(De Ruiz Tosaus, Eduardo: “El caso Savolta. Entre realidad y ficción“).
JOSEP ALBERT BARRET.
Savolta, basado en la figura real de Josep Albert Barret Moner (1865-1918), empresario del metal, ingeniero industrial, profesor y presidente de la Sociedad de Industriales Mecánicos. Murió asesinado el 8 de enero de 1918 (una semana después que el Savolta de la novela) cerca de la Escuela Industrial, de la que era profesor (no en su casa, como en nuestro texto). Según el periódico cenetista Solidaridad Obrera del 10 de enero de 1918, estos fueron los hechos:
Anteayer a las siete de la noche se dirigía el Sr.Barret en compañía del señor Pastor, ingeniero, a dar una conferencia en la Universidad Industrial. Al llegar frente a la Universidad Industrial se dirigieron a la puerta de la antigua fábrica Batlló. Cuando el tranvía se había ya alejado y los señores Barret y Pastor seguían su camino tranquilamente, sonaron unos cincuenta disparos de revólver y ambos señores cayeron al suelo en medio de un charco de sangre. (…) El señor Barret presentaba doce heridas de arma de fuego, seis de ellas con orificio de entrada y salida. Su estado era tan grave que mientras se le prestaba asistencia falleció sin poder dar el menor indicio referente a los agresores.
Su muerte causó una gran impresión en Cataluña; las autoridades atribuyeron su muerte a los sindicatos y grupos de acción anarquistas (algunos decían que estaba en tratos con alemanes y otros con franceses) pero éstos responsabilizaron a un grupo de agentes alemanes que actuaba en Barcelona con la finalidad de perturbar las actividades de los industriales catalanes que trabajaban para los aliados. Barret fabricaba en su taller (situado en la carretera del puerto, en Hostafrancs, como en la novela) espoletas para obuses que destinaba a equipar al ejército francés. Diversos periódicos de la época trataron el tema de forma destacada, como hemos podido investigar. El periódico de Barcelona Gaceta de Catalunya (Diario de avisos, información e intereses generales) abría su edición del jueves 10 de enero de 1918 con la necrológica en primera página del empresario. En lugar destacado, el miércoles 9 de enero, un día después del asesinato, se narraba así la noticia en la página 5:
Siguen registrándose en nuestra ciudad las agresiones. Ayer fue víctima de una de ellas el conocido ingeniero don José Antonio Barret. Éste era profesor de la Escuela Industrial, a donde se dirigía a las siete de ayer (…) El señor Barret cayó mortalmente herido, pues recibió doce heridas por arma de fuego. Antes de ser conducido al Hospital Clínico, dejó de existir.
Otro periódico barcelonés de la época, El Diluvio (diario republicano) iba un poco más lejos en su concepción del hecho; en la página 9 de su edición del miércoles 9 de enero de 1918 se podía leer
Los agresores, que favorecidos por la falta de luz y lo solitario de aquel barrio, diéronse precipitadamente a la fuga, sin que pudiese ser detenido ninguno de ellos. El señor Barret es gerente de una importante fábrica titulada de Industrias Nuevas, establecida en la carretera del Port. En esta fábrica tienen ocupación más de mil operarios. Según se nos dijo, el señor Barret ha tenido en su establecimiento numerosos conflictos obreros, y han estallado allí algunas huelgas por mejoras que demandaban los operarios, mejoras que casi nunca se concedían. Los obreros eran despedidos con harta frecuencia y parece que en el Sr. Barret no encontraban los operarios el trato que ellos hubieran deseado.
Es curiosa, sin embargo, la posición que adoptó Solidaridad Obrera (Diario sindicalista. Órgano de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña y portavoz de la Confederación Nacional del Trabajo). En su edición del miércoles 9 de enero de 1918, y bajo el explícito titular de “A cada puerco le llega su San Martín” escribía:
Barret, el patrono metalúrgico Barret, según se nos comunica, ha sido herido gravemente. (…) era uno de los patronos más tiranos de esta región. A él se deben los fracasos de algunas huelgas metalúrgicas, y por su actuación varios de los nuestros se encuentran en presidio. Por eso decimos que “A cada puerco le llega su San Martín”.
