carácter más emocional:

desplazamientos calificativos (“yunques ahumados sus pechos, /gimen canciones redondas”),

comparaciones (“La iglesia gruñe a lo lejos / como un oso panza arriba),

metáforas (“ Las piquetas de los gallos/ cavan buscando la aurora”; “Lloras zumo de limón”; “trescientas rosas morenas / lleva tu pechera blanca”; “su luna de pergamino /Preciosa tocando viene”),

símbolos (“El toro de la reyerta /se sube por las paredes”),

hipérboles, personificaciones (“en las tejas de pizarra / el viento furioso muerde”),

sinestesias (“rumores calientes”; “viento verde”).

Algunas recuerdan el barroquismo de Góngora (Los densos bueyes del agua /embisten a los muchachos /que se bañan en las lunas /de sus cuernos ondulados), en otras destaca su carácter surrealista y su dificultad para “explicarlas” (como en los versos del Romance sonámbulo: ¡dejadme subir! Dejadme / hasta las verdes barandas. / Barandales de la luna / por donde retumba el agua). Otro rasgo vanguardista es el hermetismo de muchas imágenes. La influencia de Góngora explicaría este hermetismo y la densidad metafórica que aparece en muchos poemas. Quizás los poemas más herméticos sean el Romance sonámbulo (que ha dado lugar a múltiples interpretaciones) , los tres romances dedicados a los arcángeles, y el Romance con lagunas.

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46.- Los símbolos en el Romancero gitano, de FG Lorca: los gitanos y otros.

El gitano simbolizaría el conflicto entre primitivismo y civilización, entre instinto y sociedad; que representase los impulsos naturales, lo espontáneo; que fuese también el prototipo de hombre libre, en lucha con las fuerzas que representan la coacción y la represión (como la guardia civil). El mundo del gitano es un mundo inestable, de sueño (“juego de luna y arena”), el mundo del deseo que se debate entre la vida y la muerte. El gitano sucumbe a su ‘fatum’ a su destino trágico del que no puede escapar. En ese sentido, los símbolos más importantes y recurrentes son los referidos a la muerte y a la vida. Por ejemplo, símbolos de muerte son la luna, la noche, el verde, el negro, el rojo (que se refiere a una muerte dolorosa) aquellos colores pálidos, la hierba significa verde, con lo cual también muerte, así como los objetos fríos, el metal es asociado a la muerte, los puñales y cuchillos también, mientras que la plata y el oro tienen connotación positiva. También habla del barco sobre la mar para referirse a la muerte. Para la vida tenemos el sol, el agua, los colores vivos y el caballero en la montaña.

 

La luna representa la muerte y la petrificación.

El agua, símbolo erótico y de fecundación, pero también agente de la muerte (la de los pozos, aljibes o estanques)

La sangre, que es vida (generación, sexualidad, fertilidad) y puede ser asimismo sufrimiento (sangre negra)

El caballo, rey de un amplísimo bestiario, pues se identifica con la vida, el eros, la destrucción que el amor puede aparejar, e incluso la expresión de valores sombríos, funestos. Eventualmente representa la pasión desenfrenada que conduce hacia la muerte, pues nunca alcanza el destino que añora.

Las hierbas simbolizan frecuentemente la muerte.

Los metales y los objetos metálicos tienden a hospedar su significado en territorios sombríos: plata de la luna, cuchillos, puñales, bisturíes, espadas, agujas, alfileres, monedas…

El viento es el símbolo del erotismo masculino.

El pozo es la expresión de la pasión estancada, sin salida.

El color verde, el deseo prohibido que conduce a la frustración. También, el destino trágico que persigue a alguno de los personajes.

El espejo significa el hogar y la vida sedentaria. A veces representaciones metafóricas del espejo son los ojos y la luna como gran espejo en el que se refleja el mundo.

 

 

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45.- Ideales de DQ.

Una de las características más peculiares de DQ es la brecha entre su prosopografía y su etopeya: aunque las cualidades físicas (la avanzada edad) y las posibilidades externas de DQ (su escasez de fuerzas, sus viejas armas, su débil caballo…) lo definen como un caballero ridículo, sus rasgos morales lo convierten en muchas ocasiones en unp héroe admirable.

