30.- Los correlatos históricos de Lepprince y Enrique Savolta.

(De Ruiz Tosaus, Eduardo: “El caso Savolta. Entre realidad y ficción“).

JOSEP ALBERT BARRET.

Savolta, basado en la figura real de Josep Albert Barret Moner (1865-1918), empresario del metal, ingeniero industrial, profesor y presidente de la Sociedad de Industriales Mecánicos. Murió asesinado el 8 de enero de 1918 (una semana después que el Savolta de la novela) cerca de la Escuela Industrial, de la que era profesor (no en su casa, como en nuestro texto). Según el periódico cenetista Solidaridad Obrera del 10 de enero de 1918, estos fueron los hechos:

Anteayer a las siete de la noche se dirigía el Sr.Barret en compañía del señor Pastor, ingeniero, a dar una conferencia en la Universidad Industrial. Al llegar frente a la Universidad Industrial se dirigieron a la puerta de la antigua fábrica Batlló. Cuando el tranvía se había ya alejado y los señores Barret y Pastor seguían su camino tranquilamente, sonaron unos cincuenta disparos de revólver y ambos señores cayeron al suelo en medio de un charco de sangre. (…) El señor Barret presentaba doce heridas de arma de fuego, seis de ellas con orificio de entrada y salida. Su estado era tan grave que mientras se le prestaba asistencia falleció sin poder dar el menor indicio referente a los agresores.

Su muerte causó una gran impresión en Cataluña; las autoridades atribuyeron su muerte a los sindicatos y grupos de acción anarquistas (algunos decían que estaba en tratos con alemanes y otros con franceses) pero éstos responsabilizaron a un grupo de agentes alemanes que actuaba en Barcelona con la finalidad de perturbar las actividades de los industriales catalanes que trabajaban para los aliados. Barret fabricaba en su taller (situado en la carretera del puerto, en Hostafrancs, como en la novela) espoletas para obuses que destinaba a equipar al ejército francés. Diversos periódicos de la época trataron el tema de forma destacada, como hemos podido investigar. El periódico de Barcelona Gaceta de Catalunya (Diario de avisos, información e intereses generales) abría su edición del jueves 10 de enero de 1918 con la necrológica en primera página del empresario. En lugar destacado, el miércoles 9 de enero, un día después del asesinato, se narraba así la noticia en la página 5:

Siguen registrándose en nuestra ciudad las agresiones. Ayer fue víctima de una de ellas el conocido ingeniero don José Antonio Barret. Éste era profesor de la Escuela Industrial, a donde se dirigía a las siete de ayer (…) El señor Barret cayó mortalmente herido, pues recibió doce heridas por arma de fuego. Antes de ser conducido al Hospital Clínico, dejó de existir.

Otro periódico barcelonés de la época, El Diluvio (diario republicano) iba un poco más lejos en su concepción del hecho; en la página 9 de su edición del miércoles 9 de enero de 1918 se podía leer

Los agresores, que favorecidos por la falta de luz y lo solitario de aquel barrio, diéronse precipitadamente a la fuga, sin que pudiese ser detenido ninguno de ellos. El señor Barret es gerente de una importante fábrica titulada de Industrias Nuevas, establecida en la carretera del Port. En esta fábrica tienen ocupación más de mil operarios. Según se nos dijo, el señor Barret ha tenido en su establecimiento numerosos conflictos obreros, y han estallado allí algunas huelgas por mejoras que demandaban los operarios, mejoras que casi nunca se concedían. Los obreros eran despedidos con harta frecuencia y parece que en el Sr. Barret no encontraban los operarios el trato que ellos hubieran deseado.

Es curiosa, sin embargo, la posición que adoptó Solidaridad Obrera (Diario sindicalista. Órgano de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña y portavoz de la Confederación Nacional del Trabajo). En su edición del miércoles 9 de enero de 1918, y bajo el explícito titular de “A cada puerco le llega su San Martín” escribía:

Barret, el patrono metalúrgico Barret, según se nos comunica, ha sido herido gravemente. (…) era uno de los patronos más tiranos de esta región. A él se deben los fracasos de algunas huelgas metalúrgicas, y por su actuación varios de los nuestros se encuentran en presidio. Por eso decimos que “A cada puerco le llega su San Martín”.

 

EL BARÓN DE KÖNIG, EL AUTÉNTICO LEPPRINCE.

