GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Por Sílvia Gibert Bernat.
En este viaje por la literatura española iremos desde Garcilaso y San Juan de la Cruz, hasta la poesía de Bécquer. Será un estudio intertextual en el que analizaremos las diversas fuentes que conectan la obra de Bécquer con la tradición clásica española y con la modernidad.
La obra de Bécquer, como la de todos los autores, tiene que encuadrarse en su contexto literario: el Romanticismo. A partir de aquí estudiaremos los temas habituales de su poesía y sus innovaciones formales. Aunque lo que más nos interesará destacar es la figura de Bécquer como precursor de la lírica moderna y resaltar su concepción de la poesía como conocimiento.
En algunas Rimas, como ya veremos, habla de la poesía, y en este sentido es precursor de la modernidad, de las ideas que tenían los modernistas y el siglo XX sobre la poesía. En la Rima I Bécquer se refiere a las limitaciones del lenguaje humano para expresar la grandeza de la poesía. El idioma es “rebelde”, insuficiente, para sugerir siquiera los valores de su emoción poética. El artista romántico observa la insuficiencia del lenguaje, porque éste es abstracto y la palabra resulta insuficiente para expresar lo que necesita el poeta; de ahí el uso de la imagen poética como recurso necesario ante las limitaciones del lenguaje.
Pero además Bécquer quiere huir del lenguaje lógico y racional, y dotar a éste de nuevas cualidades que expresen los valores de su emoción poética (“suspiros y risas, colores y notas”). Esta identificación de la poesía con la pintura y la música será una de las características principales de la poesía modernista. Bécquer califica a la poesía de inefable, y con esta contradicción el poeta expresa la imposibilidad de reflejar lo que siente, un concepto parecido al de San Juan de la Cruz.
Gran parte de los poetas posteriores parten de esta concepción de la poesía como “conocimiento”; pensemos en el concepto de “poesía pura” de Juan Ramón Jiménez y en la mayor parte de la producción poética de la Generación del 27, en la promoción de los 60…
Juan Ramón también tenía un concepto romántico o simbolista de la poesía; para él la poesía existía antes que el poeta y éste la recogía. Algunos estudiosos piensan que es mejor hablar de poesía desnuda, una poesía esencial, porque el concepto de poesía pura puede confundirse con la idea que tenía Paul Valéry, una poesía concebida como mero juego verbal.
El problema para Bécquer es el mismo que para los poetas posteriores, los modernistas. Para que las ideas que están en el interior del poeta tomen forma hay que enfrentarse al problema de la palabra. Porque para Bécquer, como para Juan Ramón o para Aleixandre, la palabra es insuficiente, no está a la altura de los pensamientos del autor y no puede expresar todo lo que el poeta quiere y siente en este momento. Estos poetas pretende someter la palabra a un proceso de “depuración” o de “elaboración superior” para que diga lo que el escritor quiere transmitir; de ahí que las palabras ya no sean simples palabras, sino realidades portadoras de vivencias, sentimientos y sugerencias. Poesía sugeridora, poesía inefable, poesía desnuda, poesía como medio de conocimiento de la realidad íntima del poeta y de la realidad que lo circunda.
Pero el trauma de Bécquer es que intuye el camino pero no puede conseguir su realización plena; la poesía posterior se encargará de hacerlo. De ahí que la única posibilidad que le quede al poeta es emitir sus ideas para un único receptor; la mujer (“Poesía…eres tú”). El sentimiento amoroso, también inefable para nuestro autor, es el único asidero y modo supremo de conocimiento; como lo será para Salinas, Cernuda o Aleixandre. Aunque estos sí tendrán la satisfacción de haber convertido en realidad formal lo que el poeta sevillano sólo pudo intuir.
Esta crisis del lenguaje, pieza fundamental de la poesía de Bécquer, también será esencial en la poesía del siglo XX. Tras el realismo-naturalismo aparece una crítica a la sociedad burguesa que ha menospreciado este tesoro: la palabra. El burgués ha degradado el lenguaje al valor del dinero. Esta pobreza de la palabra la intentarán superar los simbolistas (Verlaine y Baudelaire), Mallarmé y los decadentistas.