Las leyes de la caballería andante y todo lo que ella conlleva constituyen una religión para DQ. El seguimiento de sus rituales y obligaciones son primordiales para el hidalgo, aunque estos de desarrollen de forma ridícula (por ejemplo, su nombramiento como caballero, su prohibición de pelear con plebeyos, sus penitencias o castigos autoimpuestos). Una de estas obligaciones caballerescas, el servicio amoroso hacia Dulcinea, hará que DQ envíe a sus enemigos derrotados a rendirle pleitesía al Toboso y le dará fuerzas para seguir buscando aventuras.

Don Quijote asume los peligros que le depara su existencia aventurera y no teme a cumplir con ese código ético de defensa de los desvalidos y menesterosos, tal como obligaban las leyes de la caballería. DQ afronta cualquier reto; va más allá de sus propias posibilidades y por ello es símbolo del esfuerzo humano. Así, DQ no tiene miedo de enfrentarse a enemigos que le podrían quitar la vida (los molinos, los rebaños, los leones) como tampoco duda de exponerse a peligrosas situaciones (la cueva de Montesinos, el barco encantado, el caballo Clavileño…).

Pero la locura de DQ y su fidelidad a las leyes de la caballería le sitúan al margen de las leyes de los hombres. Cuando quiere imponer lo que considera justicia divina por la fuerza de las armas (como en el episodio de los galeotes), su deformación de la realidad le impide distinguir las normas jurídicas y legales de los ideales y usos de los libros de caballerías. De esta manera, DQ se convertirá sin saberlo en prófugo de la Santa hermandad por haber liberado a una docena de peligrosos delincuentes.

En este sentido, la justicia ideal o divina que quiere aplicar DQ no tiene lugar en el mundo que habita; de ello es buen ejemplo la liberación de Andresillo, a quien pretende utilizar de testigo de que la caballería andante era buena y necesaria, pues supuestamente DQ había corregido la injusticia que con él cometía su amo, no pagándole lo debido. Puede concluirse, por tanto, que DQ es respetuoso con las leyes que considera dignas, aunque estas pocas veces coincidan con el derecho.

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44.- DQ en Catalunya.

Entramos ahora en la última fase del Quijote, muy distinta de las anteriores. Recordemos que en su primera salida don Quijote no tan sólo desfiguraba la realidad sino que desdoblaba su personalidad de un modo que no volverá a aparecer en la novela; que en su segunda salida, sólo desfigura la realidad, y cuantos le rodean, Sancho en primer lugar, le quieren sacar de su error; y en la tercera salida, hasta ahora, los que rodean a don Quijote, como Sancho y los Duques, se han encargado de engañarle desfigurándole la realidad cuando precisamente la ve tal como es. Don Quijote había salido de su aldea en busca de aventuras, de maravillas y de ocasiones propicias para realizar hazañas e imponer la justicia en el mundo. En la Mancha no ocurre absolutamente nada extraordinario: todo es vulgar, normal, anodino y rutinario, y don Quijote lo sublima y lo idealiza al estilo caballeresco. Cuando va hacia Aragón, donde está situado el palacio de los Duques, todo sigue siendo igual y el ambiente continúa no apropiado a la aventura; pero el ingenio o la malicia de los que circundan a don Quijote lo transforma en un mundo caballeresco y fantástico. Don Quijote va en busca de la aventura: primero se la crea él mismo en la Mancha y luego se la crean los demás en Aragón; pero donde ha de encontrarla de veras es en Cataluña. (Martín de Riquer, Aproximación al Quijote).

 

a) Con Roque Guinart. 

Todo este capítulo se llena con la figura del bandolero catalán, hombre de acción, valiente, noble, justiciero a lo romántico y jefe con excepcionales dotes de mando. En todo el episodio el lector advierte, con cierta pena y con desilusión, que don Quijote se eclipsa, se apaga y se transforma en un mero espectador. Las pocas palabras que en este trance pronuncia don Quijote suenan a falso y a arcaico, al lado de la viril eficacia de las de Roque Guinart. DQ asiste a la muerte de dos personas mientras recoge la simpatía generosa del bandolero.