 

En el caso de Lepprince, su paralelismo con el falso barón de König o Koenig es evidente (6). El ex Comisario de Policía de Barcelona Manuel Casal Gómez nos recrea su vida en la obra que Mendoza cita como bibliografía al inicio de la novela (7). Este relato policiaco, totalmente incisivo y pasional resulta aún mucho más literario que el propio texto de Mendoza. Nacido en Postdam (Brandeburg) en 1874, su verdadero nombre era Federico (Fritz) Stallmann, aunque utilizó diversos nombres falsos durante su vida como el citado de falso barón de Koenig, Alberto Colmann o Federico Stagni.

Vividor y jugador, recaló en España en agosto de 1915, recorriendo Bilbao, Mallorca, Cartagena, Málaga, Sevilla y Cádiz. En septiembre de 1918 se instala en Barcelona en la torre nº 25 de la Rambla del Prat con su mujer, la falsa baronesa René Scalda y su amante, la “diabólica” C.J. Poco tiempo después ocuparán la Maison Meublé de la calle Santa Ana. Según Ventura Subirats (8), ofrece en Barcelona sus servicios a la Federación Patronal, prometiendo acabar con el desorden social en Barcelona a cambio de protección policial. El empresario Miró i Trempat fue el introductor del barón en la patronal. La banda empezó actuando como auxiliar de la policía (deteniendo a trabajadores conflictivos, como confidentes o agentes provocadores) y escoltando a determinados empresarios.

Espía asalariado a favor de Alemania, se le atribuye (aunque nunca se pudo confirmar) el asesinato del patrono metalúrgico Barret (nuestro Savolta), en represalia por haber fabricado gran cantidad de munición para los aliados durante la Primera Guerra Mundial. Amigo del entonces Comisario Bravo Portillo, también se le atribuye su participación en la muerte del presidente del Sindicato de obreros tintoreros Pau Sabater (El Tero) la noche del del 19 de julio de 1919 en la calle Dos de Mayo , barriada de san Martín, (el mismo barrio donde es apaleado el obrero Vicente Puentegarcía de nuestra novela). Incluso Casal Gómez refiere el nombre del sereno de guardia aquel día (Ángel García, aunque en nuestra novela se convierta en Ángel Peceira. El proceso judicial es descrito con detalle por Casal Gómez, como lo hará Mendoza también con el presunto cobro del seguro por parte de la mujer de Lepprince (el juez fue Alberto de Rueda y el fiscal Diego Medina, el mismo nombre al que dedica Mendoza el libro, casualmente). Incluso algunos periodistas (9) atribuyen a de Koenig su participación en los sabotajes contra barcos destinados a proveer de material de guerra a las tropas aliadas, como comentábamos más arriba.

Según estas informaciones, Koenig se encargaba, en colaboración con Bravo Portillo y el agente barón de Rolland de informar a los submarinos alemanes de la situación de estos barcos (Bravo Portillo fue despedido y encarcelado al descubrirse la trama (10). Tras la muerte de Bravo Portillo (septiembre 1919) en represalia por la muerte de Sabater, Koenig se convierte en dueño y señor de la Federación Patronal, inaugurando sus oficinas en la Rambla de las Flores nº 6 y haciéndose llamar “Gran detective privado”. En diciembre de 1919 forma la banda Negra y el 9 de diciembre comete un atentado frustrado en la calle Salmerón, barrio de Gracia. En documentos encontrados en su domicilio durante un registro policial realizado el 22 de diciembre de 1919, se le intervienen diversas fichas de sindicalistas del momento (Mendoza ha recogido literalmente en su novela la ficha de Glascá, que se reproduce en la página 137).

 

29.- Personajes femeninos en LVSECS.

 María Coral

María Coral es el principal personaje femenino de la obra. Es una joven acróbata y bailarina, gitana, que pese a ser muy bella no es una mujer idealizada: sus ojos grandes, oscuros, como su pelo, sumados a su delgadez y facilidad de movimientos le hacen seductora a ojos de representantes de todas las clases sociales. Representa a las clases más marginales de la sociedad de la época, los artistas nómadas que deben ceder a la humillación para subsistir; así, su trabajo con los dos forzudos ocultaba una especie de esclavitud. Se le puede atribuir un movimiento ascendente durante el desarrollo de la novela: de esos matones que la someten laboral e incluso sexualmente, pasa a ser utilizada de la misma forma por Lepprince, pero consolidando una mejora de su nivel de vida. Su matrimonio con Miranda, que funciona de tapadera de los manejos de Lepprince, servirá para fraguar una convivencia, que luego se convertirá en cariño para al final ser amor hacia su marido, con el lapso de su fuga con Max.