El simbolismo, poética que inicia Baudelaire creía que detrás de las apariencias existe otro mundo más real o completo que están unidos entre sí. El poeta deberá acceder, a través de las brechas de lo real, a este otro mundo. Fundamental es la Sinestesia en las Correspondencias de Baudelaire. El parnasianismo realizará una tarea más técnica, la creación poética se ve como una tarea más escultórica (Salvador Rueda).
Juan Ramón Jiménez será el maestro para la Generación del 27, porque él representa la obra en marcha: el poeta es su obra, el poeta se derrama en su poesía. También Unamuno decía “este libro soy yo”.
Hemos hablado de simbolismo, una escuela inmediatamente posterior a Bécquer, pero es que cuando se habla de nuestro poeta sevillano siempre se habla de su postromanticismo y quizás sea más simbolista que postromántico. Bécquer ya intuía aquella otra realidad que se esconde tras la realidad visible y además lo hacía con un tono menor, el tono de la modernidad. En la Rima IV el poeta habla de que la poesía existe con independencia de que haya o no poetas capaces de convertirla en verso: “podrá no haber poetas pero siempre/ habrá poesía”. Y en la Rima VII: Del salón en el ángulo oscuro, Bécquer habla del genio dormido en el alma que espera y necesita la voz de la inspiración o del amor.
Pero el poeta romántico o simbolista se asoma, percibe cosas, a través de una verja… no quiere ser como el científico, ostentar el conocimiento. El poeta idea un modo de conocimiento alternativo al científico: suspiros, luces, arboledas sombrías, murmullos… Siempre a través de la bruma, la niebla. El simbolismo trabaja con sugerencias.
Es evidente la conexión entre Baudelaire y Verlaine (Simbolismo), y Bécquer y Heine (Romanticismo). Este último recuperó la balada alemana; a través de recursos mínimos hizo unos poemas que emocionaban. También Bécquer recuperó los recursos de la poesía popular y, posteriormente, Juan Ramón Jiménez en su poesía desnuda para que la palabra no enmascarara la esencia de su verdad, recurrió a la poesía popular.
Bécquer decía que había dos poesías: -la grandilocuente y -la sencilla, breve, que brota del alma. Esta poética es la que tomará J.R.J en su poesía pura, sencilla. Para este autor, al igual que para Bécquer poesía es expresión de lo inefable (como la música), de una manera casi mística. Poesía es la esencia de lo absoluto: Dios, Verdad, Belleza y Amor. Machado los llamó los universales del sentimiento. La forma comunicante puede cambiar pero la poesía es inmutable. El poeta es un mediador. Juan Ramón Jiménez creía que el poeta actuaba como un Dios porque al nombrar creaba su mundo. Nombrar es crear. Esta confianza en el poder de la palabra es un influjo del romanticismo de Hegel, el poeta es un ser privilegiado cuando descubre y verbaliza la realidad.
Bécquer es el padre de la modernidad, junto al simbolismo francés. Y es inevitable relacionar la figura de San Juan de la Cruz en esta visión mística de la poesía, además Bécquer será el puente para llegar a Juan Ramón y a los escritores modernistas y vanguardistas (Lorca, Neruda..)
Después de introducir este enfoque de la poesía como conocimiento, sobre el que basaremos nuestro estudio de Bécquer sólo mencionar sus aciertos expresivos en el plano formal; su afición por los procedimientos de la poesía tradicional y popular; la utilización de la rima asonante y del romance, y el empleo del paralelismo. Por otra parte, la mezcla de versos de distintas medidas preludiará las innovaciones formales de la poesía modernista.