La aparición de Roque Guinart en las páginas del Quijote es algo insólito en la novela. En ella todos los personajes son imaginarios y producto de la fantasía y el arte de Cervantes; y aunque ya vimos que los Duques, por ejemplo, parecen inspirados en los de Villahermosa, el novelista se guarda muy bien de afirmar que lo sean, pues éstos pueden ser los «modelos» de aquéllos, pero no hay identidad entre unos y otros. Roque Guinart en cambio es un personaje rigurosamente histórico y contemporáneo no tan sólo a los sucesos que se narran en el Quijote sino al momento en que Cervantes está escribiendo.

 

b) Con Antonio Moreno. La cabeza encantada y el lance naval contra un navío turco. 

Un caballero barcelonés, don Antonio Moreno, amigo de Roque Guinart, los acoge con gran afecto, y celebra en su casa una fiesta en honor de don Quijote, en la cual se exhibe a todos los asistentes una maravillosa cabeza de bronce, sostenida por un pie de jaspe, que posee la sorprendente y mágica virtud de responder atinadamente a cuanto se le pregunta. La cabeza da respuestas ingeniosas o ambiguas a algunas preguntas que se le hacen y a don Quijote y a Sancho contesta vagamente sobre la cueva de Montesinos, el desencanto de Dulcinea y las posibilidades de un nuevo gobierno. Cervantes se apresura a aclarar que tal cabeza estaba montada sobre un tubo que comunicaba con un aposento del piso inferior, donde se situaba un sobrino de don Antonio Moreno que desde allí oía las preguntas y daba las respuestas. Pero obsérvese que este ardid mecánico se ofrece como algo mágico no tan sólo a don Quijote y a Sancho sino también a todos los demás concurrentes a la fiesta, que ignoran el artificio; hasta tal punto que el rumor de tal prodigio se extendió por Barcelona y los inquisidores ordenaron al propietario de la cabeza que la destruyese.

 

Don Antonio Moreno y sus amigos llevan a don Quijote y a Sancho a visitar una galera. Cervantes, buen conocedor de la vida del mar, describe con gran precisión y con los términos técnicos apropiados las maniobras de la marinería. Cuando la chusma deja caer con gran estrépito la entena, advertimos algo inesperado e insólito en el protagonista de la novela: «No las tuvo todas consigo don Quijote; que también se estremeció y encogió de hombros y perdió la color del rostro» (II, 63). Es evidente que don Quijote, tan valiente siempre, ahora tiene miedo. Súbitamente desde el castillo de Montjuich se hacen señas de alarma: un bergantín turco se halla próximo a la costa, y la galera en que se encuentran como visitantes don Quijote y Sancho, junto con otras tres, se hace a la mar en su captura.

Los turcos disparan sus escopetas y matan a dos soldados españoles. Es la primera vez en la vida que don Quijote oye disparos bélicos y que ve caer a su lado a combatientes. Pero desde que el vigía de Montjuich ha dado la señal de alarma hasta que acaba el episodio y el capítulo con él, el nombre de don Quijote ha estado totalmente ausente de las páginas de la novela, ahora, precisamente, que la realidad le ofrecía la aventura más hermosa y más acomodada a lo que tantas veces había leído en los libros de caballerías.

Desde que ha entrado en contacto con Roque Guinart don Quijote ha perdido volumen. Al lado del bandolero queda relegado al plano de un comparsa, pues por vez primera ha topado con un aventurero de veras, no moldeado sobre libros de caballerías sino arrancado de la vida española contemporánea, con su mismo nombre, edad y aspecto físico. En el combate naval se ha esfuminado hasta borrarse de las páginas de la novela. Ahora, en estos capítulos catalanes, don Quijote ni tan sólo hace gracia con sus locuras. Y es que el final de don Quijote está muy próximo.

 

c) Derrota de DQ en la playa de Barcelona.

Dos días después del combate naval llega a Barcelona un caballero armado de punta en blanco y en cuyo escudo estaba pintada una resplandeciente luna, el cual encuentra a don Quijote en la playa y lo reta a singular combate si no quiere confesar que su dama, sea quien fuere, es mucho más hermosa que Dulcinea del Toboso. El recién llegado, que dice ser el Caballero de la Blanca Luna, insiste en dar allí mismo la batalla, ante el virrey de Cataluña, don Antonio Moreno y un grupo de curiosos que ha acudido a presenciar el combate. Éste es muy rápido y se narra en pocas líneas: don Quijote y Rocinante ruedan por la arena, y el Caballero de la Blanca Luna pone la lanza sobre la visera del vencido y le anuncia que va a morir si no confiesa las condiciones del desafío. Don Quijote, con voz débil, como si hablara dentro de una tumba, pronuncia estas impresionantes palabras: «Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra» (II, 74). Un detalle que podría pasar inadvertido da dramatismo y autenticidad a estas palabras: la ausencia de arcaísmos, que en otras ocasiones tanto prodiga don Quijote en su hablar caballeresco. No ha dicho «fermosa», «cautivo», «aquesta», sino «hermosa», «desdichado», «esta». En este tan doloroso trance, el más lastimoso y triste de su vida, don Quijote se ha quitado la máscara del lenguaje libresco y ha hablado con verdad.