María Coral representa el arquetipo de la mujer hechicera o mujer fatal, de voluntad indescifrable y que parece tanto dominar los hilos del destino como a veces ser víctima de él. Es consciente de su atracción física, lo que le hace parecer fría y manipuladora cuando acepta su matrimonio con Miranda. No obstante, es una mujer pasional y entregada hasta el punto de olvidar la seguridad de su vida en los momentos en que se siente indigna, como en su intento de suicidio por la humillación a que ha sometido a su marido.

Como mujer hechicera, está varias veces cerca de la muerte: en un conato de envenenamiento por parte de Max; en el intento de suicido antes referido y en su caída por un precipicio en su fuga con Max.

Al final vemos cómo María Coral y Miranda compartirán su vida, aunque lejos de Barcelona. Finalmente María Coral se ha enamorado de Javier Miranda después de que este la haya amado en un sufrido silencio. El final de la novela, con ambos cónyuges en Nueva York, da una lectura optimista del amor como salvador de una vida en apuros, como sucedía en las novelas folletinescas.

“Misteriosa, me atrevería a decir: como la tumba de un faraón jamás hollada. Dentro puede aguardar la belleza sin límites, el arcano latente pero también la muerte, la ruina, la maldición de los siglos.” (LVSCS: 63)

 

María Rosa Savolta

La hija de la familia Savolta es una chica más bien sosa y monjil. María Rosa Savolta termina sus estudios en un internado religioso y elitista, y sigue su destino de no relacionarse con nadie de fuera de su círculo de la alta burguesía.

María Rosa es una mujer inocente y débil que es seducida por Lepprince sin que los lectores asistamos al desarrollo del cortejo. Su anuncio de compromiso es presentado por sorpresa, así como su embarazo es anunciado repentinamente. Parece que las intenciones de Rosa no cuenten demasiado y que su devenir esté escrito, tal como podía pasarle a los miembros femeninos de su clase social. Su embarazo es presentado de esta misma manera, como el cumplimiento de un destino irrenunciable.

Siempre la vemos en su ámbito doméstico, donde suele repetir ceremonias de su clase social, como las conversaciones convencionales de los festejos. Es curioso cuando su marido la quiere distraer, al percibir de ellla que ella está desestabilizándose nerviosamente, lo haga en compañía de Miranda y María Coral, lo que parece una humillación más para su esposa.

Esta tendencia al encierro y a la inactividad se confirma tras la muerte de su marido, al verse sola con un bebé y abandonándose a ella misma. Su estado de madre viuda parece que le definirá como personaje futuro, no atisbándose una salida a su situación de representante de la burguesía femenina más pasiva.

-¿Yo? Qué disparate, Neus… ¿de quién iba yo a enamorarme metida todo el día en el internado? (VSCS: 52-53)

Teresa

Es la mujer de Domingo Pajarito de Soto, el dogmatismo político del cual la somete a un abandono emocional y sentimental, lo que hace que Teresa se desespere y entre en una cierta decadencia. Su característica psicológica es la visceralidad, pues Teresa es de una autenticidad y entrega absolutas. Por ello, se refugia en Javier Miranda, amigo de su marido, que empieza siendo su paño de lágrimas y un amigo para Teresa, pero con quién acaba teniendo una relación extramatrimonial que se inicia a iniciativa de la propia Teresa. Después, también por decisión suya, se marchará con su hijo sin dar ninguna explicación ante la muerte de su marido. Podríamos decir que Teresa representa a la mayoría de mujeres de la época: sometida a la voluntad de su marido y viéndose reprimida la mayor parte del tiempo, sin una válvula de escape para si situación.

Es de destacar que aunque Teresa representa este papel pasivo, es quien posee la carta que durante toda la novela preocupa a Lepprince y que habiá escrito su marido dirigida a Miranda. Esta carta, auténtico mcguffin de la novela, está en sus manos sin que ella sea nunca consciente de su valor y es generadora de muertes inútiles a centenares de kilómetros de su poseedora.

“Oí una voz en la que reconocí a Teresa, una Teresa nueva, que me decía que me amaba, que la llevase conmigo, lejos de aquella casa, lejos de Barcelona, que por mí abandonaría a su marido y a su hijo, que sería mi esclava.”(LVSCS: 84).

Doloretas 

Realiza una descripción de este personaje a partir de sus apariciones en en cap. V de la I parte y en el VIII de la II parte.