También hablaremos de los valores estilísticos de su poesía como en la Rima XLI :Tú eras el huracán y yo la alta / torre que desafía su poder, donde los elementos de la naturaleza son imágenes metafóricas del poeta y la amada, pero es en la Rima LII ,Olas gigantes que os rompéis bramando, donde estos elementos de la naturaleza adquieren fuerza y el poeta los invoca para que lo destruyan y acaben con su dolor :¡llevadme con vosotras!.
Es interesante relacionar los paralelismos de Bécquer con la poesía de Rosalía de Castro; la poesía de ambos coincide en ser intimista y en intentar nuevas formas de expresión poética, orientándose además hacia innovaciones métricas. Por este motivo se ha considerado a ambos como precursores de los poetas del siglo XX. Aunque la poesía de Rosalía no es idéntica a la del poeta andaluz, su temática es más amplia -filosófica, existencial y social-, y su expresión es más dura, podemos relacionar algunos de sus temas fundamentales.
Uno de estos temas es la sensación de soledad y muerte que se desprende de algunos de sus poemas. En el poema VII de En las orillas del Sar (Rosalía) y la Rima LXV (Bécquer).
YA QUE DE LA ESPERANZA PARA LA VIDA MÍA
triste y descolorido ha llegado el ocaso,
a mi morada obscura, desmantelada y fría
tornemos paso a paso,
porque con su alegría no aumente mi amargura
la blanca luz del día.
Contenta el negro nido busca el ave agorera,
bien reposa la fiera en el antro escondido,
en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido,
y mi alma en su desierto.
(Rosalía)
LXV
LLEGÓ LA NOCHE Y NO ENCONTRÉ UN ASILO
¡y tuve sed!…..mis lágrimas bebí;
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
Cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre….¡El mundo estaba
desierto…para mí!
En este sentido, en el de la angustia existencial se podrían comentar la Rima LXVI ¿De dónde vengo? ,y la Rima II Saeta que voladora.
Algunos poemas de Bécquer nos conducen a los símbolos de Machado: el agua, la fuente, como símbolos del fluir de la vida.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar.
Gota de agua monótona que cae
Y cae sin cesar
Bécquer.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente….La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
A. Machado.
Otras similitudes con Rosalía y Machado se refieren al sufrimiento del poeta: ¡Amargo es el dolor; pero siquiera/ padecer es vivir! (Bécquer) ,o Una vez tuve un clavo/ clavado en el corazón (Rosalía), y en Machado: Aguda espina dorada,/ quién te pudiera sentir/ en el corazón clavada.
De todos los temas becquerianos quizás el más importante por su trascendencia en la poesía del siglo XX sea el del “sueño”. El mundo poético de Bécquer está formado por elementos de la realidad objetiva y por su fantasía. En la Rima LXXV encontramos esta fusión de realidad-sueño:
Yo no sé si este mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros:
pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco.
Para los poetas románticos “vivir es soñar”. También Machado hará del sueño uno de los temas fundamentales de su poesía. Machado, más que vivir o recordar su vida, la sueña: Yo voy soñando caminos/ de la tarde…
Además de estas relaciones con Rosalía y Machado, que sirven para subrayar el carácter innovador de estos poetas postrománticos, nos detendremos en lo que significa el sueño para Bécquer. Para Bécquer el espíritu, mediante el sueño, se libera de la realidad corporal. La ascensión del espíritu desde la “cárcel” hasta la región donde los lazos terrenales rotos,/ breves horas habita de la idea, que nos recuerda la Noche oscura del alma, de San Juan de la Cruz. El proceso es el mismo.
Comentaremos la relación entre el lenguaje de la poesía mística de San Juan de la Cruz y esta poesía inefable y sugeridora de la que hemos hablado en este trabajo. San Juan de la Cruz piensa que los autores inspirados reciben misterios, más que razonamientos, así que pretende dejar a las palabras toda su amplitud, y que cada uno las aproveche según la riqueza de su espíritu. Esto significaba un giro radical en la poesía de la época porque significaba invertir la relación histórica del lector con el poema; ahora gozar de la poesía ya no significa sólo entenderla. Dice San Juan: “La sabiduría mística… de que las presentes canciones tratan, no ha menester….entenderse para hacer efecto de amor…en el alma”. Como podemos ver la poesía de San Juan se acerca extraordinariamente a la poesía del siglo XX. De este modo, la poesía inefable de la experiencia mística precisa de los símbolos para explicarse.