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43.- Carácter de Sancho Panza.

En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre—, pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero3. Decíale entre otras cosas don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, en quítame allá esas pajas, alguna ínsula4, y le dejase a él por gobernador5 de ella. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza6, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino.

Si bien el verdadero protagonista de las dos partes de DQ es el hidalgo Alonso Quijano, junto a él destaca la figura de su escudero Sancho Panza. Después de la primera salida que había realizado el hidalgo en solitario, Sancho se convierte en su escudero y lo acompaña hasta el final, aunque se separen en algunos capítulos en la II parte. Su presencia se justifica por ser un elemento necesario en la caracterización de los caballeros andantes. personaje de Sancho Panza se construye por contraste, físico y psicológico, con el de don Quijote[1]. Sancho responde al tipo del labrador inculto (no sabe leer ni escribir), pero de ingenio despierto y con un sentido común a flor de piel. Por su simplicidad e ingenuidad entronca con el bobo o pastor rústico del teatro, pero no es un necio; al contrario, es un personaje que rebosa sabiduría popular y que sabe ser discreto, como lo demuestra con creces su gobierno de la ínsula Barataria. No ha recibido una educación escolar, pero tiene el conocimiento natural de las cosas, que expresa fundamentalmente a través de los refranes.

 

Cervantes apenas se preocupó de describir a Sancho físicamente; se limitó a decir de manera un poco burlona que tenía «la barriga grande, el talle corto y las zancas largas». De las pocas descripciones que nos da, podemos deducir que tiene un comportamiento pacífico, que era bebedor, glotón, perezoso e interesado. El escudero es una mezcla de ingenuidad y picardía, lo que le da verosimilitud y originalidad al personaje. Sancho es un hombre realista y práctico que seguirá fielmente a su amo, a pesar de que no entiende sus idealismos; más bien, obra por interés, debido a la promesa de recibir una ínsula en pago a sus servicios.

Pero Sancho es un personaje poliédrico; mientras trata de disuadir a su amo para que no se meta en complicaciones ni reciba daños, sí manifiesta de forma esporádica (cuando hay posibilidad de beneficio propio) la creencia en las leyes de la caballería.

 

 

En la primera parte su rol es el de personaje acompañante de don Quijote, servicial e interesado a la vez. No es normal que adquiera protagonismo en solitario, excepto en la embajada a Dulcinea. En la segunda parte, adquiere más importancia e incluso protagoniza muchos episodios, como el del gobierno de la ínsula Barataria, en que parece encarnar una defensa de la sabiduría de la gente llana. Se acentúa también su proceso de quijotización, pues varias veces es él quien insiste a su amo en que este se inmiscuya en aventuras. Además, en esta  segunda parte, DQ percibe bien la realidad y es a veces Sancho quien le hace creer en fenómenos propios de las novelas de caballerías.

 

El rasgo más definitorio de su habla es el continuado empleo de refranes. El refranero representa el bagaje cultural popular acumulado a través de los siglos. Tradicionalmente, el refrán es el lexicón de sabiduría popular de la gente analfabeta. Sancho es reflejo literario de esa costumbre, y a lo largo de la obra presentará multitud de dichos populares que la ejemplificarán.

Otro rasgo del habla de Sancho son las incorrecciones que comete al hablar debido a su poca formación cultural, aunque este rasgo, que tiene una finalidad cómica, se va suavizando a lo largo de la obra “Cide Hamete Berenjena”.