28. La diversidad de puntos de vista en LVSECS. El pastiche de géneros.

El perspectivismo de LVSECS

El narrador principal de la novela es Javier Miranda, que nos transmite gran parte de los hechos de la novela en primera persona, aunque no es este el único punto de vista desde el que accedemos a los hechos. A medida que avanza la lectura hay escenas en estilo directo (como el interrogatorio entre el Juez Davidson y Javier Miranda, página 20-21y otras en 3ª persona omnisciente (“Cortabanyes jadeaba sin cesar. Era muy gordo”). Otra variación narrativa importante la novela son los diferentes puntos de vista que aparecen en la obra y que están introducidos mediante documentos que no son puestos ante los ojos, como por ejemplo: los escritos de Pajarito de Soto, las cartas del comisario Totorno, el affidávit de Vázquez… 

En la primera parte de la novela domina la fragmentación de la historia, el montaje caleidoscópico y la presentación repentina de personajes y hechos. Aparecen también largas secuencias sin puntos y aparte (capítulo II), en las que los hechos se presentan ordenados. En los últimos capítulos domina un relato ágil y de ritmo rápido. En esa primera parte, tenemos:

-Artículo periodístico del 6-XII-1917 publicado en La Voz de la Justicia de Barcelona y    firmado por Pajarito de Soto.

-Notas taquigráficas de la Declaración de Javier Miranda el 10-I-1927 ante un juez de   Nueva York.

-Narrador omnisciente en tercera persona (fiesta de Fin de año en casa de los Savolta)

-Narrador en primera persona. Es Javier Miranda quien desde la distancia recuerda los              hechos acaecidos.

-Affidávit (documento que da fe) del comisario de policía Alejandro Vázquez (que       también murió asesinado poco después de que Javier Miranda abandonase España para          ir a EEUU) ante el cónsul de EE.UU, en 1926.

-Las cartas del sargento Totorno al comisario Vázquez, destinado en África.

 

Por tanto, la novela recoge la técnica perspectivista, que consiste en dividir la trama en fragmentos, expuestos además según puntos de vista diferentes, rompiendo así la coherencia narrativa propia de las novelas clásicas. Además, en esta presentación se desordena el orden temporal de la trama, convirtiéndola en un caleidoscopio. Esta manera de narrar tiene la ventaja de provocar engaños al lector, que acaba dudando de la fiabilidad de su lectura para conocer la realidad: por ejemplo, cuando sabemos que el personaje de clase alta que acudió a hablar con Nemesio Cabra a uno de los tugurios que este frecuentaba no fue Lepprince, sino Pere Parells.

Ejemplos de este tipo de narrativa durante la historia literaria del siglo XX pueden ser Manhattan Transfer, de John Dos Passos (1925), o en la literatura española, La colmena de Camilo José Cela (1955). En estas novelas asistimos a las historias cruzadas de un carrusel de personajes. Las acciones son descritas desde diferentes puntos de vista según el personaje que está focalizando y eso nos hace percibir el relativismo de la realidad; por ejemplo, María Coral es un personaje desvalido para Javier o una víbora para la dueña del local donde trabaja.

27.- La estructura y la técnica narrativa de LVSECS.

LVSECS se divide en dos partes de 5 y 10 capítulos respectivamente; a su vez, los capítulos se componen, salvo excepción, de varías secuencias. Así pues, se utilizan tanto los capítulos largos propios de la novela tradicional como la fragmentación propia de la novela actual. Esa combinación de tradición y modernidad se observa más claramente en la estructura interna de la obra.

Considerada en su conjunto, la novela recoge una serie de recuerdos del protagonista, JAvier Miranda, surgidos con ocasión de un pleito judicial muy posterior a los hechos recordados. Sin embargo, como las razones de ese pleito no aparecen hasta la antepenúltima página, las primeras impresiones del lector son de sorpresa, de desconcierto. A ello se añade la presentación sincopada de la historia, los múltiples puntos que permanecen oscuros -a veces, hasta el final-. Y así, la obra se nos presenta, en buena parte, como una «novela enigma», estructura claramente emparentada con la de la novela policíaca.

