Daily Archives: 11 julio 2010

EL AGUJERO NEGRO

El agujero negro

Como cada tarde al salir de la escuela, mis amigas y yo nos dirigíamos hacia el parque. Pero este día lo recuerdo como si fuera único. Éste es el día donde todo empezó.
-Bueno chicas ¿no creéis que es hora de irse?- dijo Azucena mirando al sol que casi se había escondido del todo tras los edificios.
-Si estoy de acuerdo-asintió Berni, ahora más atenta allá dónde miraba Azucena.
Todas nos levantamos y en grupos de tres como siempre comenzaron a marcharse cada una hacia su casa.
-Irene, ¿No vienes?
-No. Mi madre me ha dicho que compre el pan antes de volver.
-Muy bien. Nos vemos mañana- se despidió Paola.
-Adiós- dijeron todas las demás al uníson.
Entonces mientras me dirigía a la panadería, sucedió.
Sucedió aquello que lo cambio todo, aquel papel que con un simple dibujo me concedió el poder de obtener tantos deseos como quisiera.
Un papel volaba con el viento. Se mecía entre la suave brisa que corría por las calles de Madrid. Entonces, ese papel cayó en mis manos.
Simplemente por curiosidad decidí abrirlo.
-La gente se aburre demasiado-exprese mis pensamientos en voz alta.
El papel simplemente contenía un agujero negro dibujado en el centro. Simplemente eso. Ni un nombre, ni una sola letra; sólo un agujero.
Lancé el papel al suelo, que cayó unos metros más delante de mí, entonces continué mi camino.
De repente paso algo totalmente increíble. Me había tropezado y había caído… ¿Pero con que? Y e aquí lo increíble. Mi pie, es más mi pierna completa había desaparecido dentro del agujero del papel.
Sí, exacto, el mismo papel que acababa de lanzar hace apenas unos minutos, ahora había echo desaparecer mi pierna.
Entonces vi cómo la señora Dolores cerraba la panadería.
Me levante rápidamente y guarde el papel del agujero en mi bolso. Eche a correr en medio de la ya oscura noche, pero fue en vano. Llegué a la panadería y ya estaba cerrada.
Desde la ventana alcanzaba a ver la dos barras de pan que debían de haber sido mías.
¿Cómo se lo iba a explicar a mi madre? ¿Qué le iba a decir?
Entonces, cómo quien no quiere la cosa, un rayo de luz pasó por mi cabeza e iluminó esa bombilla que despierta ideas en mí.
Saqué el papel de mi bolso. Me lo quede observando durante unos segundo y sin más dilación atravesé el papel con uno de mis brazos.
¡Ajá! Mi brazo había desaparecido.Entonces me quede mirando la puerta de la panadería. Enganché el papel en la puerta, con el celo que siempre suelo llevar en el boso para casos excepcionales, uno como éste. Lo enganché bien sujeto para que nada ni nadie lo pudiera arrancar.
Entonces cerré los ojos y atravesé el agujero.
Algo duro chocó contra mi cabeza.
-¡Au!-exclamé.
Me había chocado contra la pared.
Me dispuse a volver a cruzar el agujero pero esta vez, y sin duda alguna, con los ojos abiertos.
Y ¡pum! Aparecí dentro de la panadería.
Cogí las dos barras de pan y al igual que antes salí.
Volví a aparecer en la calle. Sonreí. Ese dibujo que por casualidad vino a mi, es un golpe de suerte.
Desenganché el papel y lo volví a guardar en mi bolso.
Prometí solo usarlo para casos excepcionales.
Y así, ese día fue el que me cambio la vida, fue el mejor día de mi vida.

Irene Sánchez, 3ºB