San Juan también utilizará, como Bécquer, recursos de la poesía tradicional de los cancioneros: la antítesis, la paradoja y el juego de palabras, junto a recursos renacentistas más sensuales como la aliteración. Del mismo modo utiliza metros tradicionales en octosílabo como el romance y la canción; junto a la lira, combinación de endecasílabos y heptasílabos.
Una influencia significativa respecto a la poesía posterior sería el tono menor de su poesía. San Juan había aprendido de Garcilaso a expresar sus sentimientos en un tono casi confidencial, y en unos términos en los que los sentimientos nos llegan con una naturalidad tierna y sincera. Y es que la influencia de Garcilaso, el padre de la lírica, es incuestionable en este viaje por la lírica española. El Renacimiento también nos ofrece un cambio en el ritmo poético, el encabalgamiento, esto hace que al terminar la frase más allá de la rima final del verso la rima quede más suavizada. En la Rima II, Saeta que voladora, el encabalgamiento suave separa los versos de forma paralela, junto a un paralelismo y una rima asonante, propios de la poesía popular. El Renacimiento utilizaba preferentemente el verso de once sílabas, y en cambio, en Bécquer observaremos el de 10 sílabas combinado con el de 6, (combinación métrica truncada) como en la Rima VII, Del salón en el ángulo oscuro., con tres golpes acentuales en la 3ª,6ª y 9ª. Sin embargo en otras rimas también tiene predilección por el verso de 11 sílabas. Y finalmente mencionar que aunque el Renacimiento no empleaba rimas agudas para que esta suavidad del verso fuera más palpable, Bécquer sí recurrirá a estas rimas como signo de sus arrebatos poéticos.
Otra de las características más importantes del Renacimiento es la búsqueda de la autenticidad en todos los órdenes de la vida. También en la poesía. El poeta desea comunicar sus verdaderos sentimientos, y para ello necesita un verso que se ajuste a sus sentimientos. El fondo y la forma son indisociables. Autenticidad que vemos en la obra de Garcilaso inseparable de su biografía, como en el caso de Bécquer y de la modernidad.
Finalmente comentar que Garcilaso, Bécquer y la poesía de la modernidad son los creadores de la palabra lírica como la expresión del “yo” del poeta, que volca sus emociones y sueños, dirigidos a un “tú”, un interlocutor poético (persona, objeto o elemento del paisaje). Este “tú” es la causa de su estado de ánimo o un confidente con el que comparte sus sentimientos. Sólo recordar el Por ti el silencio de la selva umbrosa,/ por ti la esquividad y apartamiento/ del solitario monte me agradaba, y compararlo con los versos de Bécquer con el continuo contraste entre el tu y el yo poético; o los de Salinas Por ti he aprendido…
LA INFLUENCIA DE BÉCQUER EN LA POESÍA ACTUAL
A partir de los años 30 todo se politiza, se plantea la posibilidad o no de escribir poesía a partir de Austzwisch. En España además el compromiso entronca con nuestro realismo y se identifica con la retórica realista y social. Una poesía basada en la idea de que tiene que comunicar ideas (poéticas realistas de los años 40 y 50). Aunque el compromiso con el hombre debería ser algo más que un compromiso político, pero estas ideas resultaron un poco simplistas debido a las circunstancias políticas. Por lo tanto la poesía existencial pasará a ser una poesía social.
Hubo un importante debate:
-La poesía como comunicación, la poesía debe comunicar ideas, o
-La poesía como conocimiento. En la poesía como conocimiento la poesía añade algo al mundo, como la ciencia o la filosofía, con una fusión entre fondo y forma. (Bécquer y Juan Ramón).