Si pasamos a examinar el desarrollo de la historia y los diversos materiales que intervienen en su construcción, pueden distinguirse en La verdad sobre el caso Savolta tres partes o bloques de capítulos de complejidad decreciente. Veámoslo.

a) Los capítulos 1-V (Primera parte) presentan la máxima complejidad. En ellos encontramos materiales heterogéneos: fragmentos de un interrogatorio judicial, textos periodísticos, documentos, cartas… Y entrelazados con todo ello, van surgiendo los recuerdos del protagonista, pero de forma muy inconexa, a retazos dispersos o en «flashes» rápidos. Estamos asistiendo -sin previo aviso- a los caprichosos mecanismos de una memoria. A principios del capítulo IV, el autor justificará astutamente su proceder, al poner en boca del protagonista estas palabras: «Los recuerdos de aquella época, por acción del tiempo, se han uniformado y convertido en detalles de un solo cuadro […] Las imágenes se mezclan, felices y luctuosas, en un plano único y sin relieve.» A ello corresponde -punto importante- el desorden cronológico. Y, por otra parte, estos capítulos ofrecerán buenas muestras de procedimientos que vimos en el capítulo anterior: la técnica caleidoscópica, el laberinto, los cambios del punto de vista, etc. En suma, la libertad y audacia constructiva hace que esta parte se nos presente como un rompecabezas. Pero sus piezas irán encajando perfectamente: el lector debe entrar en el juego, debe ser cómplice del autor. Y es un juego apasionante y placentero.

b) Los capítulos I-V de la Segunda parte ofrecen menor complejidad. Sin embargo, siguen alternando varias líneas narrativas y se conserva el desorden cronológico. En efecto, por una parte continúa la historia en el año siguiente (1918); pero, por otra, se retrocede a fines de 1917, para asistir -desde el punto de vista de Nemesio- a algunos de los acontecimientos ya narrados en la primera parte. Y el relato va saltando libremente de una época a otra.

c) En fin, en los cinco últimos capítulos (VI-X), el relato se desarrolla con una máxima sencillez: hay un solo hilo argumental, contado linealmente y de acuerdo con patrones narrativos tradicionales, sometidos a un hábil pastiche.

 

En resumen, la estructura de LVSECS supone un gradual deslizamiento desde las formas más complejas de la narrativa de la novela experimental hasta las formas más tradicionales de las novelas que incluyen un narrador omnisciente. Se une así el placer de lo nuevo y de lo viejo. Y el autor ha buscado, como decimos, la complicidad del lector en diversos niveles.

 

Ya conocemos la importancia que se otorga en la novela a la posición del narrador, al punto de vista y a las personas narrativas. LVSECS es buena muestra de ello. Parte de la obra aparece escrita en primera persona por Javier Miranda (punto de vista del narrador-protagonista). junto a ello, hay pasajes contados en tercera persona. Sin embargo, ello es, a veces, engañoso. Así, las dos fiestas a las que asistimos: aunque se comienzan a contar en tercera persona, el protagonista estaba presente en ambas y es él quien las evoca. De este modo, aparece subrepticiamente el narrador omnisciente. En fin, este narrador omnisciente es ya el que cuenta la historia de Nemesio Cabra; pues, aunque Javier la conocerá por las revelaciones del comisario Vázquez, es evidente que no podía contarla con todos sus detalles, tal y como la leemos.

 

Por otra parte, los materiales de tipo documental, a que hemos aludido, introducen otros «puntos de vista»: el de Pajarito de Soto, el del comisario, etc. Así, muchos hechos aparecen iluminados desde diversos enfoques. Por ello, puede hablarse, con toda propiedad, de Perspectivismo. No hará falta insistir en la sabiduría técnica que todo ello revela en el utor.

 

Son diversas las técnicas de narración utilizadas por Eduardo Mendoza. En la Primera parte, como apuntamos, domina la fragmentación de la historia, el montaje «caleidoscópico» y la presentación abrupta -sin aclaración- de personajes o hechos. Pero ello puede alternar con una larga secuencia sin puntos y aparte (cap. 11), en que los hechos se presentan perfectamente hilvanados. Y en los últimos capítulos, encontramos un relato ágil y de ritmo rápido. Indudablemente, esta variación se explica, en buena parte, por la consciente imitación de diversos modelos narrativos, cuestión que completaremos en el epígrafe siguiente.

El retrato no se prodiga en la obra, pero los hay admirables: el de Cortabanyes (página 23), el de Pajarito de Soto (pág. 79), el de diversos personajes secundarios… Paradójicamente, no encontraremos retratos de los personajes principales: no sabemos cómo son físicamente Javier o Lepprince; de María Coral, sólo conocemos la intensa impresión que produce su belleza. Y sin embargo, ya hemos visto hasta qué punto son figuras vivísimas.