La comicidad es el resultado del contraste dialéctico entre DQ y su escudero. Los enfrentamientos dialécticos con su amo son proverbiales, hasta el punto en que DQ le impone el castigo del silencio que Sancho lleva muy mal. En la II parte,

 

Sancho Panza se presenta, por tanto, como un personaje simple, ingenuo y crédulo. No obstante, la crítica romántica le atribuyó un carácter definitorio del materialismo humano, enfrentado al idealismo que encarna su amo.

 

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42.- Diferencias entre la I y la II parte de Don Quijote (1605 y 1615).

1º.- Los títulos son diferentes: 1ª Parte: el INGENIOSO hidalgo Don Quijote de la Mancha. 2ª Parte: El ingenioso Caballero Don Quijote de la Macha.

2º.- Inclusión de poemas iniciales y finales en la primera parte (de tono burlesco, escritos por personajes de ficción); no en la 2a, que tiene un Prólogo más personal y dirigido a refutar los insultos e insinuaciones de Avellaneda.

3º.- La I parte tiene más cambios de ritmo argumental: DQ sale primero en soledad (seguramente por ser la idea inicial de CErvantes, destinada a componer una novela ejemplar breve) y luego con Sancho. La II parte es más trabada y contiene una única salida.

4º La I parte contiene 3 novelas intercaladas que representan los géneros literarios más a la moda: la novela pastoril (“Marcela y Grisóstomo”). La novella italiana: “El curioso impertinente”. La novela morisca: “El capitán cautivo”. Picaresca. La II parte no incluye ninguna novela intercalada.

5º.- El entorno geográfico: en la primera parte predomina lo rural (sierra Morena), en la segunda parte predomina lo urbano (Barcelona)

6º.- Las peripecias de los protagonistas: en la primera parte todo son desdichas y derrotas, en la segunda parte hay alguna victoria aunque también estas sean objeto de burla (el Caballero de los espejos, los leones).

7º.- Las aventuras son más numerosas en la primera parte, la segunda es más reposada y con más diálogos.

8º.- En la primera parte, DQ busca aventuras desde su visión deformada de la realidad (a veces por sus sentidos, a veces por la interpretación que hace de sus percepciones). En la 2a parte, suelen ser otros personajes quienes hacen a DQ actuar como caballero andante.

9º.- En la II p., existe una quijotización de Sancho y una sanchificación de DQ en la II parte (con los ejemplos paradigmáticos de la visión de Dulcinea (II, X) y de Sancho gobernador (II, 45 y ss.).

 

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41.- Influencia del Quijote apócrifo de Avellaneda.

A mediados de 1614 y con la intención transparente de darle en la cabeza a Cervantes, salió a la arena el Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, ese libro que hoy conocemos como el Quijote de Avellaneda. Y es que su autor tuvo a bien disfrazarse tras el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda.

La publicación de esta obra apócrifa (falsa) poco antes de que Cervantes acabase la redacción de su 2a parte de Don Quijote le hizo plantearse de qué manera vengarse de la actitud del falso autor. En primer lugar, Cervantes usó el Prólogo al lector de su II parte para defenderse de las acusaciones de viejo, manco que le profería Avellaneda, así como de las insinuaciones que hacía el falso autor a la falta de humildad de Cervantes. 

 

¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don Quijote, digo, de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona! (…) . Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. 

 

Además, en el mismo Prólogo, Cervantes se defiende atacando, y dando pistas de que apunta hacia la figura de Lope de Vega, a quien sin duda se refiere cuando hace estas referencias a su vida ajetreada y de discutible moral:

siendo esto así, como lo es, no tengo yo de perseguir a ningún sacerdote, y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo Oficio; y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo, que del tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa12

 

Además de estas advertencias redactadas sin duda con su IIp del Quijote finalizada, Cervantes decidió burlarse del Quijote de Avellaneda incluyéndolo entre las referencias literarias que conocen varios de los personajes de su nueva obra. De esta forma, Cervantes usa la metaliteratura de forma ingeniosa para cobrarse venganza por el uso que hizo Avellaneda de su obra. Así sucede a partir de II, 59 (sería al ir redactando este capítulo cuando llegaría a Cervantes la noticia de la publicación de la falsa II Parte). En la venta, dos caballeros, don Jerónimo y don Juan, leen mientras esperan la cena la II Parte de Don Quijote, y el primero comenta que le desplace que se pinte al protagonista ya desenamorado de Dulcinea, circunstancia que provoca la iracunda reacción de don Quijote, quien afirma que jamás su amada podrá caer en su olvido. Despectivamente, se limita a hojear el libro que le muestran, y comenta:

—En esto poco que he visto he hallado tres cosas en este autor dignas de reprehensión. La primera es algunas palabras que he leído en el prólogo; la otra, que el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos; y la tercera, que más le confirma por ignorante, es que yerra y se desvía de la verdad en lo más principal de la historia, porque aquí dice que la mujer de Sancho Panza mi escudero se llama Mari Gutiérrez, y no llama tal, sino Teresa Panza: y quien en esta parte tan principal yerra, bien se podrá temer que yerra en todas las demás de la historia (p. 1112).