En los años 50 el compromiso (poesía social) y el conocimiento es todavía tema de debate.
Para muchos, a partir de los años 30, Machado pasa a ser el maestro de la poesía social y reemplazará la labor de J.R.J en los inicios de la modernidad. Pero estamos ante una lectura sesgada de Machado porque también fue un gran simbolista.
Los novísimos criticarán esta poesía social, en una línea más cercana al aristocratismo de J.R.J. como actitud vital del poeta aunque con diferencias, pues niegan la trascendencia inmanente de la poesía.
En el siglo XX nos encontramos dos grandes líneas poéticas, en España y en Europa:
-
1- La línea de la experiencia- realista.
-
2- La poesía metafísica- Juan Ramón Jiménez. Heiddeger será el teórico principal de esta poesía metafísica. Poesía próxima a una lírica romántico-simbolista (introspectiva).
ESTUDIO DE LA OBRA DE BÉCQUER
Lecturas obligatorias:
Lengua castellana y literatura 2008-2010
1. Gustavo A. Bécquer, Rimas y Leyendas. *
2. Miguel Mihura, Tres sombreros de copa.
3. Carmen Laforet, Nada
4. Antonio Machado, Antología poética.*
Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas y leyendas
RIMAS
1. Rima II (“Saeta que voladora…”)
2. Rima VII (“Del salón en el ángulo oscuro…”)
3. Rima XI (“-Yo soy ardiente, yo soy morena…”)
4. Rima XIV (“Te vi un punto, y flotando ante mis ojos…”)
5. Rima LII (“Olas gigantes que os rompéis bramando…”)
6. Rima LIII (“Volverán las oscuras golondrinas…”)
7. Rima LXVI (“¿De dónde vengo? El más horrible y áspero…”)
8. Rima LXXV (“¿Será verdad que cuando toca el sueño…?”)
LEYENDAS
1. “El monte de las ánimas”
2. “Los ojos verdes”
3. “Maese Pérez el organista”
4. “El rayo de luna”
5. “El Miserere”
6. “El Cristo de la calavera”
Hemos escogido la edición de Leyendas y rimas de Castellnou, 2008, por lo tanto seguimos la disposición de sus rimas y leyendas. También se podría seguir la edición de Austral, 2002, que incluye un gran número de rimas, aunque faltan algunas leyendas seleccionadas en Selectividad.
Se ha discutido la influencia de Heine en la poesía de Bécquer, porque ya desde hacía un siglo Herder había dicho que los cantos populares eran la voz auténtica de los pueblos y Novalis también había hecho una defensa de la poesía natural: “la poesía es la poesía, no tiene nada que ver con el arte de la literatura o de la elocuencia”. Ya hemos comentado que lo esencial en su poesía es la distinción entre una poesía pomposa, adornada, y una poesía breve, desnuda, desembarazada en una forma libre, que roza un momento y huye, y se quedan las cuerdas vibrando. Nuestra poesía clásica, en gran parte, pertenecía al primer tipo, exceptuando la popular. Aunque no incluiríamos los aciertos líricos de Garcilaso y San Juan. Pero esta visión de la literatura, esta nueva forma de conocimiento, esta poesía sugeridora, es nueva.
Bécquer parte de unas vivencias, pero ya él mismo nos indica que el acto creador no es nunca coetáneo al acto de sentir: “…por lo que a mí me toca, puedo asegurarte que cuando siento no escribo.”
Pero si las Rimas no son el documento de una trayectoria biográfica amorosa, sí son, un totalizador poema de amor, en donde las palabras yo y tú alcanzan el mayor índice de frecuencia. Desde el yo del poeta están escritas casi todas las rimas. Aunque el poeta se dirige a un tú implícitamente ausente. Únicamente en las Cartas literarias a una mujer, por primera vez el poeta se comunica en presente con su amada:
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…. Eres tú.