EL BARÓN DE KÖNIG, EL AUTÉNTICO LEPPRINCE.
En el caso de Lepprince, su paralelismo con el falso barón de König o Koenig es evidente (6). El ex Comisario de Policía de Barcelona Manuel Casal Gómez nos recrea su vida en la obra que Mendoza cita como bibliografía al inicio de la novela (7). Este relato policiaco, totalmente incisivo y pasional resulta aún mucho más literario que el propio texto de Mendoza. Nacido en Postdam (Brandeburg) en 1874, su verdadero nombre era Federico (Fritz) Stallmann, aunque utilizó diversos nombres falsos durante su vida como el citado de falso barón de Koenig, Alberto Colmann o Federico Stagni.
Vividor y jugador, recaló en España en agosto de 1915, recorriendo Bilbao, Mallorca, Cartagena, Málaga, Sevilla y Cádiz. En septiembre de 1918 se instala en Barcelona en la torre nº 25 de la Rambla del Prat con su mujer, la falsa baronesa René Scalda y su amante, la “diabólica” C.J. Poco tiempo después ocuparán la Maison Meublé de la calle Santa Ana. Según Ventura Subirats (8), ofrece en Barcelona sus servicios a la Federación Patronal, prometiendo acabar con el desorden social en Barcelona a cambio de protección policial. El empresario Miró i Trempat fue el introductor del barón en la patronal. La banda empezó actuando como auxiliar de la policía (deteniendo a trabajadores conflictivos, como confidentes o agentes provocadores) y escoltando a determinados empresarios.
Espía asalariado a favor de Alemania, se le atribuye (aunque nunca se pudo confirmar) el asesinato del patrono metalúrgico Barret (nuestro Savolta), en represalia por haber fabricado gran cantidad de munición para los aliados durante la Primera Guerra Mundial. Amigo del entonces Comisario Bravo Portillo, también se le atribuye su participación en la muerte del presidente del Sindicato de obreros tintoreros Pau Sabater (El Tero) la noche del del 19 de julio de 1919 en la calle Dos de Mayo , barriada de san Martín, (el mismo barrio donde es apaleado el obrero Vicente Puentegarcía de nuestra novela). Incluso Casal Gómez refiere el nombre del sereno de guardia aquel día (Ángel García, aunque en nuestra novela se convierta en Ángel Peceira. El proceso judicial es descrito con detalle por Casal Gómez, como lo hará Mendoza también con el presunto cobro del seguro por parte de la mujer de Lepprince (el juez fue Alberto de Rueda y el fiscal Diego Medina, el mismo nombre al que dedica Mendoza el libro, casualmente). Incluso algunos periodistas (9) atribuyen a de Koenig su participación en los sabotajes contra barcos destinados a proveer de material de guerra a las tropas aliadas, como comentábamos más arriba.
Según estas informaciones, Koenig se encargaba, en colaboración con Bravo Portillo y el agente barón de Rolland de informar a los submarinos alemanes de la situación de estos barcos (Bravo Portillo fue despedido y encarcelado al descubrirse la trama (10). Tras la muerte de Bravo Portillo (septiembre 1919) en represalia por la muerte de Sabater, Koenig se convierte en dueño y señor de la Federación Patronal, inaugurando sus oficinas en la Rambla de las Flores nº 6 y haciéndose llamar “Gran detective privado”. En diciembre de 1919 forma la banda Negra y el 9 de diciembre comete un atentado frustrado en la calle Salmerón, barrio de Gracia. En documentos encontrados en su domicilio durante un registro policial realizado el 22 de diciembre de 1919, se le intervienen diversas fichas de sindicalistas del momento (Mendoza ha recogido literalmente en su novela la ficha de Glascá, que se reproduce en la página 137).