Se comenta, además, que en el Quijote de Avellaneda se pinta a Sancho comedor y simple y «nonada gracioso», y el propio escudero contradice esta caracterización suya, y también la de su amo:

—Créanme vuesas mercedes […] que el Sancho y el don Quijote desa historia deben de ser otros que los que andan en aquella que compuso Cide Hamete Benengeli, que somos nosotros: mi amo, valiente, discreto y enamorado, y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho (p. 1114).

Cervantes llega a introducir en el capítulo LXXII de su Segunda parte al caballero Álvaro Tarfe (¡robando así a un personaje al ladrón de Avellaneda, quien lo había hecho antes aparecer en su falso Quijote!), con el exclusivo fin de desautorizar a su primitivo creador. Al hacerlo mediante un subterfugio narrativo (don Álvaro se ha encontrado antes con los falsos Quijote y Sancho) da carta de realidad en su ficción no sólo al ajeno Tarfe, sino a los mismos Quijote y Sancho espúreos, y a la propia obra de Avellaneda “recién impresa”. Don Quijote le pide a don Álvaro Tarfe que firme una declaración ante el alcalde del lugar dando fe de que él es el verdadero don Quijote, y así lo hace. Otra alusión ocurre en el capítulo II, 74, en la última cláusula del testamento de Alonso Quijano:

Iten, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos (pp. 1220-1221).

No obstante, los dos grandes cambios que produjo el Quijote de Avellaneda en el de Cervants tienen mucha más entidad en referencia a su trama. Así, DQ y Sancho abandonarán su intención de dirigirse a Zaragoza, a participar en unas justas, y lo harán a Barcelona, originando así una de las partes más felices de la novela.

Además, tal como Cervantes había anunciado en su Prólogo a esta II parte, tiene decidido que Don Quijote morirá al final de estas nuevas aventuras, con la intención de que así no pueda ser usado más por algún autor de intenciones perversas.

que en ella te doy a don Quijote dilatado, y finalmente muerto y sepultado33, porque ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastan los pasados y basta también que un hombre honrado haya dado noticia destas discretas locuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas: que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía34, aun de las malas, se estima en algo. OlvidábasemeVIII de decirte que esperes el Persiles, que ya estoy acabando, y la segunda parte de Galatea35

En fin, la última alusión se encierra en las palabras finales de la novela, cuando el narrador refiere que Cide Hamete ha colgado su pluma para que nadie la profane, y copia las palabras que le dirige:

Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su pluma: «Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero antes que a ti lleguen, les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres: […] Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar, y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros, ni asunto de su resfriado

 

 

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40.- Evolución de la locura de DQ.

 

Descripción médica de la locura de DQ (no hace falta estudiar este apartado, pero es curioso de leer y aprenderéis mucho).

En cualquier caso y desde hace más de dos siglos, médicos de distintas especialidades, sobre todo psiquiatras y ahora también neurólogos, han discutido el tipo de locura que padeció don Quijote. El primero conocido fue el médico francés Philippe Pinel (1745-1826) –Traité medico-philosophique sur l´alienation mental ou la manie. París: Caille et Ravier; 1801-, que definió al hidalgo como “un ejemplo admirable de monomaníaco”. Antonio Hernández Morejón (1773-1836) –Bellezas de medicina práctica en el Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha, compuesto por Miguel Cervantes Saavedra, Madrid: Oficina de don Tomás Jordán; 1836-, de acuerdo con la ciencia psicológica de su época, vio en el personaje una alteración colérica y melancólica de la personalidad. Después vendría una sucesión interminable de trabajos originales, de mayor o menor fortuna, o simples “refritos”, que plantean diagnósticos cada vez más precisos y definidores, unos muy estimables, pero otros tan estrambóticos que no son propios de revistas científicas, ni tan siquiera de divulgación, sino ajustadas publicaciones sensacionalistas o chascarrillos. Y es que, tal y como mantiene el filósofo y médico español Diego Gracia Guillén (Madrid, 1941) –Variaciones en torno al tema de la locura de Don Quijote. Madrid: Real Academia Nacional de Medicina; 2005-, aunque Cervantes fuese un excelente nosógrafo y no pueda negarse la licitud de tomar a don Quijote como personaje real y encajarle en una categoría diagnóstica, no se puede reducir la obra a una visión médica y describir la vida de un loco, tal como lo entiende la psiquiatría, pues su significado va mucho más allá.