Mucho mayor es el lugar otorgado a las descripciones o pinturas de ambientes. Es imborrable la impresión que nos producen, por ejemplo, el cabaret (págs. 39-40, etcétera), el salón de baile popular (pág. 48), la casa de Pajarito de Soto (pág. 79), el Barrio Chino (pág. 199) o la pensión miserable (págs. 223 6 243); y, como contraste, la elegancia de la casa de Lepprince (por ejemplo, pág. 201) o el balneario (pág. 315). A las cualidades ya señaladas del autor, habrá que añadir, pues, la capacidad de hacernos vivir intensamente en las atmósferas más variadas.

El diálogo abunda en la novela. Hay secuencias constituidas casi exclusivamente por conversaciones: así, las fiestas mundanas con su cháchara intrascendente junto a diálogos muy «literaturizados», se hallarán otros que fluyen con absoluta naturalidad. Si se comparan las conversaciones entre amigos, en las tabernas, en el círculo anarquista, etc., se observará la diversidad de tonos y estilos a que luego aludiremos.-

26.- La parodia de los géneros en LVSECS.

La obra de Eduardo Mendoza se ha sido caracterizada como representante de la época artística aún vigente: la Postmodernidad. Si bien es difícil aportar los rasgos definitorios de este período artístico, varios de ellos aparecen en LVSECS: la falta de confianza en explicaciones o ideologías globales, la mezcla de géneros, la intertextualidad y el uso de la parodia como contenido narrativo. En este sentido, la crítica ha reconocido como uno de los méritos de la obra primera de Mendoza su capacidad de romper de forma irónica las expectativas de algunos géneros de la literatura popular que cualquier lector medio podía conocer.

El pastiche es una técnica utilizada en literatura y otras artes, consistente en la imitación de diversos estilos de expresión. Esta técnica fue una más en que la novela de Eduardo Mendoza fue una obra pionera en la literatura en castellano. Aunque muchas veces era un recurso adecuado para producir la parodia, no siempre es así en el caso de Eduardo Mendoza.

Así, el género más parodiado en LVSECS destaca sobre todo la novela policíaca. En ella, debe aparecer un crimen como motivo central para la posterior investigación (el de Savolta), pero aquí se encadena con otros asesinatos en relación a los cuales no queda clara su importancia central (los de Pajarito de Soto, Parells, Claudedeu…). También se altera irónicamente expectativa del lector al hacer que el supuesto malvado (Lepprince) no reciba castigo por parte de las fuerzas de la ley, sino que muera en un oscuro suicidio. Del mismo género podemos destacar otros ingredientes como la presencia de enigmas (la carta acusatoria hacia Lepprince, un falso macguffin ), las sospechas y falsas pistas (como las intenciones ocultas de Nemesio al intentar averiguar él quién mató a Savolta para salvarse de sus compañeros anarquistas, que luego no le sirven para evitar un mal desenlace). También, el hecho de que el aparatoso interrogatorio del juez Davidson sea realizado por un motivo mucho menor que el resolver los crímenes narrados en la novela insiste en el carácter paródico de esta: la demanda para lograr una idemnización.

Otro de los géneros novelescos sometido a pastiche que destacan es la novela de folletín del siglo XIX, que consistía en una serie fascículos melodramáticos que se ofrecían al público por entregas para mantener la atención y emocionar a los lectores con historias de amor y desventuras de personajes desvalidos, del tipo de las de Charles Dickens. Elementos del mismo son las escenas de los bajos fondos (el cabaret, las tabernas, los círculos de conspiradores o del hampa en el barrio chino), la peripecia sentimental, que a veces raya con la novela rosa (la historia de María Coral, su origen oscuro, sus amoríos con el hombre rico y su boda con el humilde después de su tiempo en compañía de los peligrosos forzudos, sus misteriosas enfermedades y fugas, su intento de suicidio…). En este caso, nunca sabemos si María es una pobre desvalida o una mujer fatal que controla su destino, así como a Miranda. También son propios de este género los misterios y enredos, las inesperadas apariciones y desapariciones de personajes, que como en el caso de Nemesio, engañana tanto a los personajes como al lector.