Pero generalmente el poeta en las Rimas habla en pasado y muchas veces habla de ella, no de tú. O si se trata de un diálogo en presente, este tú es la mujer incorpórea e imposible del ideal, sin presencia en una realidad temporal, como en las formas dialogadas en la rima XI:
Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansias de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
– No es a ti: no.
También podríamos relacionar la Rima XIV con esta amada etérea, inalcanzable, a la que el poeta sólo intuye, aunque aquí de una forma obsesiva como unos ojos que le persiguen incluso en sueños. En esta rima el poeta se dirige a un tú implícitamente ausente y en pasado: Te vi un punto, y flotando ante mis ojos.
Dentro, por tanto, de esta forma apelativa que adoptan las rimas amorosas es significativo constatar esta falta de respuesta, esa incapacidad de diálogo.
A nivel formal, a nivel de estructura, estas estructuras bimembres de los poemas de Bécquer pueden analizarse como el reflejo en la forma de esta sensación de una imposibilidad de comunicación. De tal manera que esa imposibilidad de fusión en la rima XLI: huracán / torre= océano/roca= hermosura/ altivez. Tres enfrentamientos de elementos contrapuestos para terminar con el “¡No podía ser!”, con la imposibilidad total de una fusión amorosa. En la rima XV, Cendal flotante de leve bruma, estos deícticos del yo y el tú simbolizarán al poeta y a la mujer, donde tú es igual a ideal y éste se identifica- según la propia teoría becqueriana- con la Poesía. De tal manera que la poesía se carga de trascendencia simbólica, pues el amor imposible es aventura del hombre con la mujer, y del poeta con la poesía.
Situados en ese nuevo plano el tú = mujer, poesía; y el yo= poeta ya no podrán caracterizarse como dos fuerzas contrapuestas. Ahora no el choque no se soluciona en una fusión imposible sino en una búsqueda o persecución perpetua. El tú es algo que huye, incorpóreo, inaprensible… Es sólo luz y sonido en el aire y el poeta es, entonces, el movimiento continuo de la ola, el cometa, el viento. En la rima XLI es la mujer la que se mueve hacia un punto ijo, el yo del poeta. Pero cuando el tú es ideal es bruma, espuma, rumor, contacto con la brisa, luz, sombra, llama o niebla, y todo flota en un vacío indeterminado.
Buscando fusionarse con ese algo sin forma (porque al dar forma a ese algo será hallar el lenguaje que lo manifieste), el poeta pasa a ser el elemento dinámico (el huracán- largo lamento del ronco viento-; el océano- onda sonante-), la fuerza de esta búsqueda, antes era la mujer la que indicaba dinamismo. El encuentro no produce ruptura porque nunca se producirá. El poeta sólo hallará un “rebelde y mezquino idioma” para dar forma al ideal.
Es lo inefable lo que él simboliza en una mujer; no una mujer a la que otorga cualidades de lo inefable. Aunque Bécquer vuelva la espalda a la realidad para expresar en su poesía su deseo angustiado de captar el ideal y unirse con él, ha de usar palabras que hagan referencia a la experiencia natural. El ideal es la luz. El modo de unirse con él es el beso. Pero su poesía está llena de sombras, porque su mente está llena de ideas sin nombre.
Nuestro poeta prefiere la asonancia y utiliza mucho la anáfora y el paralelismo. Sus versos son irregulares y a veces recurre a la estrofa de pie quebrado: versos de once sílabas que de pronto quedan colgados- el nudo en la garganta, el temblor en los labios- en un verso de cinco sílabas; o estrofas de tres endecasílabos acabando en uno de siete; o de diez, acabando en uno de seis. Todo en Bécquer es suspensión, vaguedad.
VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS…
Un procedimiento muy antiguo estructura el poema: el paralelismo entre sentimientos humanos y fenómenos de la naturaleza (Renacimiento). Y este paralelismo no es lineal, sino antitético: los fenómenos de la naturaleza se repiten constantemente; pero no aquellos que fueron testigos del sentimiento humano. Por este paralelismo, el sentimiento humano, irrepetible, está confrontado con lo cíclico (repetible) de los fenómenos de la naturaleza.