  • La locura de DQ se entiende según las doctrinas médicas de la antigüedad desde la Grecia clásica, según las cuales el cuerpo humano está formado de 4 humores:

Sanguíneos, las personas con un humor muy variable.

Melancólicos, personas tristes y soñadoras.

Coléricos, personas cuyo humor se caracterizaba por una voluntad fuerte y unos sentimientos impulsivos, en las que predominaba la bilis amarilla y blanca.

Flemáticos, personas que se demoran en la toma de decisiones, suelen ser apáticas, a veces con mucha sangre fría, en las cuales la flema era el componente predominante de los humores del cuerpo.

En esta clasificación, DQ pertenece al tipo colérico – melancólico.

 

 

Evolución de la locura de don Quijote (según Martín de Riquer, “Aproximación al Quijote”).

La locura de DQ se desarrolla de tres maneras diferentes durante toda la obra.

Primera parte, capítulos 1 al 5. Don Quijote desfigura la realidad, la acomoda a sus fantasías y se desdobla en otros caballeros.

apaleamiento de los mercaderes y retorno a su aldea.

Primera parte, capítulos 7 al 52. Don Quijote desfigura la realidad según modelo caballeresco, lo que le lleva a un conflicto con los parámetros de la realidad.

– RTVE, 5m. Los rebaños.

Segunda parte. Don Quijote no es víctima de su fantasía; los demás le hacen actuar como un caballero.

– La aventura del caballo Clavileño.

 

 

El episodio de las tres labradoras señala la tercera fase de la locura de don Quijote. En la primera parte (2a fase de su locura), don Quijote, ante la realidad vulgar y corriente, se imaginaba un mundo ideal y caballeresco. Hasta ahora lo normal ha sido que don Quijote transforme en valores de belleza y heroísmo lo que es corriente e incluso vil y bajo. Cuantos le rodeaban, en primer lugar Sancho, han hecho todo lo posible para desengañarle de su error y para hacerle ver que aquello que toma por gigantes, por ejércitos, por castillos o por un rico yelmo no son sino molinos de viento, rebaños, ventas y una vulgar bacía de barbero. Y ante esta disparidad don Quijote ha respondido que los malignos encantadores, envidiosos de su gloria y obstinados en dañarle, le transforman lo noble y elevado en vulgar y bajo.

Pero ahora, al iniciarse la tercera salida de don Quijote, observamos que este aspecto se ha invertido. Sancho, que antes se afanaba en hacerle ver que no había tales gigantes ni tales ejércitos, sino molinos de viento y rebaños, ahora le pone ante sí tres feas aldeanas y sostiene que él «está viendo» a tres encumbradas damas, y ahora, precisamente, los sentidos no engañan a don Quijote, que ve la realidad tal cual es: tres zafias labradoras. Y naturalmente, la culpa la tendrán los encantadores, que sólo para don Quijote han mudado la realidad, pero ahora inversamente a cómo ocurría en la primera parte.

La diferencia entre un tipo de aventura y otro, o sea entre las de la primera parte y las de la segunda, se advierte en dos frases paralelas. Cuando don Quijote afirmó que veía dos inmensos ejércitos a punto de entrar en batalla y que oía relinchar los caballos y sonar los clarines, Sancho respondió: «No oigo otra cosa sino muchos balidos de ovejas y carneros» (1, 18). Ahora, cuando Sancho le insiste en que avanzan por el camino Dulcinea y sus dos doncellas, don Quijote afirma: «Yo no veo sino a tres labradoras sobre tres borricos» (11, 10). Los papeles se han invertido.

 

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