Es reseñable que también se han encontrado en LVSECS algunos elementos de la novela picaresca, que Mendoza conocía bien. La figura de Miranda es el reverso del pícaro, pues su papel pasivo y su falta de entendimiento lo hace ser utilizado constantemente por Lepprince para atraer a Pajarito a la empresa, así como para contraer un matrimonio-tapadera con su secreta amante, María Coral. La novela también finaliza, como el Lazarillo, con el antipícaro casado unos años más tarde de los hechos centrales de la narración, aunque en este caso no parece haber llegado, como Lázaro de Tormes, a ninguna conclusión moral válida, haciendo honor a su constante pasividad y falta de espíritu.

Otros géneros de la literatura popular habitan tras LVSECS: la novela de espionaje (con la figura de Max) o la novela negra americana de un Raimond  Chandler, por ejemplo (así, ciertos aspectos de la persecución de María Coral y Max por Javier).A veces, se desemboca incluso en la novela rosa», como en ciertos diálogos amorosos con el protagonista, etc.

25.- Los espacios reales y simbólicos de la novela. El marco histórico y las clases sociales en LVSECS.

ESPACIOS REALES Y SIMBÓLICOS DE LA NOVELA.

La novela contiene una exhaustiva presencia de diversos espacios reales de la Barcelona de inicios del siglo XX: pero además,muchos de estos espacios actúan como cronotopos, es decir, definen psicológicamente a sus habitantes y reflejan los grupos sociales a los que pertenecen.

Así, la zona alta (Sarriá, Sant Gervasi…) es lugar de acogida de la burguesía instalada en la comodidad y el lujo, muchas veces con origen en la explotación obrera. Los hijos de esta burguesía (como María Rosa Savolta) nunca salían de esta misma zona de la ciudad, donde parecían destinados a perpetuar el modelo familiar. En estos lugares existen las casa-torre como la de la familia Savolta, donde se desarrollan veladas sociales en que reina la superficialidad envuelta de formas elegantes. Los lugares de ocio de esta clase son también coto cerrado: el teatro del Liceu, donde habían irrumpido violentamente las reivindicaciones obreras en la forma del atentado que arrancó parte de la mano a Nicolás Claudedeu, y el casino, lugar de esparcimiento y confidencias, en que se murmuran secretos, como la petición de Lepprince a Miranda de que se case con María Coral.

Los asalariados pueblan el centro de Barcelona: el despacho de Cortabanyes y el primer domicilio de Lepprince están en los aledaños de la Plaza de Catalunya, lugar también donde se produce el conato de enfrentamiento social que presencia Pajarito de Soto en el inicio de la novela. Es de señalar que cuando alguno de estos personajes consigue medrar, esto es reflejado con un movimiento geográfico cargado de significado, como el traslado de Lepprince a la mansión familiar de los Savolta una vez consumado su matrimonio con María Rosa, o el efímero traslado de María Coral a casa de Lepprince a inicio de la novela.

Las clases marginales ocupan la parte más baja de la ciudad en paralelo a su status social: la taberna de Pepín Matacríos (hábitat natural de personajes como Nemesio) y el cabaret donde actúa María Coral están al sur de la ciudad, en los barrios de difícil acceso para las autoridades. Cuando personajes de la burguesía frecuentan estos espacios, suelen hacerlo sin desvelar su identidad, como Pere Parells en la taberna, o Lepprince, en su rescate de María Coral en la pensión en que se hospedaba. Es destacable también que un lugar como la fábrica Savolta estuviese fuera del núcleo urbano barcelonés, subrayando así lo apartado y difícil de controlar de la actividad que en ella se desarrollaba.

En este sentido, este simbolismo de muchos de los espacios geográficos donde transcurre la acción de la novela enriquece su lectura como documento social.

Los obreros y las personas al margen del sistema frecuentan las zonas bajas de Barcelona (el Barrio chino, etc), lugares de negocios oscuros y zona de expansión de las ideas anarquistas (la taberna de Pepín Matacríos). Allí prosperaban negocios turbios que no debían salir a la luz, como la contratación de los dos forzudos por parte de Lepprince en un oscuro tugurio del Barrio chino.

TIEMPO EXTERNO.