Acertada elección de los elementos de la naturaleza: los pájaros, se van, vuelven; las flores florecen, desflorecen. Tanto más cruel el dolor del sentimiento humano que una vez muerto ya no volverá a renacer.
Hay contraposición de planos temporales: el futuro (los fenómenos de la naturaleza) se halla contrapuesto al pasado (el sentimiento humano que en definitiva está muerto); en la primera estrofa se habla del futro, la segunda se refiere al pasado; y lo mismo ocurre con las otras dos parejas de estrofas paralelísticas. Hay en tercer lugar una contraposición verbal que confronta cada pareja de estrofas paralelísticas: volverán….pero…no volverán (repetición anafórica y epifórica). En las “Golondrinas” se trata de una antítesis compuesta de varios elementos convergentes; eso, aumenta su eficacia.
La composición del poema es sencilla: sus seis estrofas se dividen claramente en tres parejas paralelísticas. Un poema muy ordenado porque es un poema comedido, pudoroso, en la expresión del dolor.
Pero en la tercera estrofa la naturaleza (y con ella el paralelismo) desaparece, y la antítesis vuelta- no vuelta se realiza únicamente en el plano de los sentimientos. La secuencia acaba, pues, por concentración desde el mundo exterior al interior. El poema acaba con una culminación, la cual rompe la serie paralelística hombre-mujer y las antítesis verbales: volverán… pero… no te querrán.
El lenguaje es de una aparente sencillez, con pocas imágenes poéticas y pocos epítetos. Todos los endecasílabos del poema tienen los acentos en las sílabas 3ª, 6ª y 10ª, con excepción de uno sol: Tu corazón de su profundo sueño (4ª,8ª y 10ª).
LAS “LEYENDAS”.
Hay un cierto propósito moralizador o crítico: todos los personajes están aprisionados en su falta de fe, vanidad, orgullo, ambición desmedida, sensualidad, egoísmo. Bécquer no traiciona nunca su formación católica juvenil. El narrador no coincide nunca con esos personajes malvados.
Pero hay otros personajes, en cambio, que representan positivas fuerzas del espíritu que impulsan al hombre hacia las fronteras del ideal: el amor, el arte. En Los ojos verdes, el caballero busca la trascendencia del amor; en El Miserere, el peregrino aspira a la perfección en el arte. El fracaso, para ellos, no supone un castigo moral. Fracasan, no se condenan. Y fracasan porque el ideal engaña (Los ojos verdes), se diluye (El rayo de Luna), se transforma (La corza blanca). El típico héroe becqueriano es el poeta (Manrique, Fernando) capaz de despreciar la limitación humana y perderse tras el ideal engañoso. Aunque sólo logren como recompensa la locura o la muerte, no hay condenación para ellos. Por el contrario, la cercanía del narrador les confiere simpatía humana.
Bécquer está también hablando a sus contemporáneos perdidos en el bajo materialismo de la vida moderna. Se dirige a ellos para recordarles que existe una vida trascendente, que las acciones del hombre se premian o castigan. Y los impulsa a ser también ellos caballeros del ideal. En el impulso hacia el ideal está la salvación humana. Es interesante advertir que el poeta más despegado del mundo y de los problemas reales, es quien expresa más profunda y bellamente las contradicciones de su tiempo.
Por eso Bécquer no es un gran creador de personajes. Sus protagonistas no tienen rasgos físicos ni complejidad psicológica. Se los conoce sólo por actitudes, palabras.. y simbolizan ya el materialismo demoníaco, ya la fuerza del ideal trascendente.
Muchas veces las fuerzas del mal están representadas por mujeres. Llevan al hombre a la perdición, como en el caso de Beatriz, de Constanza, de la dama del lago. Despiertan en los amantes ansias desmedidas que los llevan al desafío de las leyes divinas o infernales. Mejor caracterizadas que los hombres, porque Bécquer sabe retratar muy bien la perfidia de una mujer hermosa.