La novela refleja de forma realista el momento histórico en qué se encontraba la ciudad: crisis económica y crisis social propia de la segunda década del siglo XX, que coexistía con el enriquecimiento de la alta burguesía. Es la época de la extensión del anarquismo en las zonas industriales de Catalunya, cuando proliferaron algunos  atentados terroristas, también por parte de los burgueses que combatían de la misma manera a la oposición obrera. Por eso, en la novela se ilustra el gran contraste entre el lujo de la burguesía (las fiestas, las mansiones de Sarriá…) y la miseria del proletariado industrial (los cabarets del barrio chino, los miserables pisos, las pensiones…

La neutralidad de España en la I Guerra mundial (1914-18) hizo que la empresa funcionase muy bien al principio (1917), debido a la gran cantidad de armamento que vendía para la Guerra Mundial, tanto a los aliados como a los enemigos, actuando con doblez, igual que Lepprince. Cuando la guerra llegaba a su fin (1919), la empresa sufrió una gran caída de ventas y de beneficios ya que había perdido a sus clientes. El estímulo de la Guerra mundial se aprecia en la novela en personajes como Max (el espía alemán Viktor Pratz), encargado de mantener una ruta de contrabando comercial con Alemania.

La acción de la obra se sitúa entre 1917 y 1919, aunque el juicio de Javier Miranda se realice en Nueva York diez años más tarde. La situación política del momento es la propia de la época de la Restauración, período de formas democráticas en que se alternaba en el poder los conservadores y liberales, ambos partidos sustentados en una corrupción institucionalizada. En este momento, la situación social era conflictiva y estaba preludiando la futura dictadura de Primo de Rivera (1020-1930): “A decir verdad, la situación del país en aquel año de 1929 era la peor por la que habíamos atravesado jamás: las fábricas cerraban, el paro aumentaba…”

CLASES SOCIALES.

La alta burguesía aparece en la novela en personajes como Savolta, Parells, Claudedeu (los tres propietarios de la empresa Savolta vivían en el barrio de Sarriá, es decir, en la parte alta), y sobre todo Lepprince, que representa la figura de una persona con ambición para hacer dinero ya que todos sus movimientos son para acabar siendo el dueño de la fábrica Savolta y luego el futuro alcalde de la ciudad. El ocio de esta clase social también estaba delimitado, con el Liceo como su principal lugar de asueto.

Por lo que se refiere a los asalariados, estos se encarnan en personajes como Javier Miranda, una marioneta manejada por Lepprince, que no tiene ambición y se conforma con lo poco que va obteniendo, siempre por voluntad ajena. Los otros empleados del abogado Cortabanyes, Serramadriles y Doloretas, realizan el papel de probos empleados que no contestan el orden establecido y se limitan a un cumplimiento sin contestación de sus obligaciones, que no excluyen algunos desplantes por parte de su jefe. “Barcelona era una ciudad de amplio desarrollo industrial y comercial. A diario llegaban personas de otros puntos en busca de trabajo. Al igual que sucede con Nueva York.” Personajes idealistas pueblan también esta precaria clase media, como Domingo Pajarito de Soto, quien paga con su vida el tener aquello a que renuncian Serramadriles, Doloretas y Miranda: su aspiración a cambiar el orden social.

La clase baja barcelonesa está reflejada en varios personajes: María Coral, una joven mujer fatal con ambición de salir de la pobreza, pero con instintos autodestructivos que solo son superados al final de la novela, gracias al amor sincero que recibe de Miranda. También, en Nemesio Cabra, un vagabundo que sabe más de lo que cree la gente. Ambos viven en barrios pobres de Barcelona, como son el barrio Chino o el Raval. Otros personajes de  la marginalidad barcelonesa pueblan la novela, siempre recluidos en sus cronotopos (las prostitutas del Barrio chino), los borrachos noctámbulos… La imposibilidad de prosperar define a estos personajes.

El orden social es puesto en cuestión por los personajes que encarnan esta ideología. Pajarito de Soto muestra a Miranda la trastienda de una librería donde un intelectual, el mestre Roca, transmite las nuevas ideas, de forma clandestina, a los obreros interesados en cultivar una esperanza de cambio. Un grupo de combatientes anarquistas planea sus acciones también de forma secreta en recónditos lugares del Raval. Terroristas anarquistas como Lucas el Ciego acuden a Barcelona a llevar a cabo atentados, tras haber sucedido ya el famoso del Liceo, que en la novela le costó la mano a Claudedeu.

La introducción de estas nuevas ideas en las clases populares fue el germen de huelgas obreras como la que da inicio a LVSECS. La novela deja patente que el anarquismo fue duramente reprimido por el poder político, económico y policial: todos los personajes ants citados fueron represaliados, a veces por causas falsas. Los anarquistas eran también usados como chivos expiatorios por elementos del orden burgués (Lepprince) que buscaban una cabeza de turco a quien culpar de sus propios actos violentos, como el asesinato de Pajarito de Soto.